Camino dificil

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Chicos, ustedes saben que hay alguien de nuestro grupo de amigos que siempre sugiere hacer algo alocado. Algunas veces he sido yo, otras veces José, algunas pocas Eva, muchas Simón o Genie intentando llevarnos a su país. Pero nunca imagine que Fiorella podría superarse a sí misma invitándonos a todos a....

—¡Las sierras!—dijo, mientras se sentaba junto a su novio.

—Dejate de joder—dije.

—En nombre de nuestra pareja, nos rehusamos completamente—dijo Eva.

—Me parece muy bueno—dijo Genie—Siempre quise ir a Córdoba.

—Me refería a las sierras de Tandil—dijo Fiorella.

—Ah. Entonces yo también estoy fuera.

—¡Vamos!—dijo el rubio—Sera divertido.

—Ah—dijo Eva—Realmente van en serio.

—Sí, es muy obvio—dijo José.

—¿Qué significa eso?—dijo Simón

—No, nada. Solamente, ustedes saben, están empezando a hacer planes como pareja. Aburridos y estúpidos, pero planes en fin.

—¿¡Que!? No, yo no hago planes estúpidos ni aburridos. Todo lo mío es espectacular. Aunque en este caso fue idea de Fiorella.

—No pasa nada. Cuando sales con alguien, es normal dejar ir un poco las cosas. Confíen en mí.

—Si—dijo Eva—Realmente me deje ir un tiempo.

—Realmente te apegaste mucho a los flanes y el dulce de leche.

—¿¡Qué!?

—Quiero decir, ¡nos vamos de excursión!

Y como nadie quería ver enojada a Eva ni mucho menos, organizamos todo lo que había que organizar y ese fin de semana que tuvimos libre, viajamos rumbo al sur de Buenos Aires, al centro de nuestra provincia, hasta que llegamos a Tandil.

Al llegar allí, nos sorprendimos porque no íbamos a descansar en algún hotel, posada o cabaña: su tía había tenido la genial idea de que pasáramos la noche a la intemperie, bajo las estrellas y en medio de las sierras, intentando sobrevivir por nuestros propios medios.

—¿Quién vota por conseguir un hotel?—dijo Eva—Incluso acepto dormir en una estación de servicio.

—Vamos, ¿Dónde está su espíritu aventurero?—dijo Fiorella.

—¿Desde cuándo vos tenes un espíritu aventurero?—dije.

—Desde que supe que esta excursión era no reembolsable.

—Realmente tienen montañas altas en este país—dijo Genie—Muy altas.

—Son sierras—dijo José—¿Qué harías si vieras los Andes?

—Déjame tranquila, vengo de una penillanura llamada Uruguay.

—Tengo mucho frio. ¿Alguien tiene un par de guantes?

—Sí, Juan—dijo el rubio—Busca en mi mochila. El resto, vengan a firmar unos papeles.

—¿Qué papeles?—dijo Eva.

—Cosas del seguro y para que ellos se eviten problemas legales si morimos de hipotermia. ¡Pero eso no va a pasar!

Así que, mientras el resto del grupo se dirigía a la oficina de la agencia de turismo, yo fui directamente al auto del rubio, revolviéndolo todo tratando de encontrar un par de guantes. A pesar de no tuve suerte, si me topé con algo interesante debajo del asiento. Era un sobre de color negro, estaba completamente sellado y adherido al fondo del asiento, pero logre sacarlo.

How I met your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora