Extra II Parte II: Mi omega

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Po, ajeno a la inquietante fijación del jaguar, respondió con una seguridad renovada.

—¿Así que ese es tu problema? Deberías estar más al tanto de las noticias, amigo.

El jaguar soltó una risa sombría, disfrutando del desafío en las palabras del panda.

—Tienes razón. —Luego, giró su cabeza y dio una orden con un gesto—. ¡Bajen al panda!

Los guerreros, obedientes, comenzaron a descenderlo mientras las cadenas mantenían a Po completamente neutralizado. Tigresa, aún suspendida, observó impotente mientras los demás lo arrodillaban en el suelo. Po intento zafarse pero al ver los grilletes, su corazón se hundió; eran las mismas que Tai Lung había llevado.

—Debes estar hablando en serio... —exclamó Po al darse cuenta de la gravedad de su situación.

El jaguar, cada vez más cerca, invadió el espacio de Po, inclinándose hacia él y olfateando su cuello.

—Realmente eres un omega. A pesar del acuerdo que tenía con ese pavo real, nunca pude conocerlo en persona y comprobar su olor. Pero tú... —sus palabras se desvanecieron en un susurro seductor mientras se acercaba aún más a su nuca—. No estás mal.

Po entendió las intenciones del jaguar y, aunque el miedo lo invadió, su espíritu se resistió a someterse. Miró al jaguar con desafío.

El jaguar sonrió, divertido por la osadía de su prisionero.

—Ah, con que esas tenemos. Pero déjame decirte algo muy en claro: los omegas como tú no pueden desafiar su propia naturaleza. —Un guerrero se acercó, entregando al jaguar un pequeño frasco—. Este es un regalo especial.

Mientras los demás guerreros se mantenían expectantes, Tigresa se balanceaba ligeramente con las cadenas, calculando su movimiento. El jaguar, confiado, intentaba obligar a Po a beber el contenido del frasco. Sin embargo, Po se resistía, manteniendo la boca cerrada.

—¡Bebe, panda! —exigió el jaguar, empujando el frasco contra sus labios.

Pero en un momento de desesperación, Po fue golpeado en el estómago, y al abrir la boca por inercia, tragó el extraño líquido. El jaguar sonrió, satisfecho.

—El efecto no tardará, así que si yo fuera tú, empezaría a dejar de oponerme. —Se acercó y acarició el rostro de Po, disfrutando de su control.

Tigresa, viendo la desesperación de Po, sintió que su ira crecía al ver cómo el jaguar lo dominaba. Unos minutos despúes, el omega murmura en un estado de confusión y mirada perdida.

—Alfa...

La palabra resonó en el aire, haciendo que los demás alfas jadearan de deseo, como si la palabra invocara un instinto primal. El jaguar, complacido, volvió a tomar el rostro de Po y, al ver ahora su expresión tonta dice con voz bordeando al placer.

—Eso es, omega. Compláceme.

El corazón de Tigresa latía con furia, y estaba a punto de saltar cuando, de repente, Po, ahora más cerca del jaguar, lo golpeó con su cabeza, dejando escapar un grito de sorpresa de los demás. El sonido del crujido del hueso resonó en el aire.

Aprovechando la confusión, Po canalizó su paz interior y reunió toda su fuerza para romper las grilletes que lo mantenían atrapado. Con un poderoso movimiento, utilizó las cadenas restantes para golpear a los guerreros que lo habían mantenido, todo es cuestión de segundos.

—¡Ahora, Tigresa! —gritó Po, mientras Tigresa, sin dudarlo, rugió con todas sus fuerzas y golpeó la viga que sostenía las cadenas.

Al romper la viga, las cadenas cayeron y le dieron más libertad para moverse. Sin tiempo que perder, Tigresa se lanzó hacia Po, aunque aún tenía dificultades debido al grillete.

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora