Capítulo 7: Mentiras y preocupaciones

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Po corre a toda prisa por la aldea, esquivando a los pandas que caminan tranquilamente. Al avanzar, nota cómo varios betas y omegas se detienen a mirarlo con curiosidad y admiración.

—¡Qué bonito atuendo! —le dice un beta al pasar, refiriéndose al traje verde que lleva puesto.

—¡Ese color te sienta bien! —añade una omega, sonriéndole.

Po, no acostumbrado a tantos cumplidos, se sonroja ligeramente y agradece con una tímida sonrisa, sin detenerse demasiado.

—Eh... gracias, muchas gracias. Oigan, ¿saben dónde puedo encontrar a mi papá? —pregunta cada vez que puede, algo avergonzado.

Finalmente, después de varias indicaciones, llega frente a una gran cabaña. La estructura es hermosa, imponente, adornada con intrincados detalles que destacan su importancia. Po se queda unos segundos observando la majestuosidad del lugar. Frente a la entrada, dos guardias lo miran con rostros serios y brazos cruzados, lo que lo pone algo nervioso. Tragando saliva, Po les ofrece un rápido saludo antes de entrar.

Dentro de la cabaña, Po ve a su padre, Li Shan, conversando con un grupo de pandas de su misma edad, todos betas y con expresiones serias. Po se siente algo fuera de lugar, pero cuando los pandas notan su presencia, sus rostros se suavizan y le dedican saludos más amigables.

—¿Ese es tu hijo, Li? —pregunta uno de los pandas, sonriendo con curiosidad—. No imaginaba que fuera un omega.

Otro panda, observándolo de arriba abajo, comenta con una sonrisa cálida:

—Es idéntico a tu esposa.

Antes de que Po pueda responder, uno de los pandas del grupo añade pensativo:

—Hablando de matrimonio, Li, ¿crees que ahora sea buena idea...?

Antes de que termine, Li Shan lo interrumpe con un tajante "no". La conversación se torna tensa por un momento, pero Li rápidamente cambia de tema y se despide del grupo.

—Recuerden, mañana tendremos otra reunión —dice Li Shan con tono oficial.

Los pandas asienten en silencio y comienzan a marcharse. Uno de ellos le dedica una última sonrisa amable a Po, quien los observa irse algo confundido.

—¿En qué puedo ayudarte, hijo? —pregunta Li Shan, acercándose a Po con una expresión más relajada.

Po, intrigado, pregunta:

—¿Quiénes eran esos pandas?

Li Shan suspira, como si fuera una pregunta frecuente.

—Son los miembros de la junta. Ellos toman las decisiones importantes para mantener el equilibrio en la aldea. Y bueno... yo soy el jefe —responde, con un toque de orgullo.

Po, sorprendido, abre los ojos grandes.

—¡¿Jefe?! —exclama—. ¿Por qué no me dijiste eso antes? Ahora entiendo por qué había guardias en la entrada.

Li Shan asiente lentamente, recordando momentos difíciles.

—Después de lo que ocurrió con Shen, no está de más asegurar el perímetro con vigilancia constante —responde con un tono sombrío.

Po también siente la incomodidad de esos recuerdos, pero su padre rápidamente cambia de actitud, adoptando nuevamente su tono despreocupado.

—Pero no hemos venido aquí a revivir el pasado, ¿verdad? Aún no has respondido a mi pregunta. ¿Qué necesitas, hijo? —pregunta Li Shan, mirándolo con interés.

Po, recuperando su buen humor, se acerca a su padre.

—Bueno, papá, es que... —comienza emocionado—. Recordé la razón por la que vine aquí: ¡convertirme en un maestro del chi!

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora