Capítulo 44

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El histérico grito retumbó por toda la sala. Mucha gente miró con curiosidad por unos segundos, apartando la vista de pantallas y papeles, pero fue por un lapso de tiempo muy corto, porque al ver que se trataba de la chica nueva y Brooklyn, volvieron a su trabajo sin lanzar una segunda mirada. Tan solo Shazia corrió hacia ella, casi tan histérica como la chica de rasgos asiáticos.

En cuanto se paró en frente de la pequeña, la desconsolada muchacha ya tenía el portátil sobre una mesa. Sus ojos rasgados se veían llenos de desesperación mientras se echaba el lacio cabello azabache hacia atrás, presionando un montón de teclas y murmurando súplicas. Shazia se encaró a Brooklyn, y la cogió entre sus brazos, lanzándole una mirada acusatoria.

—¿No te dije que no te separases de mí?

 La pequeña agachó la mirada, jugando con las manos.

—Sí. Perdón— si no fuese por el susto inicial, se derretiría de amor por el gesto, y por la manera tan tierna con la que pronunciaba la "r".  Brook se veía arrepentida, e incluso ella misma se asustó por la reacción de la otra chica.

—Tienes que pedir disculpas por lo que has hecho.

Asintió, y sus coletas rizadas brincaron en sincronización.

Shazia se volvió hacia la asiática con la niña sujetada contra su cintura.

—Oye...— empezó la muchacha, consiguiendo la atención de la otra— ¿está todo bien?— Le lanzó una mirada que decía "¿parece que lo esté?". Shazia cambió el peso de una pierna a otra, sintiéndose culpable por lo que acabó de pasar, si hubiese prestado un poco más de atención, Brooklyn no se hubiese ido de su lado— siento mucho que Brooklyn te haya molestado, y ella también lo siente, ¿verdad, Brook?

La niña de rasgos africanos asintió, mordiéndose el pulgar.

— Lo siento mucho, no quería enfadarte— farfulló con el dedo en la boca.

La chica, tras su disculpa, suspiró fuertemente, volviendo a llevarse el flequillo hacia atrás.

— No pasa nada, ha sido un accidente, los accidentes suceden todos los días— aceptó con un fuerte acento americano, pero se veía que aunque hubiese aceptado la disculpa, su humor mejoró escasamente.

— ¿Puedo ayudarte a solucionar el problema?— Se ofreció la morena, dejando a la niña en el suelo.

—A no ser que seas informática, lo dudo.

Se situó a su lado y observó el desastre. El ordenador se había vuelto literalmente loco. Había centenas de ventanas abiertas, y no paraban de abrirse más. La pantalla cambiaba a azul y por mucho que intentase hacer algo, tecleando y clicando, nada sucedía.

—Por favor, por favor... Tengo todos los diseños en esta vieja carraca, no puedo perderlos a estas alturas.

—¿Diseños?— La asiática le lanzó una mirada irritada, y Shazia dio un paso para atrás.

—Los diseños para el nuevo escenario— explicó cortante— tenía que enviar los últimos detalles hoy, pero ya no puedo. Mi jefe me va a matar— la última frase la escupió con una mezcla de furia y temor.

—Creo que puedo solucionarlo— soltó de pronto, más decidida a salvarle el pellejo, el cual estaba a punto de perder por su culpa.

—¿Así que sí eres informática?

—No, pero mi hermano tuvo ese mismo ordenador... Y muchas veces hacía lo que está haciendo el tuyo ahora.

—¿Y cómo me creo yo semejante coincidencia?— Gruñó.

Free me | zayn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora