CAPITULO 10

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ALEX

La noche había caído sobre la mansión Moretti, pero para mí, el sueño siempre era un enemigo esquivo. A menudo me encontraba dando vueltas en la cama, mi mente atrapada en un ciclo interminable de pensamientos y estrategias. Pero esa madrugada, algo rompió la tranquilidad que intentaba alcanzar..

Un estruendo sordo me hizo despertar de golpe. El ruido provenía de la planta baja, y en un instante, la adrenalina se disparó en mi sistema.

Me vestí rápidamente, sintiendo la presión de la inminente amenaza en mi pecho. Pantalones oscuros, una camiseta ajustada; sabía que necesitaba estar listo para cualquier cosa.
I
Antes de salir de la habitación, tomé mi arma, el metal frío se sintió reconfortante en mi mano.

Al abrir la puerta, me asomé al pasillo. El silencio fue reemplazado por un caos aterrador. Los ecos de gritos y disparos retumbaban en las paredes. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia la escalera, mi mente centrada en asegurarme de que Nico estuviera a salvo.

A medida que descendía, los disparos se volvían más claros. Los hombres armados invadían la planta baja, sombras que se movían con frenesí. La escena era un torbellino de caos: balas volando, gritos resonando, el olor a pólvora invadiendo mis sentidos. ¿Quién se atrevería a desafiarme en mi propio territorio?

Con el corazón en la garganta, me dirigí a la sala de seguridad. Necesitaba reagrupar a mis hombres, retomar el control. La rabia comenzaba a bullir en mí. No permitiría que nadie interrumpiera el orden que había construido con tanto esfuerzo. No iba a dejar que pusieran en peligro a Nico.

"¡Rápido! ¡Todos a la sala de seguridad!" grité, el eco de mi voz perdiéndose entre el estruendo. Sabía que la situación era crítica y que no había tiempo que perder. La adrenalina bombeaba en mis venas, y mi mente se enfocaba en lo esencial: proteger a Nico y a mi gente.

Corrí hacia la sala de seguridad, sintiendo el suelo temblar con cada paso. A mi alrededor, mis hombres se movían con urgencia, sabiendo que el caos no podía desbordarse. Las sombras de la noche se mezclaban con la luz intermitente de las alarmas, creando un ambiente casi surrealista.

Al llegar a la sala, encontré a algunos de mis hombres ya reunidos, sus rostros tensos. Tomé un momento para observarlos, evaluando la situación. Necesitaba que mantuvieran la calma, que no se dejaran llevar por el pánico. "Escuchen, tenemos que reagruparnos y planear nuestro próximo movimiento. No podemos dejarlos avanzar," les dije, la voz firme.

Las ráfagas de disparos seguían resonando, y el olor a pólvora se hacía más intenso. Cada sonido era un recordatorio de que estaban en nuestro territorio, y eso era inaceptable. Miré a mi equipo, y en sus ojos vi la determinación que necesitaba. "Nadie entra aquí sin respuesta. Defendemos nuestra casa."

Mientras hablaba, mi mente corría con estrategias. No podía permitir que la situación se escapara de nuestras manos. Había trabajado demasiado para dejar que unos atacantes lo arruinaran todo. El poder sobre la ciudad era mi objetivo, y eso incluía proteger a mi hermano.

"Estén preparados. Vamos a dividirnos y hacer frente a lo que venga. Conozco a los que están detrás de esto, y no se detendrán hasta que consigan lo que quieren," continué, mi voz resonando con autoridad. La lealtad de mis hombres era crucial en momentos como este.

Con un gesto, señalé a dos de mis hombres para que cubrieran la entrada principal. Sabía que el ataque podría ser solo el comienzo. Los minutos se alargaban mientras la tensión llenaba la sala. Cada segundo contaba, y estaba decidido a no dejar que nos derrotaran.
.

Los disparos resonaban en la sala mientras mis hombres, motivados y disciplinados, se movían con rapidez, eliminando a los atacantes uno a uno. Cada baja era un paso más hacia la seguridad de mi hogar, y no podía permitirme fallar.

Cuando solo quedó un enemigo, lo rodeamos, la tensión palpable en el aire. Su mirada era feroz, pero la desesperación brillaba en sus ojos. Sabía que no podía permitir que se llevara información crucial.

"¿Quién te envía?" le pregunté, acercándome, manteniendo el arma firme. El odio en su mirada era evidente.

"¡Eres un muerto, Moretti! No tienes idea de a quién te enfrentas," soltó, aunque su voz temblaba.
Le di un golpe en el costado, haciéndolo caer de rodillas.

"Habla, y tal vez te deje vivir un poco más."

Finalmente, después de momentos de resistencia, soltó la información. "Ivan te busca a ti y a tu hermano. Sabe que Nico es tu único talón de Aquiles. No dejarán que te metas en su territorio. No lo permitirán."
Sus palabras resonaron en mi mente como un eco amenazante. Ivan. Su banda había estado buscando expandir su dominio, y yo había sido un obstáculo en su camino. No podía permitir que esa vulnerabilidad se convirtiera en una desventaja.

"¿Qué planean?" exigí, apretando el arma.

"Harán lo que sea necesario para detenerte. No te dejarán avanzar sin luchar," respondió con desprecio.

Sin pensarlo, le di la orden a uno de mis hombres: "Elimínalo. No hay lugar para la debilidad." Su cuerpo cayó sin vida, pero la sensación de urgencia crecía en mí. La noche había sido solo un primer golpe, y sabía que esto apenas comenzaba.

Con un movimiento rápido, me giré hacia mi equipo. "Nos preparamos. Necesitamos más hombres y un plan. Ivan no se detendrá hasta que esté seguro de que no somos una amenaza."

La mirada en mis hombres reflejaba la misma determinación que sentía. Sabíamos que tendríamos que tomar medidas decisivas. No solo se trataba de proteger nuestro territorio, sino de asegurar el futuro de Nico.

La batalla por la ciudad se intensificaba. La ambición de controlar el tráfico de drogas nunca había sido tan clara, y la oposición de Ivan solo reforzaba mi determinación. La guerra había comenzado, y no tenía intención de retroceder.

Mientras discutíamos lo sucedido, la luz del sol comenzaba a filtrarse a través de las ventanas, iluminando la mansión con una calidez que contrastaba con la tensión que aún persistía en el aire. Mis hombres se sentaban alrededor de la mesa, las caras cansadas pero decididas. Pero yo, cada vez más enfadado, no podía quitarme la frustración de la mente.

"¿Cómo hemos podido fallar en nuestra seguridad? ¡En mi propia casa!" exclamé, golpeando la mesa con el puño. El sonido resonó en la sala, y el ambiente se volvió aún más tenso.

Uno de mis hombres, mirando hacia abajo, intentó justificar la situación. "No lo vimos venir, Alex. Nadie esperaba un ataque así. Están más organizados de lo que creíamos."

"No es una excusa," interrumpí, mi voz más dura que nunca. "La seguridad de esta casa es nuestra prioridad. No puedo permitirme que nos ataquen en nuestros propios dominios. No después de todo lo que hemos trabajado para construir esto."

La rabia burbujeaba dentro de mí, mezclada con una sensación de vulnerabilidad que no estaba acostumbrado a sentir. Había dado todo por proteger a mi familia y mis negocios, y ahora, la idea de que Ivan y su banda hubieran logrado infiltrarse era una humillación que no podía soportar.

"Necesitamos reforzar nuestras medidas de seguridad y no solo en la casa. Ivan no se detendrá hasta que esté seguro de que no somos una amenaza," continué, mirando a cada uno de mis hombres con intensidad. "Y quiero que se investigue cada rincón de esta mansión. Quiero saber cómo han llegado hasta aquí."

Mientras hablábamos, el sol ascendía, llenando la habitación de luz, pero mi enfado solo crecía. El ataque no había sido solo un fracaso en seguridad; había sido un golpe a mi reputación y a mi control. No podía permitir que esto se convirtiera en un símbolo de debilidad.

"Voy a hacer que paguen por esto. Cada uno de ellos," afirmé, con la determinación ardiendo en mi pecho. La guerra había comenzado, y estaba listo para luchar.

SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora