Capítulo 10: Destino en juego

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Mientras la flota avanzaba por el canal, el líder lobo notó un puente que bloqueaba el paso y, con una expresión preocupada, le preguntó al pavo real:

—Señor, ¿qué hacemos con el puente?

Shen, con su característica arrogancia, respondió sin mirarlo:

—Nada se interpone en mi camino.

Con esa orden, los lobos cargaron los cañones y los dispararon, destruyendo el puente en cuestión de segundos. Los aldeanos, aterrados, corrieron desesperados para evitar ser heridos por los escombros y la explosión. Ante esta demostración de crueldad, Tigresa apretó los dientes y, furiosa, gritó:

—¡Eres un cobarde!

Shen solo sonrió con desdén, disfrutando de la reacción de la alfa. Pero entonces, Grulla, notó algo en la distancia: una silueta conocida. Inmediatamente se inclinó hacia sus compañeros:

—¡Chicos, arriba! ¡Miren!

Todos alzaron la vista, y el shock los golpeó como un rayo. Allí, de pie en el techo de un edificio, estaba Po, vivo y aparentemente ileso. Tigresa, que había estado a punto de seguir descargando su ira en Shen, giró rápidamente al escuchar las palabras de Grulla. Al verlo, su corazón se detuvo por un segundo. Tomando aire, y con una expresión incrédula, susurró:

—Po...

El omega estaba vivo. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y aunque su instinto alfa le exigía correr hacia él, solo pudo observar con los ojos fijos en su figura. Los lobos y Shen también notaron su presencia. Shen, temblando de ira, gritó:

—¿Cuántas veces debo matar a ese sucio panda?

Desde lo alto, Po miró a sus amigos encadenados y, decidido, levantó la voz:

—¡Shen! Un panda siempre se interpondrá en tu destino...

Lo que Po había imaginado que sería un discurso épico y resonante frente a todos se redujo a unas palabras casi inaudibles por la distancia. Ni Shen ni los demás podían entender lo que el panda decía. Tigresa, esforzándose por afinar el oído, intentaba con todas sus fuerzas captar la voz del omega, pero fue inútil. Los lobos intercambiaron miradas confusas, esperando instrucciones. Shen, con el ceño fruncido, exclamó:

—¿Qué? ¿Qué está diciendo?

La situación continuó en ese incómodo silencio durante varios segundos, mientras Po seguía hablando. Finalmente, al terminar lo que tenía que decir, tomó su sombrero con determinación y gritó:

—¡Disco de destrucción!

Lanzó el sombrero hacia las cadenas que sostenían a sus amigos, pensando que cortaría las ataduras. Sin embargo, el sombrero simplemente voló unos metros antes de caer al suelo como un objeto común y corriente. Todo quedó en un silencio incómodo, de nuevo. Aunque nadie había escuchado lo que dijo, las intenciones de Po eran obvias. Apenado, el panda se cubrió la cara, mientras los presentes lo observaban con confusión.

Tigresa, viendo la escena, pensó para sí misma: "Típico de Po".

Shen, ya harto de la situación, ordenó con furia:

—¿Eso es todo? ¡Apunten!

Los lobos apuntaron sus cañones hacia Po, pero el panda, reaccionando rápidamente, comenzó a moverse de un lado a otro, tratando de despistarlos. Los lobos, haciendo un gran esfuerzo para seguirlo, apuntaban torpemente con sus armas, agotando la paciencia de Shen, quien gritaba:

—¡Ya disparen!

Pero los lobos no lograron hacer un disparo efectivo. Po, aunque algo cansado, se movía con confianza entre los barcos, mientras los lobos, en su desesperación, encendían los cañones. Algunos, en pánico, se lanzaron al agua al notar que el fuego cruzado entre los barcos podría acabar con ellos mismos. A pesar de esto, Po continuaba esquivando y golpeando a los lobos, lo que llenaba de satisfacción a sus amigos, que lo observaban desde las alturas.

Kung Fu Panda: OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora