|Mackenzie| °meses a tu lado°
El sol matutino se colaba por las cortinas del cuarto, y lo primero que escuché fue la risa alegre de Anthony en el pasillo. Esa risa, tan pura, tan llena de vida, era el sonido perfecto para empezar cualquier día. Jack ya se había levantado y estaba en la cocina, preparando su famoso desayuno de tortitas, mientras Anthony correteaba de un lado a otro con un entusiasmo inagotable.
Al salir de la habitación, me encontré con ellos en la cocina. Jack, con una espátula en mano y un delantal que había traído de la vieja casa, cocinaba concentrado mientras Anthony intentaba alcanzarlo para robarle pedazos de fruta.
—¡Hoy vamos al parque, mami! —dijo Anthony emocionado, corriendo a abrazarme—. Y papi Jack dijo que va a enseñarme a volar cometas.
Le devolví el abrazo y miré a Jack, sorprendida y enternecida por el apodo que Anthony le había dado sin previo aviso. Jack me devolvió la mirada, claramente conmovido, pero sin decir nada al respecto. Sabíamos lo mucho que significaba para él.
—¿Listo para ser piloto de cometas, peque? —dije, acariciando su cabello con cariño—. Vamos a necesitar todas tus fuerzas para que vuelen alto.
Después de un desayuno alegre y algo caótico, salimos al parque. Jack cargaba la cometa azul que había comprado especialmente para este día, y Anthony no podía contener su emoción, brincando a su lado todo el camino.
Al llegar al parque, nos instalamos en una pequeña colina. El viento era perfecto para elevar la cometa, y Jack le explicó a Anthony cómo sostenerla mientras él comenzaba a desenrollar el hilo. Anthony observaba con fascinación, asimilando cada indicación con el mismo entusiasmo.
—Cuando te diga, suéltala y corre hacia allá, ¿entendido? —dijo Jack, señalando la dirección opuesta.
Anthony asintió con decisión y, a la señal de Jack, soltó la cometa y empezó a correr. La cometa se elevó de inmediato, moviéndose en círculos con el viento, y Anthony gritaba de alegría al verla danzar en el cielo. La escena era tan sencilla, tan pura, que sentí una felicidad indescriptible al verlos juntos, conectados en un momento que parecía casi mágico.
Después de un rato, Anthony soltó el hilo y corrió hacia mí, sus ojos brillando de emoción.
—¿Viste, mami? ¡La cometa voló alto, altísimo! —exclamó, abrazándome con fuerza.
—Claro que sí, mi amor —respondí, acariciando su espalda—. ¡Fuiste un excelente piloto!
Jack se acercó y nos rodeó con sus brazos, dejando que el silencio hablara por nosotros. Ese pequeño instante, en el parque con la cometa elevándose sobre nosotros, era uno de esos momentos que quedan grabados para siempre.
Ya al final de la tarde, mientras caminábamos de regreso a casa, Anthony se quedó dormido en los brazos de Jack, agotado pero con una sonrisa en los labios. Cuando llegamos, lo llevamos a su habitación, y después de arroparlo, Jack y yo nos quedamos unos minutos observándolo dormir.
—Gracias por ser parte de nuestras vidas, Jack —le susurré, sin apartar la vista de Anthony.
Él me tomó de la mano y, en silencio, nos dirigimos a la terraza para disfrutar juntos del atardecer, con la promesa tácita de que esta vida, con sus primaveras y sus pequeños momentos perfectos, era solo el comienzo.
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NUESTROS CAMINOS CRUZADOS
Teen Fiction¿Quién dijo que después de la tormenta sale el sol cuando puede haber un rayo? Leer es una gran palabra, para mi leer es... transportarme. Al leer la primera pagina ya estoy en otra realidad, donde tengo una vida. Dejo de ser la antagonista de la m...