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"Esas manitas"

Björn despertó de un sueño agradable. No era una que él pudiera recordar, pero la sensación de ello permaneció como una imagen posterior. La sensación de calor de una chimenea o la luz del sol que entra a través de una rendija de las cortinas. O bien, plumas rozando su cuello.

La sensación de las plumas era demasiado real y cuando Bjorn giró la cabeza para ver qué era, encontró a Erna acurrucada. Su aliento sopló por su cuello y le dio la sensación de hormigueo.

Nunca te haré sentir incómoda en la cama.

Erna había hecho esa promesa cuando decidieron recorrer juntas el espinoso camino. Se acurrucó al pie de la cama mientras se iban a dormir, y luego, poco a poco, se fue acercando hasta que se encontró justo con Bjorn.

Bjorn se incorporó con cuidado y miró al ángel que descansaba. Parecía tan inocente en su sueño, como si no supiera nada de los problemas del mundo, ni de los suyos propios. ¿Cuándo se volvió a poner el camisón? Incluso la cinta estaba atada con un pequeño lazo.

Confirmando que aún tenía tiempo para cumplir con su horario matutino, Bjorn se recostó contra la cabecera y cerró los ojos. Era un poco incómodo, pero ni de lejos tan malo como sospechaba.

La primera noche tuvo un poco de dificultad, pero eso se debió principalmente a que no estaba familiarizado con ello. A medida que pasaban las noches, se dio cuenta de que se estaba sintiendo cada vez más cómodo con eso y ahora, aparentemente, estaba comenzando a tener buenos sueños, incluso con Erna acostada contra él.

Al cabo de un rato, Björn volvió a abrir los ojos y miró a Erna. Todavía dormía profundamente. La absorbió todo, desde las finas sombras de sus pestañas y la forma estrecha de su delicado rostro, hasta la pequeña mano apoyada en la almohada junto a su rostro.

Era una mano que parecía tan pequeña. Era una mujer menuda, pero nunca se había detenido a estudiar adecuadamente lo pequeña que parecía.

Un momento después, Bjorn oyó a la criada dejar el té en la habitación contigua.

―Erna ―dijo Bjorn en voz baja―.

Lentamente, Erna abrió los ojos y, mientras miraba a Bjorn, una sonrisa de bienvenida se extendió por su rostro. Fue uno de esos momentos que hizo que valiera la pena recorrer el espinoso camino.

—Buenos días, Bjorn —dijo en voz baja—.

—Buenos días, Erna.

*.·:·. ✧.·:·. *

¡Dos copas!

Sintió que quería gritarle al mundo entero.

"Mira, esos que desprecian a la Gran Duquesa, dos tazas en la bandeja hoy. ¡Dos!"

Lisa apenas pudo contener su emoción mientras corría por los pasillos, buscando a alguien con quien compartir esta noticia.

La primera vez que supo que los dos se habían despertado juntos por la mañana, fue cuando sonó la campanilla. Fue a la alcoba, esperando ver a la Gran Duquesa, en cambio, era Bjorn, sentada en la cama y medio desnuda. Erna seguía durmiendo a su lado.

Cuando Lisa le dijo a la criada principal que habría dos lotes de té preparados para la alcoba de la Gran Duquesa, se quedó estupefacta.

¿No es natural que las parejas casadas compartan la misma cama?

Parecía que se trataba de un acontecimiento muy especial, que el Príncipe se despertara en la cama de otra persona. Los sirvientes que habían estado trabajando para el Príncipe durante mucho tiempo fueron los más sorprendidos.

El príncipe problemático NovelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora