Kung Fu Panda: Omegaverse

Extra II: Mi alfa

Pasan ocho largos y arduos meses, pero finalmente el Palacio de Jade está completamente reconstruido. A simple vista, podría parecer igual que antes, pero para los maestros que residen allí, las diferencias son notables. Aun así, la majestuosidad del edificio restaurado infunde un renovado espíritu en todos.

Po y los Cinco Furiosos están ocupados ordenando el nuevo Salón de los Héroes. Tras una exhaustiva búsqueda en el fondo del precipicio, logran recuperar la mayoría de los objetos místicos, incluida la urna de los Lamentos Susurrantes, que increíblemente permanece intacta.

—¡Vaya! —bromea Po mientras acomoda algunas reliquias—. Parece que el pegamento que usé cuando la rompí por primera vez realmente funcionó.

El grupo estalla en risas mientras charlan animadamente. Uno de los temas es la posible visita de más pandas al palacio para aprender Kung Fu. Intrigados, sus amigos no pueden evitar preguntar:

—Po, ¿nos enseñarás lo mismo que a ellos? —pregunta Mono, emocionado.

Po, mientras coloca la armadura del maestro Rinoceronte en su sitio, hace una mueca pensativa antes de responder.

—Bueno, he descubierto algunos movimientos geniales con el chi, así que sería ideal enseñarles lo básico también a ustedes —responde con modestia.

Grulla lo mira sorprendido.

—¿Pero no se supone que solo los pandas están destinados a dominar el chi?

Po niega con la cabeza.

—Lo he pensado mucho, pero luego recordé que el maestro Oogway era una tortuga, y él lo dominó al igual que Kai. Así que no creo que haya problema. Después de todo, la abuela panda me dijo que depende de mí mantener vivo ese conocimiento. Y con todo el peligro que enfrentamos hace unos meses, es mejor que traigamos de vuelta su aprendizaje.

—¿Eso significa que podremos hacer esas cosas increíbles como tú? —exclama Mono, visiblemente emocionado.

Po asiente, lo que provoca aún más alegría entre sus compañeros.

—¡Oh, genial! —dice Mantis entusiasmado—. Tal vez ahora sí logre impresionar a alguna hermosa alfa si le demuestro el chi.

Tigresa lo mira con reprimenda.

—Mantis, el chi no es para impresionar a chicas. Es una técnica que solo debe usarse en momentos de peligro.

Víbora asiente de acuerdo.

—Po es muy generoso al enseñarnos. Deberías tener eso en cuenta, Mantis.

Mantis no se queda callado y replica con tono sarcástico:

—¿Y tú qué sabes? Ni siquiera tienes manos.

Grulla y Mono se muerden la lengua, conteniendo la risa, mientras Po solo sonríe, anticipando lo que está por suceder. Y efectivamente, Mantis sale disparado por la puerta tras recibir un golpe de la cola de Víbora.

Tigresa, que está junto a su amiga, le susurra para calmarla.

—Tranquila.

—Ese insecto sabe exactamente cómo colmar mi paciencia —responde Víbora, masajeándose la sien con la cola.

En ese momento, Shifu entra al salón cargando a un Mantis inconsciente en la palma de su mano, levantando una ceja.

—¿Alguien puede explicarme por qué el maestro Mantis fue arrojado fuera del palacio? —pregunta con calma, sosteniendo al insecto aún inconsciente.

Mono y Grulla, que ya lagrimean y tiemblan de risa, solo asienten frenéticamente.

Shifu suspira, mirando a Po, sabiendo que ahora él está a cargo del grupo.