Capítulo 6: Aldea Panda

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Mientras Po observa la hermosa aldea, los pandas que realizan sus quehaceres notan a los recién llegados. Algunos dejan de trabajar en los campos, y los niños detienen sus juegos y dejan de corretear con sus cometas para girar su atención hacia Li Shan y su hijo.

—¡Li Shan ha regresado! —grita un panda desde lo alto—. ¡Y ha encontrado a su hijo!

El anuncio corre por toda la aldea, llenando el lugar de emoción. Los pandas, tanto hombres como mujeres, empiezan a dejar sus tareas y a acercarse para recibir a los recién llegados con calidez. Po mira a su alrededor, impresionado por la actividad en la aldea: hombres y mujeres betas trabajan duro en los campos de cultivo, mientras los niños juegan despreocupados. Sin embargo, algo llama más su atención: desde diferentes estructuras, Po nota a varios pandas armados vigilando tanto la aldea como el horizonte. 

—Supongo que esos son los guardias —piensa Po, con un toque de nerviosismo, al ver la seriedad en sus rostros.

A pesar de la bienvenida cálida, Po no puede evitar sentirse algo abrumado. Especialmente cuando nota cómo varias mujeres omegas de la aldea lo miran con curiosidad. Es evidente que han notado su casta. Algunas se acercan, intercambiando comentarios emocionados.

—¿El hijo de Li Shan es un omega? —murmura una.—Es la primera vez que veo uno —agrega otra, sorprendida.

Po, algo nervioso ante tanta atención, trata de mantener la calma, saludando cortésmente mientras su padre, Li Shan, toma el control de la situación. Lo presenta a varios de sus parientes, comenzando con sus primos gemelos, un par de betas robustos que lo reciben con abrazos efusivos. Después, lo conduce hacia la panda más anciana de la aldea, una beta a quien todos llaman "Abuela". Ella sonríe con sabiduría, pero mantiene un aire firme y respetable.

Mientras Po intercambia palabras con sus recién conocidos primos, una pequeña omega se acerca curiosamente a su mochila, que ha dejado abierta sin darse cuenta. En su interior, la niña encuentra una figura de acción de Tigresa y, fascinada, la toma entre sus pequeñas patas.

—¡Bebé con rayas! ¡Qué bonita! —exclama la niña, con alegría.Po, notando que la niña juega con su preciada figura de acción, se alarma.

—¡Cuidado con eso! —dice apresuradamente—. Es mi figura de acción...

La pequeña lo mira con grandes ojos brillantes, sosteniendo la figura de Tigresa contra su pecho.

—¿Me la regalas? —pregunta con una voz tierna.Po, a punto de negar nuevamente, se queda paralizado al ver los ojos enormes y llorosos de la niña. Da un suspiro de resignación y, con una sonrisa amable, le dice:

—Por supuesto... solo... cuídala muy bien, ¿sí?

—¡Por supuesto, señor! —responde la niña con una gran sonrisa, riendo alegremente antes de alejarse feliz con su nuevo tesoro.

Po la observa con ternura cuando de repente escucha a Li Shan gritar:

—¡Un banquete en honor a mi hijo!

Antes de que pueda reaccionar, Po ve cómo su padre y otros pandas comienzan a rodar colina abajo, riendo y disfrutando el trayecto. El Sr. Ping, que está junto a Po, se cruza de alas y comenta en tono sarcástico:

—¿Habías visto a personas más ridículas? —ríe el ganso.Sin embargo, su humor cambia de inmediato cuando ve que Po también se prepara para rodar.—¡Po, no...! —grita Ping, pero es demasiado tarde.

Po ya ha comenzado a rodar colina abajo. Aunque su técnica es menos refinada que la de los demás pandas, lo intenta con entusiasmo. Mientras rueda, golpea ramas, rocas y pequeños árboles, pero aun así logra llegar hasta donde los demás se han reunido. Desorientado y con un leve mareo, Po finalmente se levanta y ve que todos ya están sentados alrededor de una gran mesa, esperando por él.

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora