Capítulo 10: ¿Por qué mentiste?

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El ambiente dentro de la cabaña se mantiene tenso. Po no puede dejar de observar a Li Shan con una mezcla de desconfianza y molestia, como si lo considerara un intruso, mientras que el Sr. Ping mira nerviosamente entre su hijo y Li Shan, preocupado por lo que podría suceder a continuación.

Li Shan, consciente de la hostilidad en el aire, intenta recuperar la compostura y, con voz calmada, pregunta:

—¿Qué sucedió?

El Sr. Ping, sintiendo la presión del momento, toma la iniciativa y responde en un tono solemne:

—Tigresa está malherida... no sabemos cuándo despertará. Se enfrentó a Kai.

Al oír el nombre de Kai, un escalofrío recorre a Li Shan, pero intenta ocultarlo. Po, sin embargo, no deja que ese pequeño detalle pase desapercibido y entrecierra los ojos mientras su enojo crece. Li Shan intenta disimular su incomodidad, pero Po lo mira cada vez con más desdén.

Dewei, que está junto a Li Shan, arquea las cejas y pregunta sorprendido:

—¿Kai? ¿Acabas de decir Kai?

El Sr. Ping asiente con gravedad.

—Sí... Kai le advirtió a mi hijo que vendría a tomar su chi. Y ahora... ha absorbido el chi de varios maestros de kung fu. También...

Antes de que Ping pueda continuar, Po lo interrumpe, su voz profunda y cargada de tensión:

—Entonces, ¿me enseñarás a ser un maestro del chi?

El tono desafiante de Po resuena en la sala, y sus ojos no se apartan de Li Shan, esperando una respuesta.

Dewei, sintiendo el peso de la situación, empuja con el codo a Li Shan y le lanza una mirada de advertencia, como diciéndole "te lo dije". Li Shan, respirando profundamente para calmarse, fuerza una sonrisa y dice con suavidad:

—Hijo, ya te lo expliqué... Lo que debes hacer primero es...

Antes de que pueda terminar, Po lo interrumpe de nuevo, esta vez con un grito que corta el aire:

—¡No mientas!

El silencio que sigue es abrumador. El Sr. Ping agarra el brazo de Po con suavidad, tratando de calmarlo, pero su hijo está demasiado enfurecido para escuchar.

Li Shan, sorprendido por la intensidad de Po, suelta una risa nerviosa, intentando mantener la situación bajo control.

—Hijo, ¿de qué estás hablando? Para dominar el chi...

Pero Po no le permite continuar. Suelta una risa sarcástica, y sus ojos brillan con resentimiento.

—No tienes ni idea sobre el chi. Ni tú ni el resto de los pandas. A menos que podamos revivir a alguien que vivió hace más de cien años...

Li Shan y Dewei se miran mutuamente, sus ojos agrandándose de sorpresa y preocupación. Ambos llegan a la misma conclusión: Po los escuchó.

Ante el silencio, el omega suspira, y su expresión se suaviza, aunque su tono sigue cargado de tristeza. Se vuelve hacia Li Shan.

—¿Por qué me mentiste? —pregunta, con la voz rota—. Sabes el peligro que se avecina y lo mejor que pudiste hacer fue... engañarme.

Dewei, observando la situación, mira a Li Shan, instándolo silenciosamente a ser honesto. Li Shan entiende el mensaje y finalmente mira a su hijo.

—Loto... lo hice para salvarte la vida —responde, su voz temblando ligeramente—. Descubrí que un maníaco con espadas, con más de quinientos años de antigüedad, te estaba buscando. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Quedarme mirando?

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora