Capítulo 14.

286 16 0
                                    

Mara había contratado a una chica de veinte años, era su sobrina o ahijada, no le entendí muy bien, aunque parecía de menos edad, llamada Elizabeth.

Habíamos llegado hace unas horas.

Todo parecía sacado de un cuadro, parecía irreal, apuesto que a Perrie le hubiera encantado, estaría como loca sacando fotos a todos, para a la tarde llamar a su madre, y luego a sus amigas, y contarle las cosas que habíamos hecho juntos. Bueno, sí estaría despierta.

– ¿Qué hará ahora, Zayn? –.

–Iré a pasear– le sonreía a Sebastián, hijo de Mara, es demasiado tierno.

–Nosotras acomodaremos todo con Elizabeth–.

Las miré a ambas –de acuerdo. Cualquier cosa, le llamo. Al menos ella sabe cómo usar el celular que le compré– Eli asintió –bien. Nos vemos luego–.

–Hasta luego– respondieron las dos, y Sebastián me sonrió, parece que le caigo bien.

Me habían comentado que en ésta bahía no venían muchas personas, era demasiado cara, sumado a que la época del año no era muy buena para visitar estos lugares. Tenía puesto una sudadera negra, un pantalón tres cuartos, un gorrito y descalzo. Caminaba en dirección al mar, había un poco de resolana, y estaba vacía, salvo por una pareja a varios metros, apenas los distinguía.

Apoyé todo mi cuerpo sobre la arena, y coloqué el gorro en mi cara así no me molestaba la luz. Sentir las aves, el agua, y el viento era bastante tranquilizador. Me relajó por completo, haciendo que el sueño llegara a mí. Lo peor que podía pasar es que me secuestren y me maten, ya que, eso sería una buena opción.

–Sí te quedas ahí por más tiempo, te quedarás muy quemado– susurró una voz muy angelical. Traté de abrir mis ojos, pero mis párpados pesaban tanto, además aquella voz ya no dijo nada por los siguientes cinco minutos, supuse que era parte de mi mente, y asumí que era una versión más distorsionada y menos aguda que la perfecta, aunque chillona, voz de mi hermosa Perrie. –Yo te lo advertí– habló. Bastante raro, las veces que escucho o veo a Perrie, es tal cual a su aspecto, no cambia nada, salvo el hecho de que esté despierta, claro, siempre olvido ese pequeño (gran) detalle.

Pasaron varios minutos y no había dicho otra cosa, estaba comenzando a creer que me volví loco, o estaba por empezar la etapa de locura o depresión, más de la que ya tenía, al no poder asumir que mi novia... que Perrie ya no estaba... ella... que ella seguía dormida, que no había despertado.

– ¡Eh! ¡Viejo! –, gritó. Ésta voz era más aguda y autoritaria que la primera – ¡idiota, te quemarás! –.

–No le hables así– intervino, supuse que era la primera voz.

Esto ya es bastante raro, no creo que mi mente sea capaz de inventar dos voces no tan parecidas. Así que traté de despegar mis párpados, lo cual no funcionó, mi segunda opción, siempre más eficaz, fue restregar mis ojos con el puño de mi mano. Había acertado.

Perrie siempre me decía que si no funcionaba lo que yo quería o intentaba hacer, no me dé por vencido, que continúe, que piense otras opciones, y las intente. Mi madre también me decía lo mismo, pero no le daba importancia, ya que...

–Hola– dije, aún adormilado.

No había nadie, levanté mis hombros y seguí durmiendo, tal vez sí estaba loco. Tal vez mi mente sí tuvo la capacidad de inventar dos voces diferentes.

– ¿Ustedes fueron a la playa conmigo, ayer? – pregunté, mientras mordía una tostada.

–No, Zayn– contestó Mara –Elizabeth y yo estuvimos limpiando y acomodando toda la casa–.

She Will Awaken © | zm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora