Caminos entrelazados

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|Mackenzie| °meses a tu lado°

La semana pasó en un torbellino de emociones. Intenté mantener la rutina con Anthony y mi vida diaria, pero la conversación con Alecc seguía resonando en mi mente. Jack estaba a mi lado, brindando su apoyo incondicional, pero la sombra de lo que significaba el regreso de Alecc se cernía sobre nosotros como una nube oscura.

Una mañana, mientras preparaba el desayuno, noté que Anthony parecía más cansado de lo habitual.

—¿Estás bien, cariño? —pregunté, viendo que se frotaba los ojos con las manos.

—Sí, solo tengo un poco de frío. —dijo con voz adormilada.

Decidí que tal vez necesitaría un abrigo más grueso. Después de todo, el clima comenzaba a enfriarse.

—Bueno, abróchate la chaqueta y vamos a la escuela. —le dije mientras colocaba su desayuno en la mesa.

Lo llevé a la escuela, notando que su energía no era la misma. Mi instinto maternal me decía que algo no estaba bien, pero traté de no preocuparme en exceso.

Sin embargo, al mediodía, mientras estaba en una clase, recibí una llamada de la escuela. Mi corazón se hundió cuando escuché la voz de la secretaria.

—Hola, Mackenzie. Anthony no se siente bien y me preocupa un poco. ¿Puedes venir a recogerlo?

—Sí, claro, voy en seguida. —respondí, sintiendo que el mundo se volvía gris a mi alrededor.

Cuando llegué a la escuela, encontré a Anthony sentado en la enfermería, con la cabeza apoyada sobre la mesa y los ojos entrecerrados. Me acerqué y le acaricié la cabeza.

—¿Qué te pasa, mi amor? —pregunté, preocupada.

—Me duele la cabeza y tengo frío. —dijo, su voz apenas un susurro.

—Vamos a casa, cariño. Te voy a cuidar. —le dije, sintiendo una ola de protectora brotar en mí.

Lo llevé a casa y lo acomodé en el sofá, cubriéndolo con una manta. Jack llegó poco después, y al ver a Anthony así, su rostro se llenó de preocupación.

—¿Qué le pasó? —preguntó, acercándose rápidamente.

—Se siente mal, tiene fiebre. —respondí, sintiendo que mis miedos se multiplicaban.

Jack se agachó junto al sofá, acariciando la frente de Anthony.

—Hola, campeón. ¿Te sientes mejor? —preguntó, su tono cálido y reconfortante.

Anthony apenas pudo abrir los ojos para mirarlo, pero sonrió débilmente.

—Quiero helado. —dijo, y una risa suave escapó de Jack.

—Creo que un poco de helado te hará sentir mejor, pero primero vamos a asegurarnos de que estés bien. —dijo Jack, levantándose y mirando hacia mí—. ¿Tienes algo para medir su fiebre?

Asentí y busqué el termómetro. Cuando lo medí, vi que tenía una fiebre baja, pero era suficiente para preocuparme.

—Creo que debería descansar y tomar algo de líquido. —dije, sintiendo la tensión en mis hombros.

Pasamos la tarde juntos, viendo películas y cuidando de Anthony. Aunque estaba preocupado por mi hijo, había algo reconfortante en la forma en que Jack se comportaba con él. Su atención y cuidado llenaban el espacio con calidez. Pero, a medida que la noche se acercaba, la ansiedad volvió a surgir en mí. Necesitaba hablar con Alecc sobre la situación, pero no quería que eso interfiriera con la relación que estaba construyendo con Jack.

NUESTROS CAMINOS CRUZADOSWhere stories live. Discover now