No somos de acá

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—¿Cambia en algo estar casados?—dije, mientras les servía a mis amigos una ronda de cervezas. Estaban todos, excepto Genie.

—Es casi lo mismo—dijo José—Pero se me acalambra la mano.

—Pensé que el objetivo de casarse era no tener que usar las manos.

—Es por escribir todas esas notas de agradecimiento. En parte.

—Estoy podrida—dijo Eva—Formularios que tenemos que firmar, legajos de defunción, notas de agradecimiento.

—¿Legajos de defunción?—dijo Fiorella—Eso es escalofriante.

—Es algo que te recomiendan hacer por si tu cónyuge muere repentinamente.

—Contiene los datos que tu marido podía necesitar.

—Sí, datos de cuentas, direcciones, una carta para el otro. Esas cosas.

—Genial—dije—Voy por la próxima ronda.

—Deja, Juan—dijo Eva—Sentate que voy yo.

—Gracias. Tenes una esposa muy considerada.

—Sí y yo soy un pelotudo.

—Totalmente—dijo Fiorella—¿Por qué esta vez?

—No sabía que tenía que escribir una carta. Lo único que Eva va a encontrar son extractos bancarios y un mapa.

—¿El de dónde encontrar a Wally?

—Exacto. ¡Dios! Soy un marido horrible. No, voy a escribir esa carta esta noche y listo.

—Así es—dijo Fiorella—A no ser que mueras antes de hacerlo.

—Eso es imposible—dije.

—Absolutamente—dijo el rubio—José es un hombre en la flor de la vida y podemos asegurar que vivirá hasta las diez de la noche.

—¡Desafío a Dios a que intente llevárselo!—dijo Fiorella.

José bebió su cerveza de un solo trago y luego dijo:

—Los odio profundamente—y salió del bar corriendo.

Al poco tiempo, la tía Genie entro al Bar con su celular lleno de fotos de su viaje a Brasil.

—Y acá estoy en el carnaval de Rio.

—Fa—dijo Simón—¿Estas con un body paintining? Juan, ¡mira esto!

—Ya las vi—dije.

—Parece un viaje genial—dijo Fiorella, tomando el celular.

—Lo fue. Sinceramente, siento que la Genie que se fue es muy diferente de la que volvió.

—Hay muchas fotos de gente desnuda—dijo Fiorella.

—No cambiaste nada, Beuchamp—dijo Simón—Sos una porteña sofisticada, bebedora de vino y whisky, carnívora y futbolera.

—Solo zapatos y una camisa—dijo Fiorella—Que estilo.

—No sos masajista, ni bailas capoeira, ni sos abstemia, ni pacifista, ni hippie ni nada que tenga tu futuro ex novio, Wagner. Báncame, Juan.

—Estoy feliz de que Genie sea feliz.

—Gracias.

—Realmente tenes una muestra de genitales expuestos. Aunque es muy fácil distinguirlos. ¿Qué opinas, Juan?

—Borra esas fotos, Fiorella. Me dan escalofríos.

—Quiero que sepan que soy una versión mejorada de mi misma. Algo así como la Genie 2.0. Y disfruto ser lo que ahora soy, tanto como lo hice en Brasil con Wagner.

How I met your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora