CAPITULO 11

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Llevábamos toda la mañana reunidos, discutiendo los pormenores del ataque y trazando un plan de acción. Mis hombres de más alto rango estaban en la sala, cada uno aportando ideas y estrategias, pero la tensión era palpable. La frustración por lo ocurrido me mantenía en un estado de alerta constante.

De repente, la puerta se abrió de golpe. Uno de mis hombres, con el rostro pálido, irrumpió en la sala, agarrando del brazo a una chica, mientras que con la otra mano apuntaba con un arma a la cabeza de la niñera. "¡Alex! ¡Mira lo que hemos encontrado" La mira con desconfianza. "Esta intrusa dice ser la niñera de Nico."

La chica, que reconocí de inmediato como la niñera, estaba visiblemente asustada. Su mirada era de terror, y podía ver cómo temblaba.Era evidente que sabia lo que estaba pensando. Se me había olvidado por completo de la existencia de ella

"¿Qué demonios haces aquí?" le pregunté, tratando de mantener la calma. "¿No sabes lo peligroso que es?"

En ese momento se me olvido que ella no sabe nada de este mundo. Para ella simplemente soy dueño de una empresa de transporte. Pero esta claro que desde hoy esa fachada ha caido.

"Es la hora en que empiezo a trabajar," respondió, su voz apenas un susurro. "No sé lo que está pasando. Solo quiero encontrar a Nico."

"¿Cómo sé que no estás mintiendo?" dijo mi hombre, frunciendo el ceño mientras mantenía el arma apuntada hacia ella.

"¡No, por favor! Soy Julia, la niñera de Nico!" gritó, aterrada. "¡No sé qué está pasando! Solo quiero saber si está bien."

Me detuve un momento, observándola. Era evidente que estaba siendo sincera, y eso la hacía aún más vulnerable. La reconocí al instante, aunque no recordaba su nombre en ese momento ahora se que se llama Julia, ya no se me olvidara jamas.

"Basta," dije, sintiendo que la tensión se acumulaba. "Es la niñera de Nico. La conozco."

"¿Qué?" preguntó mi hombre, confundido.

"Por favor, dime que Nico está bien," insistió, su voz temblando.

"Nico está a salvo," le aseguré, aunque mi mente seguía procesando la situación. "Escucha, vete a casa y no le digas nada a nadie. Vuelve mañana."

"Pero..." empezó a protestar, su preocupación era palpable.

"No necesito más problemas ahora," la interrumpí, manteniendo la mirada firme. "Solo vuelve mañana. Es lo mejor que puedes hacer."

Mientras mi hombre la guiaba hacia la salida, su mirada se mantenía fija en mí, como si estuviera buscando respuestas que no podía ofrecerle.

De repente, Julia se soltó del agarre de Dante, uno de mis hombres, y se dirigió hacia mí, exigiendo respuestas. La sorpresa se reflejaba en su rostro, y la mía no era diferente. La valentía con la que avanzaba, a pesar del peligro, era asombrosa.

Mis hombres, por instinto, se pusieron alerta. Las armas se dirigieron hacia ella, un círculo de cañones apuntando a una mujer que solo buscaba respuestas. La tensión se palpaba en el aire.

"¿Qué está pasando?" exigió, su voz temblando pero firme. "¡Tienen que decirme! ¿Dónde está Nico?"

Su determinación era evidente, pero yo sabía que no podía revelarle nada. No solo porque la situación era delicada, sino porque no quería involucrarla más en este mundo oscuro. La mirada que intercambiamos estaba cargada de emociones, pero en mi mente había una sola prioridad: proteger a Nico.

"Julia, retrocede," le ordené, intentando sonar más autoritario de lo que me sentía. "No es tu lugar aquí."

"¡No me importa! ¡Tengo derecho a saber!" replicó, sin amilanarse. Me impresionaba su coraje, pero eso solo complicaba más las cosas.

"Escucha," dije, intentando mantener la calma mientras sentía cómo la presión aumentaba. "No puedes estar aquí. Vete a casa. Te lo pido por el bien de todos."

"¿Por el bien de todos?" se burló, su voz elevándose. "¿Por el bien de quién? ¿De ti? ¡No voy a irme sin saber si Nico está bien!"

Era un momento peligroso, y sabía que mis hombres estaban a punto de perder la paciencia. "¡Basta!" grité, tratando de controlar la situación. "Nico está a salvo, y eso es todo lo que necesitas saber. Ahora, vete."

La intensidad en sus ojos me decía que no iba a rendirse tan fácilmente, y aunque admiraba su valentía, sabía que su insistencia podría traer problemas aún mayores.

"Esto no es un juego, Julia. No entiendes en qué te estás metiendo," le advertí, pero ella seguía mirando con desafío.

"No voy a salir de aquí sin respuestas," dijo, decidida.

Mientras la tensión crecía, me di cuenta de que esta no era una discusión que pudiera ganar fácilmente. Julia estaba más cerca de convertirse en una complicación de lo que había imaginado.

Mis hombres seguían apuntándole con sus armas, esperando una señal de mí. Sentía la presión en el aire, y el tiempo se detuvo en un instante. Si no actuaba pronto, la situación podría volverse peligrosa para todos.

Cuando Julia dijo que no iba a salir de allí sin respuestas, sentí cómo la paciencia me abandonaba. La frustración burbujeaba dentro de mí, pero al mismo tiempo, me daba cuenta de que no podría deshacerme de ella tan fácilmente. La chica que siempre había visto como callada y sumisa ahora estaba frente a mí, nerviosa y sedienta de respuestas.

"Está bien," le respondí, intentando mantener la compostura. "Te daré algunas respuestas, pero primero, necesito que esperes en el salón."

Su expresión cambió, un destello de sorpresa cruzó su rostro. "¿En el salón? ¿Vas a decirme algo?"

"Solo espera," le dije, tratando de sonar autoritario. "Tengo que hablar con mis hombres sobre lo que sucedió anoche."

Mis hombres continuaban apuntándole, y me preocupaba que su insistencia pudiera desatar una reacción inesperada. La tensión seguía flotando en el aire, pero había algo en su mirada que me decía que, aunque podía ocultarle gran parte de la verdad, debía asegurarme de que no se convirtiera en un problema.

"Voy a hablar contigo en un momento," le aseguré. "Solo mantente lejos de aquí por ahora."

Dante la guió hacia el salón, y mientras la veía alejarse, sabía que tenía que ser cuidadoso. No quería involucrarla en este caos, pero su presencia era un recordatorio constante de que, a pesar de mis esfuerzos por mantener las cosas bajo control, había una parte de mí que se sentía responsable por ella.

Una vez que Julia estuvo en el salón, cerré la puerta detrás de mí y volví a la mesa, donde mis hombres esperaban. La conversación en la sala había sido interrumpida, y ahora todos tenían la vista fija en mí, esperando instrucciones.

"¿Qué vamos a hacer, Alex?" preguntó Dante, aún tenso. "No podemos permitir que se quede aquí, es un riesgo."

"Lo sé," respondí, pasándome la mano por el cabello. "Pero no podemos asustarla más de lo que ya está. Ella no tiene idea de lo que realmente está sucediendo, y no quiero que se convierta en un problema."

Mis hombres intercambiaron miradas, algunos escépticos y otros visiblemente preocupados. "Si es la niñera de Nico, podríamos usarla a nuestro favor," sugirió uno de ellos.

"Eso no es una opción," corté. "No voy a manipularla. Necesitamos mantenerla a salvo y alejada de esto. Voy a darle algunas respuestas para que se sienta tranquila, pero eso no significa que la involucraré en nuestra situación."

"¿Y si vuelve a hacer preguntas?" insistió Dante, su voz grave resonando en la sala. "No podemos permitir que nadie sepa lo que realmente está en juego."

"Lo tendré en cuenta," respondí, sintiendo la presión del momento. "Por ahora, hay que centrarse en lo que sucedió anoche y en cómo vamos a proteger a Nico."

Mientras discutíamos las estrategias y la situación actual, la imagen de Julia seguía presente en mi mente. Sabía que su determinación era un arma de doble filo; podía ser tanto una ventaja como una amenaza. Y en un mundo como el mío, cualquier descuido podría costar caro.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora