Como los conocí a todos

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—No puedo creerlo—dijo Eva, mientras entrabamos al depósito del Bar.

Yo había tomado un pequeño descanso para ir con mis amigos al fondo, donde decidimos hacer un concurso de tirar botellas a los techos de los vecinos. Si los descubro haciendo lo mismo, los mato.

—¿Escucharon las puteadas?—dijo Genie—Creo que vi un par de linternas.

—Nah—dijo el rubio—No pasa nada. ¿Qué van a hacer? ¿Llamar a la policía? ¡Por favor!

Si, chicos, llamaron a la policía.

—Además, ponele que lo hagan—dijo Fiorella—Nosotros estábamos tomando cerveza acá. Así que si preguntan...

—Yo no estuve, yo no fui, yo no sé—repetimos todos.

Y si, le echamos la culpa a alguien más. Pero eso fue mucho más tarde.

—Es curioso—dije, arrojando una botella—Así fue como conocí a Simón.

El año 2002.

José y yo estábamos en la parte trasera del Bar, mucho mejor pintada en aquel momento cuando aún lo manejaba el dueño original, y los edificios eran un poco más bajos. Siempre tuvimos una fantasía y jamás había ocurrido, hasta que sucedió.

—¿Ves lo que yo veo?—dijo José.

—La ventana está abierta.

—Totalmente abierta. Sin persiana, sin cortinas, sin nada.

—¿Lo hacemos?

—Obvio. El primero que lo consigue gana 100 puntos.

Su tío y yo tomamos unas pelotas fabricadas con papel de diario y comenzamos a arrojarlas, intentando meterlas en la ventana del tercer piso del edificio que era lindero al Bar. Lamentablemente no tuvimos suerte pero, mientras lo hacíamos, alguien entro por la puerta y se dirigió a nosotros.

—Oigan, ¿qué están haciendo?

—Eh—balbucee—¿Drogándonos?

—No, yo creo que están tirando papeles a esa ventana. Déjenme decirles algo: mi hermano ciego vive ahí. ¿Saben? Desde que murió nuestra madre he intentado hacer que salga y se distraiga. El creía que este Bar estaba lleno de malas personas, pero logre convencerlo. Estaba a punto de bajar, cuando vio esas pelotas voladoras intentando entrar.

—No sabíamos eso—dijo José.

—Por supuesto que no.

—Mira, maestro—dije—Perdónanos. Sabemos que está mal y....estamos un poco borracho y...¿Podemos ayudarte en algo?

—Yo cuido a mi hermano, lo protejo, incluso postergo mi sueños por él. Pero no me importa, porque me hace feliz. Es mi hermano y lo amo.

—Te pedimos mil disculpas—dijo José.

—Cualquier cosa que necesites, decinos.

—Wow, ¿se lo creyeron no?

—¿Qué?

—Recién lo invente cuando entre. Necesitaba despejarme un rato. Si funciono con ustedes, seguro va a funcionar con cualquier mina en el Bar.

—Fácilmente te podríamos cagar a trompadas—dije.

—Sí, pero no lo van a hacer.

—¿Por qué no?

—Porque si lo hacen, no les voy a enseñar esto—dijo y, al final de su frase, tomo una de las pelotas de papel y la pateo fuertemente, haciéndola volar por los aires y entrar directamente por la ventana abierta—Mi nombre es Simón y voy a enseñarles a vivir. Posta.

How I met your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora