Free me | zayn |

Capítulo 77

Sé que hay momentos en esta historia puede parecerse al Zayn "real" a la hora de compartir pensamientos y cosas así (como hay otras que no, obviamente). Pero por favor, tened en cuenta que comencé a escribir esta fic antes de que nada sucediese, como el escapar del grupo (dejarlo en caso real), lo que piensa sobre este y cosas así. Sí tomé un par de ideas de entrevistas y fotos como lo del bar pirata, el piercing o el cabello, pero tenía la historia planeada desde hace mucho tiempo, así que literalmente, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia, porque las coincidencias aún no terminaron. Quiero mencionarlo ahora solo por si acaso. ¡Disfrutad de la lectura!

Era un buen día. De echo, estaba siendo un buen mes. Ahora que se encontraba en el penúltimo día de diciembre, podía asegurarlo. Todo estaba yendo sobre ruedas, y tras más tiempo del que podía recalcar, pensaba más en los aspectos positivos que en los negativos, y eso, siendo él, era algo que tener en cuenta. Sí, algunas cosas seguían rondando en su mente, pero ahora que tenía a Shazia y había remendado la relación con su familia, lo malo no parecía tan malo.

Trisha prácticamente le había obligado hacer una visita durante las fiestas y llevar a Shazia con él, cosa que, para ser sincero, sucedería lo hubiese demandado o no. Se quedaron tres días, y los únicos únicos momentos incómodos que hubo se podían contar con los dedos de una mano. 

Sin duda algo que fue de admirar fue la capacidad de Shazia a adaptarse a nuevas situaciones. Nada parecía descolocarla, ni siquiera los miembros de la familia que eran más reculantes a la hora de acoger nuevos miembros del grupo. Para ser sincero, temió que hubiese un par de personas que fuesen un hueso duro de roer por la proximidad y cariño que habían cogido a su ex y no la tratasen con el respeto merecido, pero por suerte no llegó a ser un problema destacable.

Era uno de los aspectos que los diferenciaba; mientras Zayn prefería escapar y tomar un respiro cuando la situación se volvía espesa, ella no hesitaría en afrontar la situación como le fuese posible.

Admiraba eso. 

Un día le había preguntado, cómo es que normalmente no reculaba cuando el ambiente se tornaba incómodo, a lo que le respondió: "no sabrás si una circunstancia se puede cambiar sin al menos darle el beneficio de a duda". ¿Sinceramente? Aquellas palabras le sintieron como una puñetazo en el estómago, porque eso era siempre lo que siempre hacía: evadir el problema. Dar su opinión, escuchar cómo nadie concordaba y morderse la lengua para no causar un argumento, porque aunque lo hiciese, eran mínimas las veces que había ganado un argumento. Por ello mucha gente sabía cómo se sentía respecto a la banda, pero no hacían nada al respecto. No sabía si era por miedo o puro desinterés por sus opiniones, tampoco le importaba.

Y bueno, también podía aplicarse esa situación a su vida personal.

Sacudió el pesado pensamiento de su cabeza, volviendo a la realidad. A pesar de todo, era feliz, tenía gente que lo quería a su lado y mañana sería el último día de aquella montaña rusa que había tenido por año. El siguiente sería mejor, ya estaba siendo mejor. El sufrimiento merecería la pena.

El caso es, se lo pasó bien con su familia, todo había ido sobre ruedas, volvió a ver a miembros con los que no había cruzado palabra en al menos un año, y se sintió bien, se sintió normal pasar tiempo con gente que conocía desde la cuna, presentar a su novia, contar la bizarra historia en cómo se cruzaron en Pakistán -omitiendo el percance sobre su padre y prometido-, y Trisha, junto con otras dos de sus tías y tíos -su novia uniéndose sin siguiera preguntar-, prepararon la comida más deliciosa que había degustado en siglos. Su madre le había preparado su plato preferido, keema, y para ser sincero, se encontró en medio de una batalla, porque desde el día que Shazia había cambiado su dieta, él también lo hizo. Al principio lo había hecho para apoyarla, pero terminó en ella porque tenía razón, y otra, los platos que cocinaba eran deliciosos. De todos modos no quiso hacerle el feo a su madre, así que disfrutó de la receta, aunque no sin sentir un poco de remordimiento mientras su nana no paraba de ponerle más comida en el plato porque "estaba más delgado que el palo de una escoba".