Kung Fu Panda: Omegaverse

Extra III Parte III: Mi alfa

Po se encontraba en el mirador, disfrutando de la tranquilidad del paisaje y del cielo nocturno. De vez en cuando, algunas familias o niños lo reconocían y se acercaban emocionados pidiéndole autógrafos o retratos. El panda siempre encantado de compartir con sus admiradores aceptaba con una sonrisa cálida antes de regresar a su lugar y contemplar la vista nuevamente. La paz en su corazón parecía ser la constante en ese momento, hasta que una presencia inesperada interrumpió su calma.

Un tigre beta, con pasos firmes y seguros, se acercó con una expresión que mezclaba curiosidad y desafío. Po, al verlo, por un instante pensó que podría ser algún maestro de kung fu. Sin embargo, la sensación incómoda que le causaba el extraño no se disipaba.

—Así que tú eres el famoso Guerrero Dragón —dijo Rui, esbozando una sonrisa que más parecía un desafío que un saludo genuino.

Po, notando la actitud del beta, sintió una punzada de incomodidad en su estómago. Aunque intentaba disimular su nerviosismo, una leve inseguridad asomaba en su mirada. Aun así, se esforzó por mantener su amabilidad.

—Sí... soy yo. —Po sonrió tímidamente—. ¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó, aunque el instinto le decía que no había nada amigable en la visita del tigre.

El beta inclinó la cabeza, sus ojos analizando cada detalle de Po como si evaluara su valor. El silencio entre ambos se extendió durante unos incómodos segundos antes de que Rui hablara de nuevo.

—No es que tenga algo en tu contra —comenzó Rui, con un tono aparentemente neutral, pero cada palabra que seguía estaba impregnada de intención—, pero... —hizo una pausa, midiendo sus palabras con cuidado—. ¿No te has preguntado si realmente eres el adecuado para estar con alguien como la maestra Tigresa?

Las palabras de Rui cayeron como piedras pesadas en el pecho de Po. Sabía que, siendo un omega, había lidiado con muchos comentarios a lo largo de su vida, pero algo en el modo en que Rui hablaba lo hacía sentir aún más vulnerable. La mención de Tigresa, y el insinuar que ella podría merecer algo "mejor", tocaba una fibra sensible que Po siempre intentaba mantener oculta. Pero esta vez no quería ceder.

—¿A qué viene la pregunta? —respondió Po, su voz tensa pero manteniendo la seriedad. Sabía que esta conversación no era por simple curiosidad.

Rui sonrió, una risa ligera que parecía desestimar a Po por completo.

—No me malinterpretes, —continuó Rui, con una falsa simpatía—. Todos sabemos que Tigresa es una alfa impresionante, alguien con una presencia indiscutible. Y entiendo que tu relación con ella es... especial. Pero, sinceramente, me pregunto si estarías dispuesto a dejarla ir si eso significara su verdadera felicidad. —El tono de Rui se volvía cada vez más venenoso—. Quizás alguien de mejor apariencia, o de una casta más alta, podría ser una opción más adecuada para ella. Alguien que le dé lo que realmente necesita.

Po sintió cómo la presión en su pecho aumentaba. La inseguridad, esa vieja amiga no deseada, asomaba una vez más. Durante meses, Tigresa se había dedicado a hacerle sentir amado y seguro, disipando las dudas que a veces lo invadían. Respiró hondo, intentando mantener la compostura.

—Yo no soy quien debe decidir eso —respondió Po, su voz mucho más firme—. Si Tigresa... si ella creyera que alguien más es mejor para ella, lo aceptaría. Pero hasta ahora, ella me ha elegido a mí. Y mientras eso sea así... no pienso renunciar a ella.

El silencio entre ellos se alargó mientras Rui lo observaba, evaluando cada palabra que Po acababa de decir. El beta había escuchado rumores sobre el omega, incluyendo la historia de un alfa, al parecer su expareja, intentó menospreciarlo durante la reconstrucción del Palacio de Jade, llamándolo "omega defectuoso" y acusándolo de buscar la atención de los alfas desesperadamente. Rui, asumiendo que Po tenía una autoestima frágil, no esperaba una respuesta tan resuelta. Pero antes de que pudiera replicar, Po añadió algo más.