Un Día de Aventuras

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|Mackenzie| °meses a tu lado°


Era sábado, y Jack y yo habíamos decidido dedicar el día solo a nosotros. Anthony pasaría el día con Will y Naya, quienes se habían ofrecido a cuidarlo para darnos un merecido respiro. Al principio me sentí culpable por dejarlo, pero Jack insistió en que este era un tiempo que también necesitábamos para mantener nuestra conexión viva y disfrutar de un poco de libertad. No pude decirle que no.

Jack había planeado una salida sorpresa, así que lo único que sabía era que debía llevar ropa cómoda y mucha energía. Durante el camino, me lanzó miradas llenas de misterio y pequeñas sonrisas que solo me dejaban con más curiosidad. Finalmente, después de una media hora en auto, llegamos a un lugar que me sorprendió: un parque de aventuras.

—¿Estás lista para escalar, saltar y ensuciarte un poco? —preguntó Jack con una sonrisa traviesa.

—¡¿Estás bromeando?! —le dije riendo—. ¡Claro que sí! Aunque debo advertirte, puedo ser un poco competitiva.

—Eso me encanta de ti, Mack —respondió mientras me tomaba la mano y caminábamos hacia la entrada.

Primero, probamos un circuito de cuerdas y escalada. Al principio, me costó un poco acostumbrarme, pero Jack, que parecía moverse con total facilidad, me animaba en cada paso. Nos reíamos cada vez que alguien perdía el equilibrio y teníamos que sujetarnos de las cuerdas para no caer. Hubo un momento en el que ambos estábamos colgando en un ángulo imposible, apenas aguantándonos de la cuerda y sin poder dejar de reírnos.

Después de varios intentos y muchas risas, logramos llegar al final del circuito. Nos abrazamos, ambos agitados, pero felices.

—Sabes, te veías increíblemente atractiva ahí arriba —dijo Jack, con una mirada de diversión y algo más intenso.

—¿Oh, sí? —respondí sonriendo—. Entonces prepárate, porque ahora viene la parte difícil.

La siguiente actividad fue una competencia de tirolesa, donde podíamos lanzarnos desde una torre y cruzar casi todo el parque a toda velocidad. Jack decidió lanzarse primero, y verlo gritar de emoción mientras atravesaba el aire fue contagioso. Cuando llegó mi turno, grité con todas mis fuerzas, disfrutando de la adrenalina y la sensación de libertad.

Al final del recorrido, Jack me estaba esperando con los brazos abiertos. Me lancé hacia él, y sin importar quién pudiera vernos, nos dimos un beso largo y lleno de energía.

—¡Esto fue increíble! —dije mientras intentaba recuperar el aliento.

—Quería darte un día inolvidable, y creo que está funcionando —contestó Jack con una sonrisa satisfecha.

Después de un breve descanso y un almuerzo improvisado en el parque, terminamos la tarde en un lago cercano donde podíamos alquilar kayaks. La idea de remar y explorar el lago juntos era perfecta para bajar un poco el ritmo y simplemente disfrutar de la compañía del otro.

Mientras remábamos lado a lado, Jack se detuvo un momento, y nos quedamos en silencio, admirando la vista. La paz del lugar, el suave sonido del agua y el hecho de estar juntos hicieron que el momento fuera perfecto.

—Gracias por esto, Jack —dije, rompiendo el silencio—. Creo que necesitábamos este día más de lo que imaginaba.

—Siempre supe que lo necesitábamos, Mack. No cambiaría esto por nada en el mundo —dijo, mirándome con una sinceridad que me tocó profundamente.

Nos quedamos en silencio, solo mirándonos, como si las palabras fueran innecesarias. Era un momento en el que, más allá de cualquier dificultad o complicación, todo se sentía bien. El tiempo parecía detenerse, y por un rato, éramos solo él y yo, flotando en medio de un lago tranquilo, lejos de todo.

Finalmente, el sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos, y supimos que era hora de regresar. Caminamos de vuelta hacia el auto, ambos un poco más agotados pero inmensamente felices. Sabíamos que, al llegar a casa, el bullicio de la vida cotidiana nos esperaría, pero ahora, con este día grabado en la memoria, parecía más fácil enfrentarlo juntos.

Esa noche, al regresar y ver a Anthony dormido en su cama, entendí que días como este no solo fortalecían nuestra relación, sino que nos llenaban de la energía y el amor necesarios para ser mejores, para darnos lo mejor de nosotros y crear algo que duraría más allá de cualquier tormenta.

Jack se acercó, rodeándome con sus brazos mientras observábamos a nuestro pequeño dormir. Nos dimos una última mirada de complicidad y supe, en ese instante, que éramos invencibles.


NUESTROS CAMINOS CRUZADOSWhere stories live. Discover now