CAPITULO 42

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JULIA

El agua caliente corría por mi piel, y por un momento, todo el peso del día comenzó a disolverse. Decidí darme un baño caliente, uno de esos que tanto anhelaba, y me permití relajarme, algo que no había hecho en semanas. Me sumergí en el calor y cerré los ojos, dejando que mis pensamientos vagaran.

Natalia, Marcos... todas esas promesas vacías que nos habíamos hecho para sentirnos mejor. Esto es seguro, me había dicho Marcos. No es para tanto. Y yo, tan ilusa, había querido creerle. Había querido creer que vender coca en la calle no era peligroso, que todo estaba bajo control. Madre mía, qué ingenua había sido. Llegué a la conclusión de que me había obligado a pensar así, de que me había engañado a mí misma para poder soportar lo que estábamos haciendo, para poder lidiar con el miedo constante.

Dejé escapar un suspiro largo y abrí los ojos, mirando al techo. Deseaba con todas mis fuerzas que el nuevo tratamiento funcionara. Si el tratamiento comenzaba a hacer efecto, podría dejar todo esto atrás lo antes posible. Podría dejar las calles, las mentiras, el miedo. Y podría empezar a vivir de verdad, sin preocuparme de que cada esquina pudiera ser el final.

Pero ese pensamiento me trajo algo más, algo que no esperaba. Dejarlo todo también significaba cortar toda relación con Alex. Y aunque sabía que lo mejor para mí era alejarme de él, la idea me entristecía un poco. No entendía bien por qué. Después de lo que había dicho, después de cómo me había hecho sentir, debería estar deseando alejarme de él lo antes posible. Pero la verdad era que algo en él me atraía, algo más allá de lo que podía entender.

Alex era complicado, oscuro, y aunque sus palabras me habían dolido, había algo en su mirada, en la forma en que me había pedido que me quedara, que hacía que mi corazón se aferrara a una esperanza que no debería tener. Sabía que no podía permitirme eso, que lo más seguro era dejar todo atrás, incluyendo a Alex. Pero una parte de mí, la parte más vulnerable y necesitada, no quería.

Volví a cerrar los ojos, dejándome llevar por el sonido del agua cayendo, tratando de encontrar en ese momento algo de paz. Quizás solo estaba cansada, quizás solo estaba agotada de luchar, y la idea de tener a alguien como Alex cerca, alguien que pareciera preocuparse —aunque solo fuera por Nico—, me daba un respiro.

Deseaba con todas mis fuerzas que el tratamiento funcionara, pero también sabía que si eso sucedía, tendría que ser fuerte y despedirme. Despedirme de todo, de los negocios, del peligro... y de Alex.

Salí de la ducha, el vapor aún llenando el baño, y me sequé rápidamente con la toalla. Quería sentir el calor del agua caliente en mi piel por más tiempo, pero sabía que debía salir ya. Miré la ropa que Alex me había dejado: una camiseta enorme, unos calzoncillos y unos pantalones de chándal. Me vestí rápidamente, pero pronto me di cuenta de que la parte de abajo me quedaba tan grande que se me caía. Decidí quitármelos. La camiseta era tan grande que me llegaba casi hasta las rodillas, así que opté por dejarme solo los calzoncillos. No me molestaba, al menos me sentiría más cómoda.

Me miré en el espejo. Llevaba el pelo suelto, y después de unos segundos, me lo trencé. Mis ojos se veían cansados, reflejando el agotamiento que llevaba acumulado por días, y mis mejillas estaban pálidas, sin el color de antes. Había sido un día lleno de emociones, de aquellos que te desgastan y te dejan sin energía. Lo único que quería ahora era descansar.

Me dirigí hacia la cama, hundiéndome en la suavidad del colchón. Tiré de las mantas y me cubrí, intentando relajarme, intentando que mi cuerpo se soltara de toda la tensión que había acumulado. Cerré los ojos, pero el sueño no llegaba. La cara del hombre que estaba abajo, en la sala, no abandonaba mi mente.

Podía ver sus ojos cuando me pidió que me quedara, la mezcla de dureza y algo más, algo que no lograba definir. Había tanta complejidad en Alex, tanta contradicción. Me había herido con sus palabras, me había llamado estúpida y me había tratado como si no supiera nada. Y, al mismo tiempo, había visto el arrepentimiento en sus ojos, la preocupación genuina que intentaba esconder. Había algo en él que me hacía querer entenderlo, acercarme más a él, a pesar del dolor.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora