Capítulo 28.

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Comía ensalada de frutas que Mara nos había preparado, ella y Sebastián se habían ido a averiguar algunas actividades para él y luego alguna escuela o algo así, porque aquí todavía seguían de vacaciones.

Elizabeth se sentía un poco decaía y le dolía todos los músculos.

–Es resfrío– dije.

–No es eso. Yo jamás me enfermo– contestó molesta.

–Como digas. Digo que es resfrío, porque así te pones cuando te resfrías y punto–.

–Zayn, no estás en ese mundo ficticio y no todo es como tú lo dices– respondió.

–Uh, golpe bajo, pero no lo suficiente como para dejar de decir que es un resfrío. Y obviamente te vas a resfriar, si sales con poca ropa y ni te abrigas– seguí comiendo mi postre, que estaba riquísimo.

Elizabeth me miró con mucho odio y me reí porque su expresión era graciosa – ¡no me vengas a mí a decirme ese tipo de cosas! –.

–Sí te moleta, Eli, es porque tengo razón–.

– ¡Zayn, deja de ser tan así! – chilló.

– ¿Así cómo? – reí.

– ¡No lo sé! ¡Así, tan idiota! –.

– ¿Podrías calmarte? No hay razón para que estés gritando– murmuré, sirviéndome otro vaso de ensalada de fruta.

Ella suspiró y se tapó los pies –es que me pones histérica–.

–Pero si no hago nada– le hice un puchero y seguí comiendo.

–Sí lo haces– contestó.

–Yo soy un pan de Dios. Un hermoso y sexy pan de Dios– sonreí.

–Ya–.

–Y te molesta–.

–Como digas, Zayn–.

– ¿Por qué no lo aceptas de una buena vez? – sonreí.

Ella me miró confundida – ¿aceptar qué? –

–Lo que todos ya sabemos. Porque es obv...–.

Me interrumpió gritando. – ¡Cállate! Estás tratando de fastidiarme de nuevo. Por favor, cállate de una buena vez, que tu voz me harta–.

Pegué una carcajada y le estaba por contestar pero me llamaron a mi celular –tienes suerte– dije y corrí para contestar – ¿hola? –.

–Zayn, hola–.

– ¡______, hola! Tanto tiempo sin hablar– dije.

–Sí. Lo siento– su voz sonaba apagada –es que tuve algunos inconvenientes–.

–Okay. ¿Y éste número de quién es? Porque no te tengo registrado–.

–Lo sé. ¿Podríamos encontrarnos y hablar? –.

–Sí, de acuerdo. Nos encontremos en la pileta del hotel–.

– ¿En diez minutos? – preguntó.

–En diez minutos– confirmé y le corté.

Me coloqué unas Vans, guardé dinero, mi celular y las llaves, y salí no sin antes colocarme una gorra además de lentes negros grandes.


Nos abrazamos y nos sentamos en una de las posaderas de la pileta.

– ¿Y por qué no hay nadie? – preguntó ______.

She Will Awaken © | zm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora