|Mackenzie| °meses a tu lado°
El sonido del despertador me sacó de un sueño profundo y confuso. Mis ojos se abrieron lentamente, ajustándose a la luz matutina que se filtraba a través de las cortinas. A mi lado, Jack aún dormía, su respiración tranquila y constante, su brazo rodeando mi cintura de forma protectora. El calor de su cuerpo era reconfortante, pero mi mente estaba en otro lugar, lejos de la tranquilidad que se sentía en ese momento.
Habían pasado semanas desde que todo explotó, desde que la verdad salió a la luz, y aunque las cosas parecían haber vuelto a una especie de normalidad, no podía evitar sentir que todo estaba en equilibrio precario, como si una sola palabra mal dicha pudiera desmoronar todo lo que habíamos reconstruido.
Me levanté con cuidado para no despertarlo y me dirigí al baño. El reflejo en el espejo mostraba a alguien que parecía haber envejecido en tan poco tiempo. Ojeras, una mirada cansada... todo lo que había pasado me había dejado emocionalmente agotada. Llené el lavabo de agua fría y me lavé la cara, esperando que eso despejara un poco mis pensamientos.
Mientras me cepillaba el cabello, escuché el sonido familiar de pequeños pasos que venían desde la puerta. Sonreí automáticamente antes de darme la vuelta y encontrarme con Anthony, abrazando su peluche favorito.
—Mami... —murmuró con la voz adormilada, frotándose los ojos.
—Buenos días, cariño. —me agaché para recibirlo en mis brazos—. ¿Dormiste bien?
Asintió, pero su abrazo fue más fuerte de lo normal. Algo no estaba bien. Le acaricié el cabello, y pude sentir el leve calor en su frente. Lo miré más de cerca, y vi que estaba pálido, más de lo habitual.
—Mmm... creo que tienes fiebre. —dije con preocupación, levantándolo en brazos.
Lo llevé a la cocina para prepararle un poco de agua y ver si tenía algo más. Jack, que ya se había despertado, apareció detrás de mí.
—¿Qué pasa? —preguntó, acercándose a nosotros con una mirada adormilada pero alerta.
—Anthony parece tener fiebre. —respondí mientras le daba un sorbo de agua.
Jack frunció el ceño y se acercó para tocarle la frente.
—Sí, está caliente. ¿Tienes termómetro? —preguntó, ya dirigiéndose al botiquín.
Asentí y saqué el termómetro. Anthony se veía cansado, su cuerpecito apoyado contra mí mientras esperaba. Era una sensación horrible, esa impotencia de no poder hacer más que esperar y cuidar. Después de unos minutos, el termómetro confirmó lo que temíamos: 38.5 grados.
—Tendrá que quedarse en casa hoy. —dije, mi mente ya repasando las cosas que debía reorganizar para poder estar con él todo el día.
Jack me miró con una mezcla de preocupación y empatía.
—No te preocupes por la universidad hoy. Yo también puedo quedarme y ayudarte con él. —ofreció, siempre dispuesto a estar presente cuando lo necesitaba.
Una parte de mí quería aceptar su oferta sin pensarlo dos veces, pero había tantas cosas en mi lista pendientes. Clases importantes, proyectos que no podía postergar... Era difícil encontrar un equilibrio entre ser madre y continuar con mis estudios, y en días como este, esa carga se sentía más pesada.
—No quiero que tú también pierdas el día... —dije, aunque sabía que Jack haría lo que fuera necesario.
—No perdería nada. Anthony es mi prioridad también. —dijo, firme y decidido.
Mi corazón se apretó ante sus palabras. Era increíble cómo había asumido el papel de figura paterna sin dudarlo, incluso con todo lo que había pasado. Su dedicación y amor por Anthony eran innegables. Pero entonces el miedo se coló en mi mente, el mismo temor que me había acompañado desde el día en que Alecc apareció de nuevo.
¿Qué pasaría si Alecc decidía que quería formar parte de la vida de Anthony? ¿Y si quería llevárselo lejos de mí? Esa posibilidad me paralizaba. Sabía que Jack haría lo imposible por defendernos, pero la incertidumbre siempre estaba ahí, acechando.
Jack, notando mi silencio, me miró con preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó, tomando mi mano.
Lo miré y forcé una sonrisa, aunque mi mente seguía enredada en esos pensamientos oscuros.
—Sí, solo... hay mucho en mi cabeza. Pero estaré bien. —mentí.
Sabía que no era justo para Jack, pero tampoco podía compartir todos mis miedos en ese momento. No quería añadir más presión a lo que ya estaba cargando. Así que lo dejé pasar y traté de concentrarme en cuidar a Anthony por el día.
Pasaron las horas, y la fiebre de Anthony empezó a bajar con la medicina. Mientras él descansaba en su habitación, Jack y yo nos sentamos en el sofá, finalmente teniendo un momento de calma.
—Gracias por estar aquí hoy. —dije, apoyando mi cabeza en su hombro—. No sé qué haría sin ti.
Jack sonrió y me rodeó con su brazo.
—Siempre voy a estar aquí, Mack. Pase lo que pase. No lo dudes nunca.
Quería creerle. De verdad quería. Pero el peso de todo lo que había pasado no era algo que pudiera simplemente desaparecer. Habíamos sobrevivido a muchas tormentas, y sabía que vendrían más. Lo único que podía hacer ahora era disfrutar de los momentos de tranquilidad, de los pequeños respiros que la vida nos daba, como este.
Me acurruqué más cerca de él, intentando dejar ir, aunque fuera por un rato, todo lo que me atormentaba. Porque en este momento, todo lo que importaba era que estábamos juntos.
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NUESTROS CAMINOS CRUZADOS
Teen Fiction¿Quién dijo que después de la tormenta sale el sol cuando puede haber un rayo? Leer es una gran palabra, para mi leer es... transportarme. Al leer la primera pagina ya estoy en otra realidad, donde tengo una vida. Dejo de ser la antagonista de la m...