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29.

Capítulo 29

         A la mañana siguiente, poco tiempo después de haber llegado a la oficina, Jamie ya se encontraba lista para proporcionarme los detalles de su primera llamada con la futura novia.

        Según sus palabras, la señorita Edwards se había escuchado muy amable y emocionada por empezar a planear la boda de sus sueños. Pero la verdad era que yo no podía concentrarme completamente en lo que me decía. Era difícil pretender que esto me importaba cuando la realidad era que deseaba salir corriendo y no saber nada más.

        —¿Entonces qué opinas, A? — preguntó Jamie sacándome de mis pensamientos. La miré y apreté mis labios. Había dejado de prestar atención.

         —Perdóname, es que tengo otras cosas en la cabeza. — me disculpé apenada y ella me sonrió.

          —No pasa nada. Te estaba diciendo que esperan que podamos hacer un viaje a Londres para empezar a elegir todo lo que entraría en los adornos de la recepción una vez que hayamos contactado con los proveedores y definido los colores. — revisó algo en la libreta de notas que llevaba y siguió hablando. — Esto tiene que estar para aproximadamente dos semanas ya que la boda se llevara a cabo en mes y medio y si no querem-

          —¿Mes y medio? — solté interrumpiéndola. No. Me puse de pie y levante la mirada tratando de encontrar el aire que hacía falta y de que la presión en mi pecho desapareciera. — ¿Por qué tanta prisa?

         Ella frunció el ceño. 

         —Bueno, ella bromea con que es una boda exprés.

         Tragué intentando deshacer el nudo que sentía en la garganta.

          —¿Estas bien, Al? — preguntó preocupada acercándose a mí. Suspiré y forcé una sonrisa.

          —Sí, sí, todo bien. Es solo que, uh, me duele un poco la cabeza.— me excusé sacudiéndola. — Pero ya estoy bien, continuemos. ¿Qué más te dijo la Srta. Edwards? ¿Alguna sugerencia del novio? — pregunté. Y sí, soy masoquista.

          —De acuerdo. Uh, ¿en dónde me quede? Oh, sí, tenemos que estar allá en dos semanas, y empezar por acompañar a la novia a la prueba final del vestido. Ver los de las damas también y el traje del novio y sus padrinos. — apunté lo que dijo en mi libreta y ella revisó unas cosas más en la suya. — Sé que tu tía dijo que yo me encargaría del contacto directo, pero la Srta. Edwards me ha pedido si puedo "involucrarte" a ti en su boda, obviamente ella no sabe que ya lo estas, pero quería comentarlo contigo y ver qué opinas, de ante mano, le aclaré que trataría de hacer algo y que no estaba muy segura, pero la decisión es tuya.

        —¿Qué? — pregunté desconcertada.

        —Lo sé, pensé lo mismo cuando ella me lo pidió, como te digo, la decisión es tuya. — me perdí en un punto fijo y suspiré tratando de pensar en por qué Perrie me quería organizando su boda. — ¿Entonces...?

         Regresé mi mirada a ella y negué.

         —N-no le digas nada si ella no lo vuelve a preguntar, si ella lo llegara a hacer dile que tengo otros proyectos, ¿sí?

         —Si, como quieras. — sonrió. — Uh, la Srta. Edwards aseguro que llamaría en unas horas para indicarnos los colores, así que en cuanto eso esté listo te avisare para empezar con las llamadas.

         —Me parece perfecto. — concordé. Jamie se despidió y salió de mi oficina para regresar a la suya. Masajeé mis sienes y respiré profundo. Puedo hacerlo, puedo hacerlo. Me repetí.