El príncipe problemático Novela

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"Mujer fácil y cómoda"

Ahora que estaba ebria, Erna estaba más jovial de lo normal. No era una bebedora terrible, seguía hablando igual, aunque más despacio y con los ojos caídos.

"¿Sabías que hoy fue nuestro primer aniversario?" —dijo Erna, desviando de repente la conversación de cómo solía jugar a las casitas cuando era niña—. "El día que nos conocimos fue hace exactamente un año, en la fiesta de la fundación".

"Bueno, tienes muy buena memoria para ser un borracho".

—No, no estoy borracha —dijo Erna, con el rostro severo y rojo brillante—.

Bjorn se echó a reír y volvió a llenar su vaso de una botella de vino recién hecho. ¿Ha pasado realmente un año?

Bjorn se quedó mirando el bosque durante un largo momento, pensativo. Los rayos dorados del sol atravesaban las copas de los árboles. El aire se llenó con las melodías de innumerables pájaros desconocidos. Todo parecía tan poco realista.

Una mujer que había crecido en un lugar tan remoto, para de repente ser empujada al mercado de bodas de la noche a la mañana. Mientras pensaba en esto, todo tenía sentido, su encuentro hace un año, por qué ella estaba en el festival. Bien podría haber tenido un cartel de "se vende" alrededor de su cuello. De repente se rió de los últimos días y, aunque había sido un malentendido, se alegró de ello, porque al final ganó.

—Gracias, Bjorn —pensó que se refería al vino—. "Realmente me salvaste la vida", tal vez no estaba hablando del vino.

—¿Es así? —preguntó.

"Me sacaste de apuros dos veces. En la cena de la marquesa y el día de la carrera. Tampoco presentaste una reclamación por el trofeo que te faltaba".

Eso es porque eras un trofeo mucho más valioso. Él nunca pronunció las palabras. Le dolía la garganta, como si algo se hinchara por dentro, acompañado de una extraña irritabilidad. Parecía venir más a menudo en estos días y siempre cuando pensaba en Erna.

"Que me pidiera que me casara contigo significaba mucho para mí. Pude escapar de mi padre abusivo y escapar de un matrimonio podrido. Pude mantener a salvo la mansión de Baden. Tengo una deuda contigo cada vez mayor".

"Erna..." La llamó por su nombre a toda prisa, pero perdió lo que iba a decir.

Fue bueno que no tuviera que pensar demasiado en Erna. Debía cargar con tantos deberes como la Gran Duquesa, pero él no quería eso para ella, quería que se quedara como un ciervo encantador. Tranquilo, inofensivo y hermoso. Solo alguien que trajo paz y amor a su mundo.

Entonces, ¿qué ha cambiado? Su mente ansiosa se vio interrumpida.

Su línea de pensamiento se vio perturbada por el sonido de un cristal contra otro. Bjorn miró a su esposa, que se arrastraba delante de él y tiñía su copa de vino con la suya. Ella le sonrió tímidamente. Su dramática entrada en el mundo de la bebida fue interesante.

—Definitivamente estás borracha ahora, Erna —dijo Bjorn—.

Había vaciado su vaso y lo había agitado frente a él, esperando a que se llenara. Si bebía más, se iba a quedar dormida.

"Tienes que dejar de beber, borracho".

Bjorn cogió el vaso y lo dejó a un lado, luego empujó a Erna contra sus cojines mientras se inclinaba hacia ella y la besaba. La agarró por la cintura y la acercó a ella.

Se oían los lejanos cantos de los pájaros.

Erna dejó escapar un suspiro de resignación y su cuerpo se quedó inerte. El pecho de Bjorn contra el suyo era duro y cálido. Él la agarró por la cintura con firmeza. Su cuerpo siempre se había sentido algo frío, ahora era tan cálido como una tarde de primavera. Si esto se debía a que estaba borracha, sentía que entendía por qué la gente bebía tanto.