Capitulo 44: La factura.

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Dos días después de la llamada del joven duque, Minju recibió la agenda con sus notas. Pasó horas revisándolas con atención, comparando cada detalle con los presupuestos asignados. Su intención era inspeccionar después el libro de contabilidad que estaba bajo el mando de Lucía. Sin embargo, pronto se encontró con un problema.

Si bien su equipo solo se encargaba de la presentación y no de la organización en general, detectó inconsistencias en los registros del duque. Por ejemplo, en utilería se había presupuestado un aproximado de tres mil euros, pero en la libreta del duque figuraban tres mil doscientos. Lo mismo sucedía con los gastos de los meseros: en las reuniones con su equipo, Julián había mencionado que no había suficiente presupuesto para contratar más personal, por lo que tendrían que encargarse ellos mismos de ayudar con la carga y el servicio. Sin embargo, en la libreta del duque aparecían cinco mil euros asignados a los meseros.

—Con esta cantidad podríamos contratar al menos treinta —murmuró Minju, frunciendo el ceño—. Tenemos unos trescientos cincuenta invitados, sin contar a nuestra promoción ni a la directiva… ¿A dónde se fue el resto del dinero?

Pasó el resto del día revisando los inventarios, espiando a los organizadores como si fuera el administrador del evento. Su intromisión no fue del agrado de Lucía, quien refunfuñó en cuanto se enteró. Cuando Minju le pidió ver el libro de cuentas, la joven armó un drama digno de novela, asegurando que no tenía acceso a él. Según explicó, el director lo había guardado en su oficina a petición del duque y no había dejado ninguna llave. Tendría que esperar al menos dos días hasta su regreso.

Minju se cruzó de brazos, evaluando la situación. Si sus sospechas —y las del duque— eran ciertas, entonces Lucía estaba desfalcando el dinero de la donación. No solo sería penado por la institución, sino que podría convertirse en la excusa perfecta para que la corona rompiera relaciones. Un escándalo así sería un insulto para el duque.

Se dejó caer en la silla, pasándose una mano por el cabello. Y entonces, algo hizo clic en su cabeza.

¿Cómo supo el duque que Lucía estaba alterando las cuentas?

Se enderezó de golpe. Aunque estaba medio dormido cuando recibió la llamada, recordaba claramente que el duque le pidió comparar ambos libros. Eso significaba que él ya sabía lo que estaba ocurriendo. Pero ¿cómo? Apenas había permanecido en la institución después de la primera reunión, y la única vez que Minju había hablado con él sobre los gastos fue cuando le encargó la contratación de los meseros.

—Un minuto… —susurró.

Tomó su celular y llamó a William. Si había alguien que podía conseguir información de los otros organizadores, era él. El tono de llamada sonó un par de veces antes de que su amigo contestara.

—¿Pasa algo? —preguntó William. Se escuchaba ruido de fondo.

—¿Estás ocupado? —Minju puso el altavoz.

—No, ¿qué necesitas?

—¿Podrías ir a un lugar menos ruidoso?

William se alejó unos pasos y el sonido ambiente se redujo.

—Ahora sí, dime.

—Necesito que consigas algunas facturas.

—¿Facturas de qué exactamente?

—De los gastos. Estás en el área de administración, ¿cierto?

—Sí, pero… ¿esto es por tus sospechas?

—Ya no son solo sospechas —respondió Minju con seriedad—. Tengo la agenda del duque, y los presupuestos que anotó son mucho más altos que los que nos dio Lucía.

Dinastía: HerederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora