Capítulo 102

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Aquella mañana se despertó sin su cálido cuerpo entre sus brazos, como había hecho los últimos días. Le dolía ligeramente la cabeza, y podía escuchar gotas de agua aterrizar pagresivamente contra la pequeña ventana. Perezosamente, se incorporó, apoyándose en un hombro. En la pantalla de su teléfono pudo ver que eran casi las diez de la mañana, pero aún no le apetecía salir de bajo el cálido edredón.

La cama era pequeña, pero encontró que era donde mejor dormía a pesar de compartirla. El viejo cuarto le recordaba los viejos tiempos, cuando su mayor problema era el tener que despertarse temprano para no llegar tarde a clase. Algo que, siendo honestos, nunca llegaba a cumplir del todo.

Si a los buenos recuerdos se le añade que Shazia siempre se encontraba a su lado si se despertaba sobresaltado por alguna pesadilla, encontrándose con un sereno rostro que inmediatamente le transmitía calma y sinceridad... Se podría decir que, dejando los malos sueños a un lado, al fin dormía con suficiencia. Ya no había remarcables ojeras bajo sus ojos.

Pero aquella mañana no estaba a su lado como las anteriores, acariciando su rostro a la espera de su amanecer. Pero sabía que estaba en algún lugar de la casa, porque no se iría a ninguna parte sin dejar al menos una nota. 

Se alegraba tanto que se hubiese quedado a su lado y no lo hubiese mandado a la mierda cuando cualquier otra persona haría. Y él lo entendería, porque había sido un cabrón. Pero se quedó, y ahora no podría agradecerlo más. Porque si no fuese por Shazia, no estaría ahí en ese momento, sino que continuaría consumiendo toda su energía actuación tras actuación.

Sacudió la cabeza, sintiéndose demasiado profundo a una hora excesivamente temprana. Además, necesitaba una aspirina, por lo que decidió que al fin y al cabo si debería de salirse de cama.

Lo agradeció al momento. La calefacción ya se había encendido por lo que el cambio de temperatura no fue drástica, y tras bajar las escaleras el aroma a café recién hecho llenó sus fosas nasales, despertando un apetito. El menudo cuerpo de Shazia revoloteaba por la cocina al son de una canción que sonaba por el altavoz de su teléfono. Llenando vasos con zumo de naranja recién exprimido, volteando unos pancakes en la sartén a la vez que murmuraba la letra a la vez que la cantante.

—Debería de hacer el desayuno yo algún día, para variar.

Se dio la vuelta, una sonrisa dibujándose en su rostro el momento que se encontró con su expresión dormida.

—Para eso tendrías  que despertarte antes que yo. Y sinceramente, con tus antecedentes, prefiero mantener las expectativas bajas.

—Ouch.

—Pero—procedió —no voy a molestarme si preparas la cena esta noche.

—Trato—accedió antes de tragarse una aspirina, el medicamento que le recetó su psicólogo y bajarlo con un vaso de agua.

—Buenos días —dijo con una risita la morena, acercándose a él, poniéndose de puntillas para depositar un ligero beso sobre sus labios. Él también le deseo unos buenos días antes de tomar los vasos con el zumo y sentarse en la mesa.

—¿Qué tal dormiste hoy?

—Bien, mejor. Hace un día de perros—comentó tras notar que la lluvia seguía cayendo, llevándose la taza de café a la boca.

—Lo sé—puso el plato con los pancakes en el centro y tomó asiento a su lado, disfrutando de su propio desayuno.— Ah, sí. Tu madre llamó. Dijo que irían a visitar a una de tus tías y que no estarán en casa en todo el día.

—Hum— asintió, su boca llena— igualmente no me apetecía.  Se preocupan demasiado por mí.

—Es lógico, Zayn. ¿No lo estarías tú sí una de tus hermanas estuviese en tu situación?

Free me | zayn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora