|Mackenzie| °meses a tu lado°
MARATÓN 4/5
El día después de nuestra pequeña escapada, Jack me sorprendió de nuevo. Mientras desayunábamos tranquilamente, me lanzó una mirada juguetona, esa que ya comenzaba a reconocer como señal de que algo tramaba.
—Hoy te llevo a hacer algo diferente —dijo, sorbiendo su café con una sonrisa cómplice.
—¿Más sorpresas? —pregunté, arqueando una ceja, divertida pero curiosa.
—Oh, sí. Pero esta vez no será tan relajante como ayer —respondió, dejándose caer en la silla, con esa actitud despreocupada que le quedaba tan bien—. Vamos a jugar un poco de baloncesto.
Solté una carcajada. Yo y el baloncesto no éramos exactamente el dúo perfecto. Siempre había sido más de deportes tranquilos o de quedarme viendo desde las gradas. Pero la forma en la que Jack sonreía, emocionado por la idea, me hizo pensar que podría ser divertido.
—¿Estás seguro de que sabes a quién invitas? —dije, levantando las manos como si fueran una advertencia—. Soy un completo desastre con los deportes de pelota, y eso incluye el baloncesto.
—Eso lo hace más interesante. —Jack se levantó y me guiñó un ojo—. Yo te enseño. Y, créeme, será divertido.
Me rendí ante su entusiasmo, así que después de desayunar, nos pusimos ropa deportiva y nos dirigimos a una pequeña cancha que estaba no muy lejos de casa. El sol estaba alto, pero la brisa fresca hacía que el día fuera perfecto para estar afuera. Cuando llegamos, la cancha estaba vacía. Solo estábamos nosotros dos, lo que ya me relajaba un poco.
Jack sacó un balón de la cajuela del auto, sonriendo como si tuviera todo bajo control. Yo, por otro lado, ya empezaba a sentir los nervios. No quería hacer el ridículo delante de él, pero sabía que lo haría de todas maneras. Así que me mentalicé para pasarlo bien, aunque no lograra encestar una sola vez.
—Vamos, ¿lista para aprender? —preguntó Jack mientras botaba el balón con una facilidad impresionante. Se notaba que sabía lo que hacía.
—Tan lista como puedo estar para hacer el ridículo —respondí, riéndome de mí misma.
Jack se acercó, tomando mis manos y posicionándome frente a la canasta.
—Primero lo básico —dijo mientras me pasaba el balón—. Sujeta el balón firmemente, pero con control. No demasiado apretado. Ahora, cuando lances, usa las piernas para impulsarte y no pongas toda la fuerza en los brazos. ¿Lo tienes?
Intenté seguir sus indicaciones, pero en el primer lanzamiento, el balón ni siquiera tocó el aro. Pasó de largo por el lado, casi aterrizando fuera de la cancha. Me quedé congelada un segundo antes de soltar una carcajada.
—¿Ves? Te dije que no soy buena en esto —dije, riéndome de lo patético que había sido mi intento.
Jack, en cambio, sonreía con paciencia, acercándose para recoger el balón.
—Está bien, para eso estamos aquí. No se trata de que seas perfecta, se trata de que nos divirtamos —respondió, pasándome el balón de nuevo.
Me mostró cómo colocar las manos de manera correcta, y esta vez, me quedé quieta, tratando de absorber todo lo que me decía. Volví a intentarlo, y aunque no fue una gran mejora, al menos el balón golpeó el aro antes de caer al suelo.
—¡Progreso! —exclamó Jack, levantando los brazos como si yo acabara de anotar la canasta ganadora de un gran partido.
Nos reímos juntos mientras seguíamos intentando. Jack hacía parecer tan fácil el juego, moviéndose con agilidad y encestando una y otra vez. Cada vez que fallaba, él me alentaba, y aunque al principio estaba más preocupada por no avergonzarme, pronto me relajé. Empezamos a hacer pequeñas competencias: quién lograba encestar más veces en cinco minutos o quién fallaba menos. Obviamente, Jack me ganaba cada vez, pero no me importaba. Estábamos disfrutando, riéndonos como niños.
Después de un rato, él propuso un uno contra uno. No había ninguna duda de que me ganaría, pero acepté. Me enfrenté a él con determinación, aunque sabía que no tenía oportunidad. Jack era rápido, y yo no podía seguirle el ritmo, pero me dejaba intentarlo, fingiendo que me daba ventaja.
En un momento, intenté quitarle el balón mientras corría hacia la canasta, pero en lugar de quitárselo, tropecé con mis propios pies y caí de bruces al suelo. Me quedé allí, tumbada, riendo a carcajadas mientras Jack corría hacia mí, preocupado.
—¡Estás bien! —dijo, ayudándome a levantarme—. ¿Te hice daño?
—No, no —respondí, todavía riendo—. Estoy bien. Solo... soy muy mala en esto.
Jack también empezó a reír, y cuando finalmente me puse de pie, me envolvió en un abrazo.
—No eres mala, solo... tienes tu propio estilo de juego —bromeó.
—Claro, mi estilo es caerme y perder el balón —contesté, abrazándolo de vuelta.
Nos quedamos allí un momento, abrazados en medio de la cancha, el sol brillando sobre nosotros. Era uno de esos momentos que no necesitaba palabras, solo estar juntos.
—Vamos, una más —dijo Jack, separándose un poco pero aún sosteniéndome por la cintura—. Esta vez, vamos a hacer equipo.
Me guiñó un ojo, dándome el balón. Nos posicionamos frente a la canasta, y mientras él me ayudaba a encestar, sentí que el día no podía ser mejor. No importaba si era buena o mala en baloncesto. Jack hacía que todo fuera divertido.
Cuando finalmente decidimos parar, ambos estábamos sudados y agotados, pero felices. Nos tumbamos en la hierba junto a la cancha, mirando el cielo mientras recuperábamos el aliento.
—¿Sabes? —dije, girándome hacia él—. Creo que podrías ser el mejor entrenador de baloncesto de la historia.
—¿Ah, sí? —Jack me miró con una sonrisa torcida—. Pues tú eres mi mejor alumna. Aunque sigas tropezando de vez en cuando.
Nos reímos juntos, y aunque el juego había sido un desastre para mí, sentí que habíamos compartido algo especial. Era uno de esos días que recordaríamos con cariño, no por lo que hicimos, sino por cómo lo hicimos juntos.
—Gracias por hoy —le dije, apoyando mi cabeza en su pecho.
—Gracias a ti por intentarlo, aunque sabías que no te gustaba mucho la idea —respondió, besándome suavemente en la frente.
Y así, en ese pequeño rincón del mundo, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, supe que no importaba lo que hiciéramos, siempre sería perfecto si estaba con Jack.
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NUESTROS CAMINOS CRUZADOS
Teen Fiction¿Quién dijo que después de la tormenta sale el sol cuando puede haber un rayo? Leer es una gran palabra, para mi leer es... transportarme. Al leer la primera pagina ya estoy en otra realidad, donde tengo una vida. Dejo de ser la antagonista de la m...