Capítulo 5

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Rápidamente metió todas sus cosas en la maleta, sin importarle que las camisas se arrugasen o los zapatos estuvieran sobre la ropa blanca, causando unas posibles manchas sobre ellas. Fue recogiendo todas sus pertenencias esparramadas por su cuarto. Bueno, las cosas que pudo dejar por ahí tiradas en tan poco tiempo.

Cerró la cremallera haciendo fuerza hacia abajo, ya que era mucho bulto lo que la ropa arrugada había causado. Tomó su cartera, teléfono y nuevas llaves de la mesita de noche y no se molestó en hacer la cama, u apagar las luces.

-Zayn, ¿qué haces?- Preguntó su primo al verlo bajas las escaleras apurado. No le hizo caso, continuó casi trotando hacia la puerta principal sin echarle una segunda mirada a cada familiar con el que se cruzaba. Antes de dar con la puerta cruzó la pequeña plaza interior y recorrió el largo pasillo principal que daba a más habitaciones, las principales.

Una vez fuera un potente y ardiente sol le cegó por un momento. Si vuelve a Pakistán algún día, jurará no hacerlo en verano. Este calor matador era demasiado para un chico acostumbrado a vivir bajo la penumbra de nubes grises y abundantes lluvias y tormentas, para no hablar de los grados centígrados.

Se protegió la vista con su brazo derecho, el que está completamente adornado por decenas de tatuajes que lo cubren completamente de la muñeca hasta el hombro. Buscó el lugar donde se guardaban los coches, que no era más que un cubierto sujetado por cuatro pilares.

Se dirigió ahí, seguido de un extrañado primo y una furiosa abuela.

-Fátima quiere saber por qué te vas, te hemos tratado bien, ¿no? ¿Cuál es el problema?

Zayn lanzó su equipaje con brusquedad dentro del maletero del todo terreno recientemente alquilado, cerrándolo con brusquedad de un portazo. Se giró sobre sus talones y se dispuso a enfrentar a su primo Imran y a su abuela.

-¡Ese es el problema! Me siento incómodo en esta casa- señaló la construcción en frente a ellos con brusquedad.- Puede que no entienda lo que digáis, pero sé sentir, y puedo aseguraros que no hay nada que odie más que el interés.

-El interés no es malo- el chico más moreno se cruzó de brazos, intercambió unas cuantas palabras con su abuela y prosiguió con su defensa- no creo que hayamos hecho nada malo.

-El interés es bueno, sí. Pero cuando se trata de querer conseguir terminar una carrera o reciclar, ¡no esperar que por tratarme bien un par de días os regale mi dinero!

Y es cierto, esta gente fue muy atenta con él estos tres días, pero con un solo objetivo: su economía. A diferencia de lo que unos parientes a quienes realmente les importa un familiar harían, ellos sólo le preguntaban cosas como cuánto ganaba el año, en qué invertía, en qué le gustaba dejar su dinero, etc.  Alguien que realmente se preocupase por él preguntaría cosas como cómo lleva la fama, qué tal sus padres, sus hermanas, cómo consiguió asimilar todo esto… Cosas por el estilo.

Ellos no. Ellos miraban a Zayn como si fuese una fuente de dinero.

-Somos tu familia, Zayn.

-No, no sois mi familia. Vosotros sois desconocidos que sólo quieren de mí una cosa.- en sus rostros no había arrepentimiento alguno, todo lo contrario: le miraban con cara de reproche, como si hubiese hecho algo mal. Zayn bufó con una sonrisa falsa, este asunto le hacía gracia.- Me dais asco.

La anciana mujer se estaba poniendo roja como un tomate, y, golpeando con su bastón el suelo, gritó con fuerza una sola frase que inmediatamente su primo tradujo:

-No serás bienvenido en esta casa nunca más- la anciana dijo algo más, esta vez sentía como veneno que se escurría como un siseo de entre sus dientes- Alá te castigará por abandonar a tu familia.

El chico estalló en carcajadas sin poder contenerse a la vez que intentaba encontrar la manilla de la puerta del piloto y abrirla.

-Para eso primero deberíais de haberos comportado como una- se sentó, puso las llaves en el contacto y arrancó, no sin antes asegurarse de tener la última palabra- al menos ahora entiendo por qué papá casi nunca me habló sobre vosotros.

Estuvo conduciendo por bastantes horas de un lado de la ciudad al otro sin siquiera darse cuenta, sumido en sus pensamientos, sin ningún destino en concreto. Siguió así hasta darse cuenta de que estaba entrando en la autopista.

Zayn estaba enfadado, mucho. Su padre tenía razón al decir que su familia siempre fue vanidosa. Él le explicó una vez años atrás que la principal razón por la que se había ido fue por su madre, por Trisha. Él la conoció en uno de los viajes que su madre hizo de joven. Se enamoraron y quisieron estar juntos.

Yaser nunca estuvo del todo cómodo con su religión, eso es algo que siempre le dejó claro a sus hijas y a su hijo, siempre tuvieron la elección de escoger en lo que querían o no creer. Era por así decirlo, bastante liberal, al contrario a la gran parte de los Malik.

Ellos desde el principio quisieron impedir el noviazgo entre sus padres, por eso ellos se volvieron a Inglaterra, país originario de Trisha. Ellos arriesgaron todo al dejarlo atrás, se conocieron jóvenes, pero les dio igual. Papá pudo acabar sus estudios allá y encontrar un trabajo, se casaron, tuvieron hijos y ahora son una pareja feliz con más de veinticinco años de casados, superaron todos los obstáculos que la familia Malik puso en su camino, que no fueron pocos.

Eso era lo único que llegó a saber de ellos, Zayn sabía que al venir aquí no iba a encontrarse con la mejor familia del mundo, pero pensó que al estar emparentados, tendrían al menos un pequeño cariño por él. Pero su único objetivo fue intentar conseguir lo máximo posible del dinero que consiguió gracias a su fama.

No lo malinterpretéis, Zayn no es un avaro al que le gusta quedarse con todo para él, no tiene problema en dar dinero, de hecho ya ayudó a muchas ONG y cosas por el estilo, a él le sobraba. Lo que no le gustaba era eso: ser visto como un objeto de beneficio del cual sólo se le puede sacar una cosa. Él es humano, tiene sentimientos, y últimamente se los están machacando mucho por razones diversas. Llevaba demasiado tiempo sintiéndose utilizado, su opinión hacía mucho que ya no valía nada para nadie en muchos aspectos de la vida. Le decían lo que tenía que hacer y lo hacía, eso es en lo que se basaba su “buena vida” en horas de trabajo. Y trabajaba mucho, mucho tiempo.

En pocas palabras, lo que le decían era: “utiliza esa boquita sólo para cantar”. No era algo agradable.

Estaba hasta las narices de eso, y más de una vez había pensado en cómo sería su vida si no se hubiese presentado a ese concurso, qué hubiese ocurrido si su madre no lo hubiese obligado a salir de cama para intentar cumplir su sueño y cantar ante un gran público. No sabía si hubiese sido bueno o malo: seguirían siendo una familia de clase media baja, con los recursos justos para sobrevivir, hubiese seguido estancado en su pequeña ciudad natal, en Bradford, tranquilo, sin miles de chicas gritándole. Sin un contrato y hombres trajeados gritándole al oído todo lo que debía hacer.

También era cierto que esas muchachas le dieron la vida, aquellas chicas fueron las que le dieron la posibilidad de trabajar en la música, su gran pasión. De poder facilitarle la vida a sus padres y a sus hermanas, de haber vivido momentos únicos, viajar a tantos países cuando años atrás apenas saía del país, hacer unos grandes amigos…

Definitivamente había un empate.

Lo que sentía ahora era una gran mezcla de emociones del que no quería ser dueño. Encendió uno de sus Chesterfield e inhaló la primera calada con cierta ansiedad, sin perder de vista la carretera. Debía de encontrar un buen hotel en el que alojarse, pensar bien sus siguientes pasos. Había estado ignorando todas las llamadas que le estuvieron haciendo, pero sabía que no podía huir para siempre. En algún momento debía de enfrentar a su verdadera familia, a Simon, a los chicos… A todos. Les debía explicaciones a todos y cada uno de ellos.

Pero ya habrá tiempo para eso, ahora debía buscar un sitio en el que alojarse antes de que la oscuridad se tragase la ciudad.

Free me | zayn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora