Julia estaba allí, desahogándose, soltando todo lo que llevaba dentro. Sentía un enfado tremendo hacia Alex, y la frustración la invadía. ¿Por qué no le dejaba tomar sus propias decisiones? Siempre se había mostrado indiferente hacia ella, como si su vida y sus elecciones no tuvieran importancia.
Ella sentía que solo quería fastidiarla, y eso la enfurecía aún más. El conflicto interno crecía dentro de ella, una tormenta de emociones que no sabía cómo controlar. Las lágrimas amenazaban con brotar, pero la rabia la mantenía firme.
Por otro lado, Alex la miraba con una mezcla de sorpresa y confusión. ¿Tan desesperada estaba? se preguntaba. ¿Tanto necesitaba el dinero? No había pensado mucho en ello antes, pero ahora, al ver a Julia frente a él, podía apreciar la verdadera desesperación que la consumía.
Recordó aquellos días en su oficina, cuando ella había rogado por una oportunidad, su voz temblando de nerviosismo. En aquel momento, no había captado la gravedad de su situación, pero ahora, al ver su angustia, todo cobraba sentido.
—¿Por qué no entiendes que no puedo dejarte hacer esto?— le preguntó, la preocupación asomando en su tono.
—¡No tengo otra opción!— insistió Julia, la urgencia en su voz era palpable.
—¿Por qué?— cuestionó Alex, intentando penetrar en la mente de Julia, buscando entender la razón detrás de su insistencia.
Julia recordó la amenaza de Julián, el temor que la había mantenido despierta por las noches. Pero no quería hablar de eso; no quería recordarlo. —Solo lo necesito, Alex. Por favor.— fue todo lo que pudo decir, su voz casi quebrándose.
Alex negaba con la cabeza, lleno de dudas. ¿Qué debía hacer? La pregunta se repetía en su mente como un eco sin respuesta. Sabía que debía protegerla, pero también se daba cuenta de que estaba tratando de controlar su vida de una manera que no le gustaba.
La tensión entre ellos crecía, y el aire en la sala se volvía pesado. Alex podía sentir la desesperación que emanaba de Julia, y eso lo frustraba aún más.
Después de unos segundos de tenso silencio, Julia se armó de valor y, con voz entrecortada, dijo:
—Por favor, no te metas en mi vida. Lo necesito de verdad. Y a ti no debería importarte lo que yo haga.
Esa frase caló hondo en Alex, quien se detuvo a pensar en sus palabras. Tenía razón. Era su vida, no la de él. El conflicto entre su deseo de protegerla y su necesidad de respetar sus elecciones lo abrumaba. A él no le importaba ella; le tenía que dar igual lo que hiciera con su vida. ¿Quiere meterse en eso? Está bien.
—Tienes razón. Haz lo que quieras.— respondió finalmente, con un tono que no podía ocultar su frustración. Sin más, salió de la sala, con un humor de perros que lo acompañaba, sintiendo que había perdido más que una discusión; se había dado cuenta de que algo dentro de él estaba sucediendo.
Julia, sintiéndose desbordada, se dejó caer en uno de los sofás de cuero. Con un suspiro profundo, intentó soltar toda la tensión acumulada del momento. Las emociones la arrastraban; había obtenido una pequeña victoria.
Unos segundos después, cuando consiguió calmarse, se levantó del sofá y salió de la sala, decidida a enfrentar las consecuencias de sus acciones. Se acercó a Marcos y Lucas, que estaban conversando en la parte principal del club. Inconscientemente intentó buscar a Alex con la mirada. Miró por todo el palco, pero él ya no estaba. Se había marchado.
Ellos la miraron con curiosidad, y Marcos, con una expresión seria, le dijo: —Después tendrás que darme algunas explicaciones, pero Alex dio luz verde a que trabajes con nosotros.
Marcos, Julia y Lucas pasaron la noche hablando sobre todo lo que tenían que hacer, discutiendo las normas y las órdenes que debían seguir. Era un mundo nuevo y desconocido para Julia, y la tensión en el aire era palpable. Marcos accedió a presentarle a algunos de sus clientes y a enseñarle cómo hacer las transacciones.
Julia escuchaba con atención, intentando que ninguno de ellos notase el miedo y el pánico que la invadían. Cada palabra de Marcos era un recordatorio de la realidad en la que se estaba adentrando, y aunque quería ser valiente, la ansiedad pulsaba en su pecho.
Una vez que le quedó todo claro, Marcos la acompañó a casa. Durante el trayecto, la tensión se transformó en un silencio incómodo, y finalmente, él rompió el hielo.
—¿De qué conocías a Alex?— preguntó, sus ojos fijos en la carretera.
Julia dudó un momento, buscando las palabras adecuadas.
—Era mi jefe— empezó a decir, la historia fluyendo desde su mente. —Al principio, pensé que solo era un hombre de negocios. Me ayudó a conseguir un trabajo cuando más lo necesitaba.— Fue un breve resumen, pero Marcos escuchaba atentamente, sin interrumpir.
Al llegar a casa, Marcos se volvió hacia ella y le dijo: —Natalia no sabe nada de esto. Debe ser un secreto.
Julia asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad. —Lo sé— respondió, consciente de que debía proteger a quienes amaba de esta nueva realidad.
Bajó del coche y, mientras caminaba hacia la puerta, un torrente de emociones la invadió. Una vez en casa, subió a su habitación y, apenas se tumbó en la cama, su mente comenzó a revivir la escena. Alex y ella en esa sala, discutiendo. Recordaba cómo él la miraba, la intensidad en su expresión y la frustración que emanaba de cada palabra que decía.
Las imágenes la atormentaban: su voz enojada, la manera en que la había agarrado del brazo. ¿Cómo había llegado a eso? se preguntó. Nunca pensó que Alex llegaría otra vez a su vida. La verdad sobre su vida se sentía como un velo que se había rasgado, revelando un mundo de sombras y secretos.
Julia sentía que había empezado a ver a Alex de otra manera. Esa noche, algo cambió en su percepción. La forma en que la miraba, cómo hablaba y la manera en que la trataba la hacían sentir rara. Esto era nuevo para ella. La idea de que Alex estaba preocupado por ella, de que no quería que se metiera en este mundo, le daba un atisbo de ilusión.
Sin embargo, pronto se dio cuenta de que quizás simplemente Alex no la aguantaba, y eso la entristecía. ¿Por qué le importaría a él lo que hiciera con su vida?
Pero al menos tenía lo que quería. Había entrado en su mundo, y poco a poco empezaría a trabajar. Esperaba ese dinero como agua de mayo, un alivio que se sentía tan cercano y, al mismo tiempo, tan distante.
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SUSURROS DE LA NOCHE || Finalizada. 🤍
RomanceJulia es una joven marcada por una infancia difícil, luchando día a día para cubrir las facturas del hospital debido a una enfermedad crónica. Con dos trabajos para sobrevivir, su vida da un giro inesperado cuando Alex, el enigmático hermano del niñ...