Cena de ensayo

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Sábado. 8PM.

Simón y Fiorella estaban en una pequeña habitación. El rubio estaba esposado a una silla, mientras Fiorella caminaba por delante de el en círculos. En el otro extremo de la habitación, estaba un hombre sentado detrás de un escritorio, observando un botón rojo.

—Maestro, apretá el botón—dijo el rubio.

—¡No apretes nada!—dijo Fiorella.

—Dale, porfa.

—No lo hagas.

—Una vez.

—No lo escuches.

—Por favor.

—Ni se te ocurra.

—¿Por qué no puedo apretarlo?—dijo el hombre.

—Porque Simón tiene la manía de apretar todos los botones. Por eso siempre estamos dos horas para subir en ascensor.

—¿Por qué estás enojada?

—Porque mi cena de ensayo tenía que haber empezado hace diez minutos, pero en vez de llenarme la boca de aperitivos con los que he soñado por meses, estoy en la oficina del dueño de un campo de paintball esperando a que venga la policía y se lleve detenido a mi futuro marido.

—Aw, dijiste marido. ¿Ves? Ya lo estamos solucionando. ¿Y si tocas el botón?

—Escuchame—dijo Fiorella, acercándose a Simón—¿Ves esta cara? Fijate bien, porque te va a servir en el futuro. Es mi cara de "estoy re enojada".

—¿Y porque se parece a tu cara de "tengo hambre"?

—¡Porque estoy hambrientamente re enojada!

—¡Apreta el botón!

—Realmente quisiera—dijo el hombre de seguridad.

—Ah, ya entiendo. ¿No lo haces porque queres que hable?

—No, al contrario. ¿Por qué no dejas de hablar?

—Bueno, voy a hablar. Todo arrancó unos meses antes, cuando tuve la mejor idea del mundo mundial

Unos meses antes.

—Hagamos la cena de ensayo en un campo de paintball—dijo el rubio.

—Esa es la peor idea que has tenido—dije—Y mira que has tenido malas.

—¿Qué? Nómbrame una mala idea mía.

—Bombachas comestibles—dijo Genie.

—Choripanes con sushi—dijo José.

—Hacer una lancha con un juguete sexual inflable—dije.

—Tu canal de televisión sobre aumento de tetas—dijo Fiorella.

—Tu cerveza casera—dijo Eva.

—Cuando quisiste ser Jefe de Gobierno—dijo José.

—Todavía tengo 200.000 calcomanías que dicen "el único crecimiento que me importa está en mis pantalones".

—Amor, planear un casamiento es cuestión de compromiso. ¿Te acordas cuando yo quería hacer la fiesta en Rosario?

—Si. Como nos reímos esa noche.

—Ofendimos a mucha gente—dije.

—Y a muchos gatos—dijo Eva.

—¿Vieron? Yo si me comprometí.

How I met your motherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora