Capitulo catorce.

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En algún momento de la noche, alguien grito.

Un grito casi imperceptible al principio, cuando el ruido que hacíamos al caminar y las conversaciones lo ahogaban. Pero a medida que nos acercábamos a las edificaciones, el grito, desgarrador y agonizante, se fue haciendo más fuerte.

Después de unos minutos en completo silencio, cuando todos estábamos atentos al escucha de aquel grito, pude llegar a la conclusión de que se trataba de una mujer. El tono del chillido era demasiado agudo para tratarse de hombre.

-¿Saben a qué me recuerda?—Preguntó Minho en voz alta, rompiendo el silencio, con algo de ansiedad o temor en su voz.

-Ben. Alby. ¿Yo, tal vez? ¿Gritando después del pinchazo del penitente?--Respondió Thomas.

-Exacto.

-¿Penitente?—Inquirí, asustada. Recordaba bien la descripción que Newt me había hecho de esas monstruosidades que los atormentaron en aquel Laberinto de dónde venían y no eran para nada agradables.

-Sí, penitentes. –Me contestó Newt, con una nota de pánico en la voz.

-Por favor, no. –Gimió Sartén. –No me digan que esos cretinos estarán también aquí. ¡No podría soportarlo!

-Lo dudo. Acuérdense de su piel húmeda y pegajosa. Sí intentaran rodar por este lugar se convertirían en una gran bola de polvo. –Replico Newt.

-Bueno. –Dijo Thomas. –Sí CRUEL es capaz de crear Penitentes, puede crear otros monstruos aún peores. Odio tener que decirlo, pero la Rata nos advirtió que, finalmente, las cosas se iban a complicar.

-Que comentario más alegre. –Murmuré. No quería detenerme a pensar qué clase de cosas nos tendría preparado CRUEl.

-Una vez más, Thomas nos da una de sus alegres charlas para levantarnos el ánimo. –Exclamó Sartén, con irritación.

-Solo digo las cosas como son. –Replico Thomas.

Sartén refunfuño.

-Ya lo sé. Y como son da asco.

-Bueno, cualquier cosa debe ser mejor que esas bolas arranca cabezas. –Dije.

-Ay larcha. –Gimió Minho, meneando la cabeza. –Cuidado con lo que dices. CRUEL parece tomar esos comentarios como algo personal. Justo cuando crees que las cosas no podrían salir peor...

-Bueno, ¿Y ahora qué hacemos?—Preguntó Thomas.

-Creo que tenemos que tomar un descanso. –Dijo Minho. –Llenar las barrigas, tomar algo de agua. Luego podemos seguir hasta que aguantemos mientras que el sol no haya salido. Tal vez deberíamos dormir un par de horas antes del amanecer.

-¿Y qué hacemos con la dama psicótica?—Preguntó Sartén. Las miradas de todos fueron a parar en mí. –Eh, que me refiero a la que anda aullando por ahí.

-Da la impresión de estar ocupada en sus propios problemas. –Resolvió Minho.

Aquella afirmación hizo que se me pararan los pelos de la nuca. Recordé a los Habitantes caídos por las bolas arranca cabezas, a quienes no pudimos ayudar. Pero Minho tenía razón. Nosotros también teníamos nuestros propios problemas aquí.

Mientras todos se quitaban los morrales y las sábanas, yo me deje caer en el suelo. El escozor que sentía en mi pantorrilla me estaba matando.

-Sácate la venda por un rato, deja que se ventile esa herida. –Me recomendó Minho, mirándome de reojo el pie, mientras comenzaba a sacar un par de manzanas del morral.

La Recluta A-0. PRUEBA DE FUEGO. [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora