8.

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Capítulo 8


        —¿Qué ha pasado?— siguió insistiendo Eleanor siguiéndome al baño.

         Ella y Louis habían intentado hacer que les dijera algo, sin embargo, me había negado a hacerlo. Y ahora que Louis se había ido, Eleanor estaba dispuesta a sacármelo.

          —Vamos, Alexis, dime.

          Giré mis ojos y enjuagué mi boca quitando todo rastro de pasta dental, me sequé con una pequeña toalla y me giré a verla.

          —Tuvimos una pequeña discusión, eso es todo.

          Su boca se frunció en un puchero.

          —Pero, ¿por qué?

          —Él quería saber sobre mi vida 'romántica', le dije que no le diría nada y él insistió. Me sacó de mis casillas, pero él también se enojó de más. — me defendí. 

          —Alexis...

          —Ya lo sé, no necesitas decirme nada.— suspiré y me recargué en la pared. —Sabes que odio hablar del tema.

          Se acercó a mí y me dio un pequeño abrazo.

           —Tranquila, lo sé. Alexis, pasaste por algo horrible, difícil de afrontar y es normal que te pongas así, es solo que él no lo sabe y no puede entenderte como yo.— agaché la mirada evitando traer esos hechos de mi vida.

          —Creo que le debo una disculpa.— susurré.

          —Así es. Pero puede esperar, es hora de que nos vayamos a dormir. Hay que descansar, tuviste un día ajetreado y yo también.— me guiñó un ojo. —Sabes, el viernes saldremos todos a un club por el cumpleaños de Sandy, puedes aprovechar y hablar con él ese día.

          Lo pensé unos momentos y asentí.

          —Si, lo hare.

          El día siguiente fue más aburrido, Eleanor había salido con su madre y yo no había salido de aquí. Había estado haciendo llamadas por Skype con mi mejor amigo Kit, quien también era mi mano derecha en la empresa, me había informado que todo estaba de maravillas, pero que aun así les hacía falta. También había llamado a mi tía, quien me recordaba que no tenía que preocuparme por nada y que disfrutara. Pero era difícil, trabajar mantenía mi mente ocupada.

           Me había acostado temprano y dormido antes de que Eleanor llegara, por lo cual esta mañana me había levantado muy temprano con suficientes energías para salir a correr. Cuarenta minutos fueron demasiado para mí, así que estaba muertisíma, aunque se hayan dividido entre mi corriendo y caminando. Entré al departamento e inmediatamente me dirigí a la cocina por un vaso con agua, me senté en uno de los bancos y la bebí en tiempo récord.

           —Te levantaste temprano hoy, eh.— me dijo una perezosa Eleanor saliendo de su habitación, su cabello estaba enmarañado y estaba tallándose los ojos.

          —Tenia ánimos de salir a correr.

          —Me hubieras despertado para ir contigo.

          Reí.

          —No creo que te hubieras levantado.

         Me enseñó su dedo medio y sonrió. Sabía que tenía razón.

          —Alístate para salir a hacer las compras. Mañana no sé si seremos capaces de ponernos de pie, así que mejor aprovechemos hoy.

         —Claro. 

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