CAPITULO 51

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ALEX

Alex se encerró en la oficina con sus hombres de confianza. La atmósfera estaba cargada, el aire parecía pesar más con cada segundo que pasaba. Todos sabían que esto no era como cualquier operación anterior, todos podían ver la furia que ardía en los ojos de Alex, y el desconcierto que escondía detrás de su postura controlada.

-Julia tiene que volver sana y salva —dijo

Alex, su voz llena de una amenaza implícita, una promesa que parecía más que real—. Si no lo conseguimos, juro que prenderé fuego a toda esta maldita ciudad.
Dante, que normalmente mantenía su compostura, miró a Alex por un segundo antes de atreverse a hablar.

—¿Por qué esa chica es tan importante? — preguntó, y el silencio en la habitación se hizo aún más pesado.

Alex lo miró fijamente, sus ojos eran dos brasas encendidas, la mandíbula apretada como si intentara controlar las palabras que no quería decir. Pero antes de que pudiera responder, su teléfono sonó, el tono resonando con una urgencia que hizo que el corazón de Alex se acelerara.

Sacó el teléfono de su bolsillo y miró la pantalla. Un mensaje de video. Frunció el ceño y abrió el archivo, dándole al botón de reproducir.

La imagen que apareció en la pantalla lo dejó helado.

Julia estaba sentada en una silla, sus manos atadas detrás de su espalda. Estaba sucia, la ropa pegada al cuerpo, mojada, su cabello caía en mechones desordenados sobre su rostro.
Parecía asustada, sus ojos grandes llenos de pánico, su respiración agitada. Había algo en su expresión que lo golpeó directamente en el pecho: el miedo de alguien que no sabe si va a sobrevivir.

—¿Qué le han hecho...? —murmuró Alex, sus palabras saliendo casi como un susurro, mientras una furia indescriptible comenzaba a arder en su interior.
Dante y Lucas se acercaron más, sus ojos fijos en la pantalla. Ambos murmuraron palabrotas entre dientes, compartiendo la sensación de que estaban frente a algo mucho más complicado de lo que habían pensado.

De repente, la imagen cambió. Un chico apareció detrás de Julia, su rostro familiar:
Iván, el jefe de los Delgado. Con un movimiento brusco, pateó la silla donde estaba
Julia, haciéndola caer al suelo de golpe. Julia gritó, un sonido lleno de dolor y desesperación, y Alex apretó los dientes, sintiendo cómo la ira crecía en su interior, como un volcán a punto de estallar.

Iván miró directamente a la cámara, su rostro torcido en una sonrisa burlona y cruel.

—Eres un cabrón, Alex. Un hijo de puta que se ha pasado de listo —dijo, sus palabras llenas de veneno. La cámara giró hacia Julia, que seguía en el suelo, su cuerpo temblando mientras intentaba contener las lágrimas.

Iván agarró la silla y volvió a levantarla, poniendo a Julia de nuevo en posición. Ella estaba completamente desorientada, su rostro cubierto de lágrimas, su mirada perdida. Sus labios estaban partidos, y su mejilla enrojecida donde había recibido un golpe. Había algo en sus ojos que era peor que el miedo: era resignación, como si supiera que no podía hacer nada para detener lo que estaba sucediendo.

—Mataste a mi hermano, cabrón. En el último ataque -continuó Iván, su tono lleno de rabia.
Alex supo exactamente a lo que se refería. La emboscada en la pelea de perros. Recordó la sensación de romper el cuello del hombre, la lucha, la sangre. Todo parecía tan lejano, y ahora, todo había vuelto para perseguirlo.

La cámara volvió a enfocar a Iván, y una sonrisa oscura apareció en su rostro mientras señalaba a Julia.

—Y uno de tus hombres me ha dicho que esta putita es tuya. Ojo por ojo, cabrón.
El video terminó de repente, la pantalla se quedó en negro, y el silencio que siguió en la oficina era sofocante.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora