Capítulo 6: Noticias del destino

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Esa misma noche, en el silencio del Palacio de Jade, Shifu estaba sentado en la posición de loto en la sala de meditación, su mente buscando paz mientras la brisa suave entraba por las ventanas. La respiración del maestro fluía con calma, pero en su interior había una tensión, una sombra que no podía ignorar. Mientras trataba de encontrar su centro, un ruidoso aleteo se escuchó detrás de él.

Era Zeng, el mensajero de alas inquietas, que irrumpió con un claro nerviosismo en su vuelo, aterrizando torpemente detrás del maestro.

—Maestro Shifu... —dijo Zeng, tragando saliva mientras se esforzaba por mantener la calma.

Shifu, sin abrir los ojos, preguntó con voz tranquila:

—Zeng, ¿cuáles son las buenas noticias?

Zeng se quedó congelado, sintiendo cómo la tensión aumentaba en su cuerpo. Sabía que estaba a punto de entregar todo lo contrario a "buenas noticias". Tragó saliva nuevamente, incapaz de hablar por unos segundos que se sintieron eternos.

—Maestro... no son buenas noticias —respondió finalmente, sus plumas erizándose.

Encaminándose hacia el Árbol del Durazno Sagrado con desesperación, esperaba encontrar al único que podría ofrecerle sabiduría en momentos de incertidumbre: el maestro Oogway.

Al llegar bajo la sombra del majestuoso árbol, Shifu encontró a Oogway, quien estaba tranquilamente observando el cielo estrellado. Los pétalos de los duraznos caían suavemente a su alrededor, como si el propio árbol quisiera envolver a la tortuga en un manto de paz.

—Maestro Oogway —llamó Shifu, inclinando la cabeza—. Vengo a contarle unas malas noticias

Oogway, siempre sereno, sonrió con la misma calma que lo caracterizaba.

—Shifu, no existen las buenas ni malas noticias, solo noticias —respondió con su habitual sabiduría.

Shifu, ligeramente frustrado por la respuesta, gritó:

—¡Pero estas son malas noticias! Su visión tenía razón, Tai Lung escapó y viene hacia nosotros. ¡El valle está en peligro!

Oogway lo miró con compasión y habló con suavidad:

—¿Son malas noticias porque no crees que el Guerrero Dragón puede detenerlo?

El escepticismo en el rostro de Shifu era evidente. Con un tono amargo, respondió:

—¿El panda? Maestro, ese omega no es el Guerrero Dragón. No debería estar aquí. ¡Fue un accidente!

Oogway, inmutable, pronunció las palabras con firmeza:

—Shifu, los accidentes no existen.

—Sí, lo sé, ya me lo ha dicho antes —dijo Shifu con irritación creciente, señalando con sus dedos—. Dos veces.

Oogway, con una leve sonrisa, agregó:

—Bueno, eso tampoco fue un accidente.

Shifu, exasperado, levantó tres dedos.

—¡Tres veces!

Oogway, sin inmutarse, continuó con su tono sabio:

—Mi viejo amigo... el panda jamás cumplirá su destino, ni tú con el tuyo, hasta que olvides la ilusión del control.

Shifu, desconcertado, repitió:

—¿ilusión?

Oogway, con un gesto pausado, tomó uno de los frutos del duraznero y lo sostuvo frente a él.

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora