—¿Quién te mando un mensaje?—dijo Genie.
Acababa de entrar al bar cuando mi celular sonó. Conocía tan bien las instalaciones que pude llegar a nuestra mesa de siempre sin necesidad de despegar mis ojos de la pantalla.
—José—dije, tecleando—Dice que no puede venir porque tiene que hacer algo del trabajo.
—¿Qué te pasa, uruguaya?—dijo Fiorella—¿Controlas quien lo llama y quién no? Alguien es posesiva...
—No, yo...
—No pasa nada, Fio—dije y me senté junto a ella—Tengo contraseña para las fotos hot de las secretarias. Pero me preocupa José.
—¿Por qué? ¿Qué tiene de raro que diga que tiene que hacer cosas del trabajo un sábado por la noche?
—Sí, Juan—dijo Genie—Tu amigo es trabajador. El orgullo del capitalismo.
—Es que es triste tomar en un bar por la noche y solo. Con José solo sería triste.
—¿Qué hay de nosotras?—dijo Fiorella.
—Ustedes están bien, de hecho más, pero con José podemos hablar cosas de hombres.
—Ayer me dijiste que te gustaban mis flats—dijo Genie—Y te pusiste a buscar en internet unos para mí.
—¡No tiene nada de malo querer que la gente se vea bien!
—Eso es tan macho.
—No lo necesitamos—dijo Simón, quien apareció como un fantasma por detrás de las sillas y se ubicó junto a la rubia—De hecho me soluciona algunos problemas de logística.
—¿Cómo haces eso?—dijo Genie—¿Cómo podes saber nuestras conversaciones mientras levantas minas al otro lado del salón?
—Es un don que San Encarador me dio.
—¿San Encarador?—dije—¿Ahora inventas deidades?
—Yo no las invente. Fue el que escribió el Evangelio según el grado de alcohol. ¿En serio nadie lee mi blog?
—Es como leer a Cavallo para arreglar la economía—dijo Fiorella—Toco madera y mi seno izquierdo.
—Ah, chistes bancarios. Me encantan. De cualquier forma, me distraen. Juan, tengo algo para vos que va a ser posta.
—¿Es otra vez lo del abogado?
—No—dijo Simón desconcertado—¿Qué abogado?
—El que tengo acá colgado.
Hice un High five! con las dos chicas, mientras gritábamos, golpeábamos la mesa y señalábamos a Simón.
—Entro como un caballo—dijo Fiorella entre risas.
—Los argentinos podrán ser soberbios, ¡pero tienen los mejores chistes!
—Yo no soy soberbio—dijo Simón—Antes lo era, ahora soy perfecto. Pero basta de reírse. Juan, mírame, te necesito.
—¿Qué locura inventaste ahora?
—Un compañero de la bolsa celebra la fiesta de quince años de su hija y tenemos que ir.
—¿Te invito y te deja llevar a alguien mas?—sacudí la cabeza—Por supuesto que no te invito, vos no estarás...
—¿Sugiriendo que nos colemos? ¡Exactamente!
—¡Por favor!
—Saben—dijo Fiorella—Siempre pienso, "no, Fio, no puede caer más bajo". Pero me sorprendes.
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How I met your mother
UmorismoEn el año 2035, el ex bancario Juan Del Totro decide contarles a sus hijos la historia de cómo conoció a la madre de éstos. Así, se traslada hasta 2013, año en el que sus amigos José, Fiorella y Simón, siguen solteros y en el que conoce a la periodi...