Capítulo 16: Sacrificio

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Po se fue. Asesinado fríamente por Kai. Un silencio sepulcral envuelve la aldea, roto solo por los suaves murmullos del viento que hace revolotear los pétalos de cerezo. Donde antes había estado el cuerpo de Po, ahora solo queda un círculo de esos pétalos, brillando tenuemente, como una despedida.

Tigresa, que ha corrido con todo su ser para llegar hasta Po, ahora solo puede contemplar el lugar vacío. Se deja caer de rodillas, incapaz de contener las lágrimas que había intentado reprimir durante la pelea. No ha llegado a tiempo. Su omega está... muerto. La devastación la golpea como una ola implacable, y por primera vez, Tigresa, la guerrera feroz y disciplinada, deja que su dolor la sobrepase. Su respiración es entrecortada, su corazón roto.

Los pandas que han presenciado la escena rompen en llanto. El aire está cargado de tristeza e impotencia. Li Shan, el padre de Po, camina como en una especie de trance hacia Tigresa, sus ojos en los pétalos que aún flotan débilmente en el aire. A su lado, el Sr. Ping apenas puede contener sus propias lágrimas, ya desbordadas en silencio. Mei Mei, con su maquillaje corrido y sin importarle nada más que la pérdida de su amigo, llora junto a los demás pandas. Jia Li y el resto del grupo se unen en el duelo colectivo, el dolor en sus ojos es un reflejo del sufrimiento que todos comparten.

Li Shan es el primero en romper el silencio, su voz apenas un susurro, pero cargada de dolor.

— ¿A dónde fue? — Su mirada permanece fija en el lugar donde su hijo había estado.

Tigresa, esforzándose por recuperar algo de control, lucha por no perderse en el abismo de la desesperación. Sus instintos alfa rugen en su interior, reclamando la presencia de su amado omega. Pero él ya no está. Con la voz rota y la garganta seca, responde con dificultad.

— Parece que... se llevó a Kai. — Su voz tiembla. — Él... nos salvó. — Baja la cabeza, incapaz de soportar el peso de sus propias palabras, mientras intenta en vano esconder sus lágrimas. No hay manera de ocultar su dolor. Su pecho arde con una mezcla de rabia y tristeza.

— ¡Esto no puede ser el final! — exclama el Sr. Ping, su voz quebrada por la incredulidad. —No hay manera de que esto termine con Po sacrificándose. ¡No puede ser! — Vuelve su mirada hacia Li Shan, con una mezcla de desesperación y determinación. — Li, no puedes permitir que esto termine así. ¡Después de tantos años, finalmente lo encontraste! ¿Vas a dejar que otro psicópata te lo arrebate de nuevo?

Li Shan, sacudido de su trance, respira profundamente. Las palabras de Ping resuenan en su mente, y algo en él se enciende de nuevo.

Mientras tanto, en el Reino de los Espíritus, Kai, de pie frente a Po, lo mira con una rabia incontenible.

— Tú... — dice Kai, su voz vibrando de odio. — Tú me trajiste de vuelta.

Po, ya recuperando su actitud confiada, sonríe levemente, sin perder su carácter.

— Sí, y esta vez no hay forma de que me mates de nuevo.

Kai aprieta los dientes, su furia aumenta.

— Tal vez no... ¡pero puedo tomar tu chi! — Con un grito de rabia, se lanza nuevamente hacia Po.

La pelea se reinicia con una fuerza renovada. Aunque Po ha tenido algo de tiempo para conocer el estilo de lucha de Kai, aún le cuesta mantenerse a la altura. El terreno del Reino de los Espíritus es extraño, y Po no puede evitar flotar cada tanto, lo que le complica la tarea de mantenerse en pie. Aun así, aprovecha cada oportunidad, cada fragmento del entorno para luchar.

En el mundo mortal, Li Shan observa cómo los pétalos que rodean el círculo empiezan a perder su brillo. Su corazón se acelera, y con desesperación grita.

— ¡No te rindas, hijo! ¡Lucha!

Po continúa batallando. Golpea a Kai con una patada, enviándolo hacia una enorme roca que se desmorona en pedazos. Pero el alfa no se detiene. Sale disparado del polvo y ataca con una furia aún más feroz. Envía sus cadenas volando hacia Po, envolviendo su cuerpo en un agarre mortal. Po lucha por liberarse, pero no puede. El espíritu guerrero empieza a absorber su chi, y su cuerpo comienza a brillar con un tono verdoso.

En el mundo mortal, Li Shan, con una certeza que solo un padre puede tener, grita con renovado fervor.

— ¡Podemos ayudarlo! ¡Nosotros podemos! — Junto sus manos, imitando el gesto que su hijo les había enseñado tiempo atrás. Los demás pandas lo siguen, uno a uno, extendiendo sus manos hacia el círculo de pétalos.

Mei Mei, con su voz suave, se acerca a la alfa, aún devastada, y le susurra al oído.

— Todavía hay una posibilidad. — Tigresa, aunque perdida en su dolor, junta sus manos por inercia, su corazón aferrándose a la esperanza.

El Guerrero Dragón siente cómo su cuerpo se vuelve cada vez más rígido, casi jadeante. Pero entonces, escucha las voces de su familia y amigos resonar en su mente.

— Tú nos enseñaste lo que se supone que debemos ser... un padre. — murmura Li Shan, extendiendo su mano.

— Una familia — dice el Sr. Ping, su ala junto a la de Li.

— Una chica de nunchakos — exclama Mei Mei, recordando con alegría la insistencia y tenacidad de Po en que aprenda a pelear.

— Una omega que puede pelear — afirman Jia Li y el resto de las omegas, seguida del resto de los pandas de toda la aldea.

Y finalmente, Tigresa, con una voz suave y cargada de amor, susurra.

— Una alfa que te ama — Extiende su mano, dejando que su corazón hable por ella.

Un silencio momentáneo llena el aire. Pero entonces, un pétalo de cerezo recupera su brillo. Luego otro, y otro más. Los pétalos comienzan a flotar nuevamente, brillando con una luz dorada. Las manos extendidas de los pandas también empiezan a brillar, llenando la aldea con una energía desconocida.

La abuela panda, presente entre ellos, sonríe con orgullo.

— No se asusten. Estamos ayudando a darle más chi. Tal vez nosotros no lo sentimos... pero él sí. Finalmente lo entendió — dice con una sonrisa orgullosa.

En el Reino de los Espíritus, Po siente cómo la energía lo inunda. Las cadenas de Kai se desmoronan, y el aura oscura se desvanece, reemplazada por una luz brillante, como un nuevo amanecer.

Kai, totalmente sorprendido, apenas tiene tiempo de reaccionar antes de que Po, emocionado, exclame:

— ¡Genial! — La explosión de poder que sigue envía a Kai volando por los aires, lejos del ahora maestro del chi.

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora