Capítulo treinta y uno.

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CRUEL cumplió su palabra. 

Era la última hora del atardecer. Habíamos pasado el día caminando bajo el sofocante calor, hasta que topamos con una cabaña, deplorable, pero lo suficientemente grande para albergarlos a todos. Decidimos esperar ahí. CRUEL cuidaba de todos nuestros movimientos, así que encontrarnos, para devolvernos a Thomas, les sería pan comido. 

Cuando el anochecer estaba por caer sobre nuestras cabezas, el zumbido de maquinaria pesada rompió el silencio. 

Esta vez, sin embargo, no hicieron el espectaculo anterior. 

Colgando del Berg, en una camilla que se balanceaba de un lado a otro, traían a Thomas. 

Hubo algunas exclamaciones de espanto entre los Habitantes. La cuerda en donde pendía Thomas se veía peligrosamente frágil. 

Por fin, después de lo que parecieron horas, con una leve sacudida la camilla tocó tierra. Mientras todos corrían hacía Thomas me quede observando el Berg. Alguien había cortado la cuerda, que ahora se extendía a unos metros de nosotros. El Berg, con rapidez, se perdió entre las nubes y el Sol. 

Me acerqué al grupo que rodeaba a Thomas. Algunos lo ayudaban a desatarse de la camilla. Observe a Brenda, parada a unos metros de mí, quien mantenía la vista fija en Thomas. 

Desde el incidente, unas horas atrás, nos habían mantenido separadas. Jorge no se movía de su lado y de vez en cuando me lanzaba miradas desconfiadas. Por otro lado, Minho, parecía haber tomado bastante en serio mis palabras. Había dejado de considerar la opinión de Jorge y su posición de Líder se había reafirmado, con más fuerza que antes.  Minho seguía siendo el único que conocía todo lo que yo pensaba. Había considerado decírselo a Newt, pero algo me lo impedía. Quizá la falsa promesa de la inmunidad de la que, de a poco, me aferraba con más fuerza o el que  quizá yo esté equivocada. El caso era que decírselo a Newt no estaba en mis planes próximos. Tampoco el recuerdo. Sentía que había piezas faltantes y esperaba completarlas antes de contárselo. 

Thomas se liberó por fin de las ataduras. Se puso de pie. Su ropa, limpia al igual que su vendaje parecían una burla hacia nosotros. Hizo caso omiso de las preguntas que le lanzaban y resopló. 

-¿Qué hacen aquí afuera? ¡Se les va a hervir la piel!

-Será mejor que volvamos a ubicarnos debajo de eso. --Indicó Minho, en dirección de la cabaña. 

El grupo volvió a marchar en dirección a la cabaña. La ciudad apestada de Cranks se hallaba ahora a kilómetros de nosotros, hacia el Sur. Las montañas, nuestro objetivo, se hallaban a dos o tres días de viaje. Escarpadas e inertes, se elevaban hacia lo alto hasta terminar en picos marrones e irregulares.

Entramos a la cabaña, tan seca que parecía hecha de huesos podridos. Minho señaló un rincón y se dirigió a Thomas. 

-Siéntate, ponte cómodo y comienza a hablar. 

Thomas obedeció. Se sentó y todos lo imitamos. Con las piernas cruzadas en el piso polvoriento y caliente, nos ubicamos frente a él. Luke a mi lado izquierdo y Newt al derecho. Observe de reojo a Luke, su mano tenía un pequeño temblor. 

-¿Que...?--Quise preguntar, pero este frunció los labios y se encogió de hombros. Su vista se mantenía en Thomas, pero no parecía estar ahí. Estuve tentada en indagar, pero en ese momento Thomas se aclaró la garganta. Mi atención se volvió a él. 

-¿Están seguros que esto es lo mejor?--Preguntó. --¿Cuantos días nos quedan para cruzar esas montañas y llegar al refugio?  

-Cinco, viejo. --Respondió Minho. --Pero sabes bien que no podemos andar debajo de este Sol sin ninguna protección. Ahora vas a hablar, después vamos a dormir y entonces todos nos deslomaremos caminando toda la noche. Empieza de una vez. 

La Recluta A-0. PRUEBA DE FUEGO. [Terminada].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora