Capítulo treinta y tres.

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Una veintena de chicas nos rodeaban. Cada chica iba armada, y sus armas iban desde diversos cuchillos hasta machetes y espadas oxidadas. Muchas de ellas tenían arcos y flechas, y nos apuntaban con ellas desde todas direcciones. Me di cuenta, entonces, de que no había que pudiéramos hacer para defendernos. Los pocos de nosotros que íbamos armados, con lastimeros cuchillos, no éramos suficientes. Tampoco podíamos considerar la posibilidad de escapar, daba la impresión de que al primer movimiento brusco ellas terminarían disparando las flechas y más de alguno terminaría con una clavada en el pecho. 

Después de un rápido vistazo a nuestro alrededor, noté que las miradas de los Habitantes se posaban en Teresa, como esperando una explicación a todo esto. Ella, con una expresión impasible, fijaba sus ojos en Thomas. 

Después de minutos de absoluto silencio y tensión, Minho, dando un paso dubitativo, habló;

-¿Que demonios estas haciendo Teresa? Linda manera de recibir a tus viejos amigos. 

Teresa no respondió. Reanudo su marcha hacía nosotros, deteniéndose esta vez a solo tres metros escasos de nosotros, Minho, Thomas, Luke y yo, que éramos los más cercanos. 

-¿Teresa?—Exclamó Newt.—¿Que diablos...?

-Callate.—Dijo ella. No en un tono violento, sino calmo y con convicción, lo que resultaba ser más amenazante.—Si alguién se mueve, los arcos comienzan a disparar. 

Teresa comenzó a desplazarse de un lado a otro, frente a nosotros, pasándose la lanza de una mano a la otra, con sus ojos recorriendo la multitud. Noté que su mirada se detenía un momento en mí, en Luke y, que para cuando se fijó en Brenda, quien estaba junto a Thomas, una mirada especialmente dura enfrió más sus ojos. Luego, se detuvo frente a Thomas. Este vaciló. 

-Teresa.—Susurró. Un susurro bastante audible ahora que el silencio era absoluto. Prácticamente podíamos oírnos jadear y respirar los unos con los otros. 

Teresa lo observó con una expresión que variaba entre el odio y la ira. 

-Teresa...—Repitió Thomas.—¿Que..? 

-Callate.—Repitió ella. Por el rabillo del ojo noté que la mano en la que sujetaba la lanza se contraía levemente. 

-Pero ¿qué...? 

Súbitamente Teresa retrocedió, levantó la lanza y la descargó con fuerza en el rostro de Thomas.  

Escuché a Newt proferir una maldición, a Minho abriendo los ojos desmesuradamente, pero nada se comparaba con el espasmo del mismo Thomas. Newt me había contando la historia de él y ella, algo que iba desde la amistad y el romanticismo. Si para mí era difícil de aceptar que ella actuara de aquella manera con él, no podía imaginarme lo que sentía Thomas. 

-Dije que te callaras.—Exclamó Teresa. Jaló a Thomas hasta que este se hubo levantado.—¿Tú eres Thomas? 

Miré a Newt arqueando una ceja, este me devolvió la mirada, atónito. 

Con una mirada de dolor que, intuí, no tenía que ver con el golpe que ella le había dado, Thomas la observó. 

-Tú sabes quien...

Otra vez y con más violencia le asestó otro golpe. Thomas se sujetó la cabeza con ambas manos, dando un grito. Noté como me temblaba el cuerpo por la impotencia. 

-¡Tu sabes quien soy! —Aulló Thomas. 

-Solía saberlo.—Dijo ella, con voz suave y disgustada.—Te lo voy a preguntar una vez más. ¿Eres Thomas?

La Recluta A-0. PRUEBA DE FUEGO. [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora