Capítulo 32.

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Media hora había pasado y por unos minutos se calmó la lluvia y pensé que llegaría ______, tocaron dos veces el timbre y eran chicas jóvenes, no me animé a abrir por las dudas. Llevaba escondiéndome bien en este tiempo y si justo lo cagaba ahora, no podría seguirme viendo con ______ y de verdad, adoro su compañía.

Me serví un poco de agua, tratando de calmarme y pensando en que está bien y que en cualquier momento llegaría.

Miré mi celular para ver si me mandó algún mensaje, o alguna llamada de alguien. Nada. Comencé a morderme las uñas porque pasaba el tiempo y ella no llegaba. Me acerqué a la ventana y de nuevo se largó la lluvia con todo. Marqué su número y la llamé como tres veces, porque además de que llovía con todo, empezó a caer granizos, y eran grandes, asumo que podrían lastimarla...


Habían pasado veinte minutos, ya está, me rindo. Si no vino hasta ahora, no creo que venga, por lo menos no hoy. Anocheció más antes de lo que pensé, y es que no hice nada, pero el tiempo pasó volando mientras la esperaba.

Decidí irme a dormir. Fui a cepillarme los dientes y hacer mis necesidades, para colocarme una camiseta gris y un jogging. Me coloqué las pantuflas y bajé, porque olvidé mi celular en el comedor.

Lo tomé pero antes de subir las escaleras a mi habitación, el timbré sonó repetidas veces. Sin ganas volví a bajar, insultando a quién estuviera afuera molestándome, abrí la puerta y visualicé a _______, mojada y con la ropa pegada a su cuerpo, antes de decir palabra alguna dio tres estornudos seguidos.

Reí –hola, pensé que no vendrías–.

–Hola–.

–Ven, pasa– le di un beso en la mejilla y la abracé de los hombros mientras entrabamos.

–Aquí está calentito– sorbió su nariz.

–Lo sé, es la calefacción– hice que se sentara en el sillón, corriendo busqué una toalla, se la entregué y puse a hervir el agua.

–Gracias– me sonrió y se paró para secarse el cabello.

–De nada. Gracias por venir– estaba por besarla y justo su celular sonó –atiende. Te prepararé café–.

–No es importante– cortó la llamada y dejó la toalla en el sillón para dirigirse a la ventana.

Mientras preparaba su café, no podía dejar de mirarla. Estaba demasiado sexy. Tenía un rodete pero su cabello igual chorreaba, llevaba una musculosa blanca pegada al cuerpo y se le veía el corpiño rosado, además de un pantalón largo de jean que se marcaba cada vez que caminaba. Dios, estaba hermosa.

Le dejé el café ya endulzado con galletitas dulces –gracias– fue a sentarse.

Llevé la toalla para ponerla en sus hombros –terminarás enferma– susurré y me senté a su lado.

–Más de lo que estoy, no creo– estornudó y bebió lo que le preparé.

Me quedé mirándola mientras ella comía las galletita y corrí mechones de su cabello detrás de su oreja –estás helada, ______–.

–Pero ya me calentaré– me respondió sonriendo.

–No, te daré ropa– ella miró raro –tengo ropa arriba de Elizabeth, algo te entrará. Ahora busco–.

–Bien, pero no me...–.

–Te bañarás– dije serio –sube y está todo en el baño, hay toallas además–.

Asintió frunciendo su ceño –okay– contestó molesta al momento de subir las escaleras.

–No seas caprichosa– reí.

She Will Awaken © | zm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora