Capítulo 6: Nuevos descubrimientos

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Al llegar al Palacio de Jade, Po y Tigresa se dirigen directamente al salón principal, donde encuentran a Shifu, absorto en sus pensamientos. Ambos se inclinan respetuosamente y se disponen a informar.

—Maestro Shifu —comienza Tigresa, con su tono formal de siempre—. Logramos capturar algunos bandidos en el camino y todos están en prisión. Sin embargo... —vacila por un momento—. Nos pareció extraño no ver a nuestros compañeros durante la misión. Esperábamos encontrarlos en el camino de regreso.

Shifu los observa con una expresión preocupada y luego suspira, revelando una noticia que los toma por sorpresa.

—Ese es precisamente el problema, Tigresa. Ellos no han vuelto. No han dado señales de su paradero, y temo que algo pueda haberles sucedido —responde Shifu, con un dejo de preocupación en su voz.

Po, visiblemente inquieto, interviene.

—¿Cómo es posible? —exclama, mirando a Tigresa en busca de alguna respuesta reconfortante.

—Si algo los retuvo, o peor aún, los puso en peligro, necesitamos actuar de inmediato. — dice Shifu con mirada pensativa.

—Entonces, maestro, ¿qué propone? —pregunta Tigresa con decisión, sin ocultar su preocupación.

—Quiero que ustedes dos partan al amanecer —responde Shifu, mirándolos con firmeza—Si hay algo o alguien detrás de su desaparición, deberán ser cuidadosos.

—De eso queríamos informarle maestro, Po y yo creemos que todo esto se trata de un engaño. — explica Tigresa

—¿Te refieres a un impostor? — ante la confirmación de ambos, dice en tono pensativo. — Bien, en ese entonces, primero, descansen y recobren energías. Mañana será un día arduo de investigación.

La pareja asiente, intercambiando una mirada de mutuo apoyo. Se retiran para descansar, con la mente en sus amigos y la misión que les espera al amanecer.

Ya en sus respectivos cuartos, Tigresa se dispone a descansar, aunque su mente sigue inquieta por la situación. Mientras prepara la cama, escucha un ligero golpe en la puerta, que se abre revelando a Po, quien sostiene un cuenco de sopa de fideos picantes con la salsa a un lado, preparado con todo cuidado.

—¡Sorpresa! —Po sonríe, ofreciéndole el plato—. Pensé que algo de tu comida favorita podría ayudarte a relajar un poco.

Tigresa le sonríe, agradecida, y le hace un gesto para que entre en su cuarto. A pesar de llevar 3 años juntos, aún duermen en habitaciones separadas, respetando las reglas de alfa y omega. Po se acomoda en el suelo, prefiriendo sentarse ahí, mientras observa cómo Tigresa disfruta de la sopa con un entusiasmo raro para otros pero muy cotidiano para él.

Sin embargo, su semblante pronto se torna reflexivo.

—Tigresa... ¿qué crees que les haya pasado a nuestros amigos? —pregunta, con una genuina preocupación en su voz.

La felina tras terminar su plato en tiempo récord, lo deja a un lado y se sienta junto a Po, tratando de cambiar el tema para no pensar en lo peor. Le da un pequeño empujón para sacarlo de su preocupación.

— Eso lo descubriremos mañana —dice, lanzando una mirada al báculo que Po lleva siempre consigo—, ¿qué piensas sobre la propuesta de Shifu? Él sigue creyendo que estás listo para ser el líder espiritual del Valle de la Paz.

Po baja la mirada, incómodo.

—No lo sé cariño... Ser el Guerrero Dragón ya es un gran peso sobre mis hombros. Es todo lo que sé hacer, todo lo que siempre he sido. Pero... —suspira—. No sé si podré guiar a los demás con sabiduría como lo hacía el maestro Oogway. Eso es algo tan... grande.

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora