CAPITULO 48

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JULIA

Corrí, sin mirar atrás, con el corazón latiendo desbocado en mi pecho. Mis pies golpeaban el pavimento, el aire frío de la noche me golpeaba en la cara, y cada fibra de mi ser gritaba que no me detuviera. El miedo me empujaba, me mantenía en movimiento, y lo único que podía pensar era en escapar, en salir de ahí antes de que fuera demasiado tarde.

Escuché pasos detrás de mí, más de uno. No solo el chico... eran más. Giré la cabeza por un instante y vi que había otros dos corriendo detrás de mí. Eran tres. Tres tipos que no conocía, tres tipos que sabían mi nombre, que me estaban persiguiendo como si fuera una presa. El terror me invadió, sentí el nudo en mi garganta volverse más fuerte y el pánico comenzaba a consumir cada pensamiento lógico.

Giré a la derecha, casi perdiendo el equilibrio al hacerlo, mis pies resbalando un poco sobre el pavimento húmedo. No sabía a dónde iba, no sabía por dónde estaba corriendo, solo quería perderlos, encontrar un lugar donde esconderme, donde pudieran dejarme en paz. El callejón se estrechaba, y podía sentirlos cada vez más cerca, el sonido de sus pasos se hacía más fuerte, cada vez más cerca de mí.

"Corre", seguía resonando esa palabra en mi mente. ¿Por qué me dijeron que corriera? ¿Era un juego para ellos? ¿Una maldita broma? Mi pecho ardía por el esfuerzo, el aire apenas entraba en mis pulmones mientras esquivaba obstáculos en el camino: basureros, cajas, cualquier cosa que pudiera frenarlos.

Giré de nuevo, tratando de perderlos entre los callejones. Escuché una voz detrás de mí, el grito de uno de ellos:

—¡No te escaparás, Julia!

Mi corazón dio un vuelco, y la desesperación me hizo apretar el paso, mis piernas quemaban por el esfuerzo, pero no podía parar, no ahora. Miré hacia adelante y vi una reja al final del callejón. ¡No podía ser! Mis opciones se reducían, pero no iba a detenerme. Me lancé hacia la reja, mis manos agarrándose con fuerza de los barrotes. Intenté escalarla, mis pies resbalaban y mis manos temblaban tanto que sentía que no podía sostenerme.

—¡Ahí está! —gritó uno de ellos, y el pánico me dio una descarga de adrenalina.

Finalmente logré trepar la reja y salté al otro lado, cayendo de bruces sobre el suelo. El golpe me dejó sin aliento, pero no tenía tiempo para lamentarme. Me puse de pie rápidamente, ignorando el dolor en mis manos y rodillas, y seguí corriendo. Escuché cómo los tipos empezaban a escalar la reja también, y supe que no tenía mucho tiempo.

Corría con el corazón a punto de estallar, el miedo me arrasaba por dentro, y con manos temblorosas busqué desesperadamente mi teléfono en el bolsillo. Lo saqué mientras seguía corriendo y marqué el número de Alex. "Por favor, por favor... contesta", susurré para mí misma, pero el tono sonaba y él no respondía. No tenía tiempo, no podía detenerme, los pasos detrás de mí eran cada vez más fuertes, y antes de colgar, intenté llamarlo otra vez, mis jadeos se mezclaban con el sonido del timbre.

El teléfono volvió a saltar al buzón de voz, y mi corazón se hundió.

—¡Alex, por favor, ayúdame! —grité, mi voz quebrada mientras seguía corriendo—. ¡Me están persiguiendo! ¡No sé quiénes son! ¡Por favor, ven a buscarme! —Las palabras salían entrecortadas, rápidas, llenas de angustia—. Estoy... estoy en el centro, cerca de la discoteca... Alex, ¡por favor, ven! —Mi voz se desvaneció mientras cerraba el teléfono. El pánico seguía empujándome a correr, aunque las fuerzas me estaban abandonando y el miedo me rodeaba por completo.

Llegué a una calle más amplia, los coches pasaban a toda velocidad. Sin pensarlo, corrí hacia la acera opuesta, esquivando los vehículos que frenaban y tocaban sus bocinas. Necesitaba llegar a un lugar con más gente, algún lugar donde pudiera encontrar ayuda. Mis ojos buscaban desesperadamente algún lugar abierto, algún sitio donde pudiera esconderme.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora