Un Mensaje Inesperado

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|Mackenzie| °meses a tu lado°


Había pasado ya una semana desde la última vez que Marcus había escrito, y aunque me esforzaba por concentrarme en lo que realmente importaba —Jack, Anthony, y nuestro hogar—, una pequeña parte de mi mente no podía evitar revisar el teléfono de vez en cuando, esperando, casi temiendo, recibir otro mensaje de él.

Un viernes por la tarde, mientras Jack y Anthony jugaban en el parque, me tomé un momento para relajarme en una banca cercana, viendo cómo los dos reían despreocupadamente. Era justo entonces, entre risas y el sol del atardecer, que vibró mi teléfono. No quise mirar de inmediato, pero la curiosidad me ganó. Deslicé el dedo por la pantalla y, tal como lo temía, era otro mensaje de Marcus:

"Mackenzie, no quiero incomodarte, pero he estado pensando en ti. Estoy en la ciudad. Me gustaría verte, solo para hablar y ponernos al día, si eso está bien para ti."

Mi corazón dio un vuelco. No podía negar que había parte de mí que deseaba verlo, no para revivir viejas emociones, sino para cerrar capítulos, entender cómo habíamos cambiado y cómo había evolucionado cada uno por caminos separados. Dudé un instante, pero finalmente le respondí:

"Hola, Marcus. Gracias por el mensaje. No estoy segura de que sea una buena idea... mi vida ahora es muy distinta, y he construido algo hermoso con mi familia."

Pensé que con eso sería suficiente, pero Marcus insistió:

"Solo será una conversación, Mackenzie. Prometo no hacer nada que incomode a nadie."

Guardé el teléfono, intentando alejar cualquier conflicto que esto pudiera causar, pero antes de que me diera cuenta, Jack se acercó a mí con Anthony en brazos, mirándome con esa calma y determinación que siempre tenía cuando sabía que algo me preocupaba.

—¿Todo bien? —preguntó, estudiando mi expresión.

Asentí, intentando sonreír, pero sabía que no podía ocultarle nada a Jack.

—Es Marcus, otra vez —le confesé, suspirando—. Está en la ciudad y... quiere verme.

Jack se quedó en silencio por un momento, mirándome con una mezcla de comprensión y seriedad.

—¿Y qué quieres hacer? —preguntó, sin rastro de enojo en su voz, solo esa genuina preocupación y apoyo que siempre mostraba.

Lo miré, indecisa. Quería ser honesta con él, y sobre todo, ser honesta conmigo misma.

—Parte de mí siente que necesito verlo, no por lo que hubo entre nosotros, sino para poder cerrar esa etapa, cerrar cualquier cosa que haya quedado pendiente. No quiero que este fantasma del pasado siga rondando mi vida.

Jack asintió lentamente, manteniendo la calma. Sabía que me entendía, aunque también veía una pizca de incomodidad en su mirada.

—Confío en ti, Mackenzie. Si necesitas hacer esto, adelante. Solo... no dejes que él altere lo que tenemos. No permitas que algo del pasado se lleve lo que hemos construido juntos.

Asentí, sintiéndome aliviada por su comprensión.

Esa noche, una mezcla de emociones me acompañó hasta que finalmente me quedé dormida. Al día siguiente, le escribí a Marcus para confirmarle que lo vería. Nos encontramos en un café tranquilo en el centro de la ciudad, y mientras me dirigía hacia allá, no pude evitar recordar todas las veces que habíamos estado juntos en lugares así, soñando con futuros que nunca llegaron.

Cuando llegué, lo vi sentado en una mesa, esperándome. Había cambiado mucho; tenía algunas canas, una seriedad en el rostro que antes no estaba, y aunque su sonrisa seguía siendo familiar, sentí que estábamos frente a frente como dos extraños.

—Mackenzie, gracias por venir —dijo, con esa voz suave que recordaba.

Me senté frente a él, y comenzamos a hablar de todo y de nada. Me contó sobre su trabajo, sus viajes, y yo le hablé brevemente de mi vida actual, de Anthony y Jack. Al escuchar sus nombres, vi un cambio en su expresión.

—Nunca pensé que te vería siendo madre —admitió, con una sonrisa de nostalgia—. Siempre fuiste tan independiente.

Asentí, con una sonrisa.

—Lo sé. Pero con ellos encontré algo que nunca había experimentado. Son mi familia, Marcus.

Su expresión se tornó más seria. Se inclinó un poco hacia adelante, y con voz baja me dijo:

—Mackenzie, siempre he lamentado lo nuestro. Me he preguntado mil veces cómo habría sido la vida si nunca me hubiera ido.

Sentí un nudo en la garganta, pero tomé aire y le respondí con sinceridad.

—Marcus, la vida siguió para ambos. Y aunque fue especial, fue algo que dejó de ser real hace mucho. Estoy agradecida por lo que tuvimos, pero también agradecida de que se haya terminado, porque hoy tengo a una familia que amo más que nada.

Él asintió, comprendiendo finalmente. Con una sonrisa resignada, levantó su taza de café en un gesto de despedida.

—Me alegra verte feliz, Mackenzie. De verdad.

Nos despedimos sin abrazos, sin promesas. Sólo un adiós tranquilo, con la certeza de que ese capítulo de mi vida finalmente estaba cerrado.

Al llegar a casa, encontré a Jack y Anthony jugando en el suelo de la sala. Jack me miró, con esa sonrisa cálida que siempre me hacía sentir en casa, y me acerqué para abrazarlo con fuerza.

—¿Todo bien? —preguntó, acariciándome el cabello.

Asentí, y sin soltarlo le dije:

—Ahora sí.

NUESTROS CAMINOS CRUZADOSWhere stories live. Discover now