Faltas

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—Chicos—dijo Simón—He estado pensando y creo que es el momento en que deben escuchar algo genial.

—Agárrense—dijo Fiorella—Lo que salga de su boca puede ser divertido o asqueroso. Lo último paga dos pesos.

—Somos todos hombres solteros, libres, sin compromisos y en la plenitud de nuestras vidas. Bueno, casi todos. Perdón, Juan.

—¿Perdón, Juan?—dije—¿Qué mier....?

—Por eso, muchachos, ¡todos vamos a ir al paintball nocturno!

—¿Paintball nocturno?—dijo Genie—¡Me encanta!

—Lo siento, muñequita. Es solo para hombres rudos y machos.

—Tenes mas maquillaje que yo.

—Estar bien presentado es parte de ser un hombre rudo y macho.

—Un metrosexual, que les dicen—dijo Fiorella.

—Fio, vos ya fuiste a jugar al paintball. Sino ¿de qué otra forma se explica esa mancha de pintura en tu pelo? ¡Oh! ¿Es tu estilo? Cuanto lo siento.

—Suena divertido—dije—No lo del pelo, el paintball.

—Bien, Juan. ¿Y vos, recluta?—dijo Simón, mirando a su tío José.

—Estaría bueno, pero no puedo ir. Tengo....algo que hacer. Y no puedo ir—saco el celular de su bolsillo—De hecho, tengo que irme ahora. Nos vemos.

—Chau—dije—Después llámame.

—¿Qué te parece Genie? ¡Estas dentro!

—Iba a ir igual, idiota—dijo la uruguaya—Ni que fueras el dueño.

—¿Alguien más ha notado algo raro?—dije—Otra vez José se va temprano.

—Tenia cosas que hacer—dijo Genie—Menos preocupaciones y más disparos.

—No, Juan tiene razón—dijo Fiorella—Y no es solo eso.

Punto de vista de Fiorella

Esa mañana...

Saben que yo llego temprano al Banco. Más que ustedes, simples mortales de las cajas. Hoy cuando entre y estaba a punto de subir por el ascensor cuando me encontré a José. Caminaba lentamente y con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿José?—dije—¿Te caíste de la cama o acabo de morirme y esto es el cielo?

—No, no nada de eso—dijo sonriendo.

—Mejor. Esperaba un cielo más limpio. ¿Qué haces acá?

—Lo usual. ¿Vos como estas? ¿Cómo esta Agustín?

—Bien—dije, dudando—Normal. ¿Seguro que estas bien?

—Perfectamente. Más aún. ¿Necesitas algo? Iba a comprarle medialunas al departamento de legales, ¿vos queres café o bizcochitos?

—¿Café con leche?

—Ya viene.

—Y tres facturas.

—Entonces—dije, de regreso al presente y terminando la historia de Fiorella—¿Estaba contento y trajo café y comida para todos?

—Sí, ¿vos no ligaste?

Asentí.

—Pero pensé que era algo del Banco, que por fin los chinos se acordaban de nosotros.

—Ahora que me decís...—dijo Genie—yo también lo escuche decir algo.

Punto de vista de Genie.

How I met your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora