2.

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Capítulo 2


           Me removí entre las sábanas de una cómoda cama hasta quedar bocarriba, estiré mis brazos sobre mi cabeza y abrí los ojos. «¡Oh, error!» Los volví a cerrar inmediatamente y apreté ambas sienes con fuerza, intentando desaparecer el dolor. «Joder.» Esperé un par de segundos suplicando al cielo que me ayudará, conté hasta diez e hice otro intento, esta vez logrando abrirlos, y gracias a Dios el dolor era un poco menor. Lentamente empecé a sentarme y observé mí alrededor, estaba en el departamento de Eleanor. «Bien.» Mi ropa, bueno, aun traía el mismo vestido de la noche pasada. Eso está más que bien. Ahora, ¿Cómo llegué aquí? No podía recordar nada después de esos miles de shots que había bebido con Niall.

           La puerta de la habitación se abrió dejando ver a Louis. Traía en una mano un vaso con agua y una caja de pastillas en la otra. Una expresión divertida adornó su rostro al verme.

          —¡Vaya! Estás viva. — soltó riendo, ocasionándome un quejido.

          —¿Dónde está Eleanor?

          —Recostada en el sillón, está un tanto mejor que tú.

          Cambió su peso de pie y siguió observándome en la miseria. Suspiré sintiendo mi estómago temblar. ¡Qué mal me sentía!

           —Dios... ¿cómo llegamos aquí? — estiré mi brazo derecho hacia atrás y me apoyé intentando sentirme mejor.

           —Un amigo me ayudó a traerlas a casa. — se río. — ¿Sabes? fue muy loco encontrarlas llorando.

            Abrí mis ojos, mirándolo con sorpresa. ¡No!

           —¿Llorando?

           La sonrisa en su rostro se amplió, maldición, este hombre era maligno de verdad, parecía estar disfrutando contarme la humillada que me había dado anoche.

           —Oh, sí. — su risa aumentó de volumen, y eso ocasionó que mi cabeza doliera con mayor intensidad. «¡Dios mío!»

           —Mi cabeza va a explotar. — me dejé caer en la cama nuevamente, haciéndome bolita en el medio y tapando mi cabeza con una almohada. Los detalles de mi humillación pueden esperar.

           —Esto ayudará, tomate dos y el dolor se irá.

           No le contesté, en cambio le hice una seña indicando que las dejara ahí y murmuré algo lo más parecido a un «Gracias» que pudo salir de mí. Louis dejó la habitación y me tomó un gran esfuerzo sentarme para tomar esas pastillas. Al hacerlo mantuve mis ojos cerrados, esperando el momento de poder volver a acostarme, decidida a dormir y ver si al despertar dejaba de sentirme como la mierda.

          Y así fue.

          Un par de horas después abrí nuevamente los ojos y milagrosamente el dolor había desaparecido, agradecí al cielo que por una vez había sido escuchada y bendecida con esto. Me levanté y busqué la maleta que aún no había deshecho con la mirada, la encontré tirada en una esquina, necesitaba con urgencia una ducha que me ayudará a sentirme mejor. Saqué la ropa más cómoda que pude encontrar y salí, Louis se encontraba en la cocina y Eleanor sentada en uno de los taburetes de la barra frente a él. Me acerqué.

           —Buenos dí... lo que sea que sean. — solté, siendo consciente de que no tenía idea de la hora que era.

           Louis soltó una risa.

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