30.

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Capítulo 30



Zayn


Se había ido, Alexis se había ido. No me había dado la oportunidad de hablar con ella, de decirle que de verdad la quiero y de explicarle como fueron las cosas con Perrie. Pensé que al haberle pedido que me escuchara haría que se quedara un poco más, pero no fue así. Debí de haberlo sabido y mantener un ojo en ella.

Me sentía la más grande de las mierdas. Y la verdad es que sí lo era. Recordar el cómo me miró me estaba torturando, la había decepcionado, después de todo lo que ella había pasado lo último que quería era lastimarla. Le prometí que la cuidaría y que no dejaría que nada le pasara, y le salgo con esto.

Jale mi cabello con frustración y mire las pocas cosas que había dejado aquí. Tenía que hablar con ella y explicarle todo, decirle que me encanta, que me tiene hecho un pendejo y que daría todo por ella.

Rápidamente busque mi teléfono y lo conecte al cargador, necesitaba saber dónde vivía y sabía que Eleanor era la única persona que podría decírmelo. Espere unos minutos hasta que mi celular regreso a la vida y la llame.

—¿Zayn? — respondió una adormilada Eleanor con voz. — ¿Qué mierda quieres?, es de madrugada aquí.

—Necesito la dirección de Alexis, dime que por favor la sabes. — soné mas urgido de lo esperado.

¿No se supone que esta contigo? — preguntó confundida.

Suspiré frustrado.

—Eleanor, solo dame su dirección, tengo que hablar con ella. — insistí.

¿Qué mierda le hiciste Zayn? — su voz cambio, ahora sonaba molesta.

—Eleanor, por favor. Te lo explico luego, dame su dirección.

Se quedó en silencio por unos segundos y volvió a hablar.

Lo siento Zayn, antes de hacer eso necesito saber qué fue lo que paso, hablare con ella y después decidiré si te lo doy o no. — se lamentó y tristemente la entendía.


Pasaron cuatro días para que Eleanor llamara para finalmente darme la dirección de Alexis. Todo debido a que ella no había contestado sus llamadas, estaba preocupada y yo también, todo lo que pedía era que ella estuviera bien.

Había guardado todas mis cosas y las de ella en mi maleta desde hace días, esperando por el momento en que pudiera ir a buscarla, había subido a la camioneta que ella dejo y emprendí mi camino hacia Los Ángeles.

Y finalmente estaba aquí. Solo una puerta me separaba de la chica que quería, me sentía nervioso, no sabía que esperar, no sabía cómo ella pudiera reaccionar, ni de si volvería a confiar en mí, pero me moría de ganas de explicarle todo, de tomarla en mis brazos y nunca soltarla, de besarla y de hacerla reír. Haría lo que fuera para recuperar su confianza.

Alexis, mi Alexis.




Alexis


—¿Qué estás haciendo aquí? — Solté, más dura de lo que creí que podría sonar.

—Desapareciste. — susurro dando un paso al frente. Al instante yo di uno hacia atrás. Traía la maleta que había llevado a Santa Bárbara y parecía que no había dormido mucho. — ¿Por qué te fuiste sin decirme nada? Habíamos quedado en hablar.

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