Capítulo diecinueve.

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Después de superar el impacto inicial que me había causado aquel hombre y su extravagante manera de presentarse, deje de lado todo lo que me había estado preocupando. El hambre, el dolor, todo paso a segundo plano y fue reemplazado por un estado de alerta en que se sumió mi cerebro. Aquel hombre, Jorge, a pesar de ser un Crank, como había confesado, se encontraba en perfecto estado. Físicamente se notaba fuerte y su mirada, fiera pero astuta, podía dejar entrever que no estaba ido, O no totalmente. 

-Ustedes ya se olvidaron como se hace para hablar. --Agregó Jorge, con una sonrisa que carecía de gracia. -- ¿O simplemente le tienen miedo a los Cranks? ¿Miedo de que los arrojemos al suelo y les comamos los ojos? Mmm, delicioso. Me encanta un buen ojo cuando estamos cortos de provisiones. Tienen gusto a huevo crudo. 

Él hombre fijó su mirada en mí. 

-Vaya, que lindos ojos, princesa. 

Newt hizo un ademán para incorporarse, pero antes de que lograra ponerse en pie lo tomé del brazo y lo jale hacía abajo. 

-No. --Le susurré. -Cálmate, Newt, esta intentando provocarnos. 

-¿Admites que eres un Crank?--Le espetó Minho. -- ¿Un maldito lunático? 

-Acaba de decir que le agrada el sabor de los ojos. --Apostillo Sartén. --Creo que eso lo convierte en un loco. 

Jorge se río. Una risa que lejos de sonar amistosa era de amenaza. 

-Calma, mis nuevos amigos. Yo solamente me comería sus ojos si ya estuvieran muertos. Claro que, sí fuera necesario, bien podría colaborar para que llegaran a ese estado, ¿Entienden?--Concluyó. Ahora no había rastros de su sonrisa. Su mirada era de pura advertencia. 

-¿Cuantos son ustedes?--Le preguntó Newt. 

-¿Cuantos? ¿Cuantos Cranks? Aquí todos somos Cranks, hermanito. 

-No quise decir eso y tu lo sabes. 

Jorge comenzó a dar vuelta por la habitación. Pasando por entre medio de nosotros, mientras hablaba. 

-Ustedes deben de entender muchas cosas sobre el funcionamiento de este lugar. Acerca de los Cranks, acerca de CRUEL y del gobierno. De porqué nos dejaron aquí para que nos pudramos con nuestra enfermedad, nos matemos unos a otros y nos volvamos completa y reverendamente locos. Tienen que enterarse de que hay distintos niveles de la Llamarada y de que ya es demasiado tarde para ustedes: El mal los va a atrapar si es que aun no lo tienen. 

Jorge hizo una pausa, como invitándonos a decir algo, pero nadie lo hizo. Al final, detuvo su paseo por la habitación, deteniéndose con los pies casi tocando los de Minho, siguiendo con su monologo. 

-Pero las cosas no van a hacer de esa manera, ¿me captan? Los que están en desventaja hablan primero. Quiero saber todo sobre ustedes. De donde vinieron, porque están aquí y cual es la insólita razón que los trajo a este lugar. Ahora. 

Minho lanzó una suave risita peligrosa. 

-¿Así que nosotros somos los que estamos en desventaja?--Preguntó, girando la cabeza en forma burlona. --A menos que la tormenta me haya calcinado las retinas, yo diría que nosotros somos once y tu estas solo.  Tal vez tú deberías empezar a hablar. 

Intercambié una mirada de exasperación con Thomas. Ambos pensabamos lo mismo. Por la arrogancia y estupidez de Minho podríamos acabar muertos todos.  Era obvio que aquel sujeto no estaba solo. Quizá cientos de Cranks estaban escondidos en el edificio, con armas o quien sabe con que, listos para atacarnos a la mínima señal.

Jorge observo a Minho con expresión impasible. 

-Eso que dijiste no fue para mí, ¿cierto? Por favor, dime que no me hablaste como si fuera un perro. Te doy diez segundos para disculparte. 

La Recluta A-0. PRUEBA DE FUEGO. [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora