Capítulo 101

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 Una llovizna caía, mojando su cabello y un viejo jersey que había sacado de alguno de los cajones, gris y con algún agujero en la parte baja, una mancha de pintura blanca en el pecho. Pero le gustaba, porque podía resguardar las manos en las mangas por lo grande que le quedaba, y olía a pino por el tiempo que debía de llevar guardada ahí. 

La hacía sentir real, al igual que las vistas.

Bradford era un lugar gris, pero había algo confortante en aquella ciudad. En las chimeneas industriales y las líneas de casas obreras formando calles irregulares y consumidas por el tiempo. Lo podía apreciar todo desde ahí, sentada en una de las ramas más altas de la copa de una haya. Uno de los cuantos árboles que se podían apreciar en el jardín de la familia Malik.

Quizás lo reconfortante fuese que Zayn parecía animarse siempre que venía a visitar, lo libre que parecía estar aquí por la falta de periodistas de cotilleo, la gran familiaridad con la gente. O a lo mejor porque estar con su familia le recordaba a sus raíces, a lo que fue su hogar. 

Sin duda había algunas facetas que echaba de menos en ella. Pero si alguien le preguntase de volver atrás en el tiempo y poder escoger una opción en la que se pudiese quedar en Pakistán, no cambiaría ninguna de sus decisiones.

Suspiró, cansada. La noche anterior no había dormido mucho porque Zayn había tenido una pesadilla y gritó en medio de la noche, despertándola a pesar de no estar en la misma habitación. Era bueno que se estuviesen quedando en la vieja casa -la cual nunca había visitado con anterioridad- y no con el resto de su familia. Pero le pidió que se quedase con él, y eso hizo. Pero no pudo volver a pegar ojo. Tanto por su preocupación como por el fuerte agarre en su cintura.

Si en ese momento se hubiese fijado, se habría dado cuenta de que el susodicho ya no se encontraba en el salón leyendo con su hermana menor, los cuales podría ver por la ventana. Ni se percató que Trisha, junto con sus tres hijas, habían salido por el portal y desaparecido a la vuelta de la esquina. Ni se dio cuenta del muchacho intentando de mala manera escalar las primeras ramas. Porque estaba demasiado ensimismada observando cómo el humo de las chimeneas se entremezclaban con las nubes hasta hacerse una masa de color homogénea.

Tan solo lo notó cuando una de las ramas se sacudió fuertemente, causando el reconocible sonido de las hojas agitarse, chocando las unas con las otras. Tenía el rostro un poco pálido, tres metros más abajo de donde ella se encontraba.

 —¿Me vas hacer subir hasta ahí arriba?— Dijo con voz tensa— no creo que sea bueno para mi vértigo.

La chica rió, inclinándose para poder ver mejor.

  — No te he pedido que subieras en primer lugar.

 — No hagas eso— suplicó, refiriéndose a su peligrosa postura. Hizo lo que pidió sólo para reconfortarlo. Tan solo estaba a dos metros de altura y el pobre chico ya temblaba, asegurándose de que su agarre contra el tronco fuese fuerte. Una vez encontró que estaba sentado de una manera más que menos reconfortante, volvió a mirar hacia arriba.— Te llamé un par de veces, pero estabas pensando en las musarañas.

  — Perdona— se disculpó al mismo tiempo que ponía el pié contra la corteza, bajando con tanta facilidad que por un momento a Zayn le recordó a un felino. Procedió hasta dar con la rama más aproximada al chico. 

Se encontró con que había aterrizado más cerca de él de lo esperado; su rostro a apenas un par de centímetros. Podía ver las diminutas gotas acumularse en sus espesas pestañas, aparentando que hubiese pequeñas esferas de cristal descansando sobre éstas, al igual que el resto de su piel. Apostaba que ella no se vería tan bien, dado que llevaba más tiempo bajo la lluvia. Su cabello -más encrespado de lo normal gracias a la humedad- estaba impregnado en un pesado rocío. Además, se había puesto una capa de mascara que a esas alturas debía de haber manchado sus párpados.

Free me | zayn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora