Capítulo 38.

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Untaba los panes que ya estaban tostados con manteca y mermelada.

– ¿Así que no hay nadie? – habló _______ al bajar de las escaleras. Tenía su cabello alborotado y lucía un lindo vestido azul con flores blancas.

–No. Todos se fueron a comprar algo a un lugar con muchos negocios–.

–Si te refieres a lo que yo pienso– ríe –eso se llama feria–.

–Como sea– subí mis hombros –se fueron. Ahora tomemos el desayuno–.

Ella asintió y me hizo caso. Eran las diez de la mañana y tomábamos el desayuno que consistía en: café, tostadas con manteca y mermelada, bizcochos y un jugo de naranja natural que siempre Mara preparaba cuando se levantaba.

–Está muy rico–.

–Lo sé– respondí. Al terminar mi desayuno, dejé los platos en la pileta –no te preocupes...–.

_______ me interrumpió –yo lavaré eso–.

–Como quieras– grité y subí a mi pieza. Sabía que ______ se tardaría así que me puse a jugar en la Play un juego que Sebastián me prestó Metal Gear Solid que me entretiene y hace que me concentre mucho para no perder.


–Sigues jugando como hace dos horas más o menos–.

–Ahh– permanecía concentrado porque no quería perder.

–Zayn– habló.

– ¿Hmm? –.

–Zayn– habló un poco más fuerte.

–Ya–.

–Zayn– alargó las vocales de mi nombre.

–Voy– contesté sin despegar la mirada de la televisión.

– ¡Zayn! – gritó.

– ¡Qué! – respondí y la miré.

–Que vine aquí para pasar tiempo contigo, no para verte jugar– resopló.

Suspiré y apagué el juego –sí, lo siento– hice un puchero –tienes razón–.

_______ sonrió y abrazándome por el cuello me dio un beso corto –está bien–.

–Entonces, ¿puedo seguir jugando? – pregunté.

Viró los ojos –entonces, yo me voy– se soltó para pararse.

La abracé rápido de la cintura y le besé la mejilla –es una broma–.

Seguía con su ceño fruncido –eres un gran actor–.

–No, linda, soy cantante– reprimí una risita.

–En serio– se separó –no me jodas, Zayn–.

–Uh– sonreí – ¿mala? –.

–Basta. No seas así. Estás muy chocante hoy– hizo un puchero.

–Okay. Es que yo soy así, en realidad soy de diferentes formas, y espero que todas te gusten– guiñé un ojo.

Se apartó de nuevo –cuanto te apuesto, a que nadie conoce a las demás, ni siquiera las personas que más amas–.

Golpe bajo.


Estábamos viendo televisión en mi cama recostados. Era una novela donde la mujer era muy mala y enamoraba a todos aunque un idioma el cual no entendía.

–Ya me aburrí– murmuré.

–Ahora sabes cómo me sentí hace rato– rió.

–Lo siento–.

–No importa– me miró – ¿qué hacemos ahora? –.

–No lo sé, pero estoy aburrido–.

–Yo igual. Además no sé qué podemos hacer, porque al centro o a pasear no podemos y tampoco reservaste algún lugar–.

–Sí...–.

–Pero no importa– se acercó y nos besamos –estoy bien–.

–Tú sí, pero yo me aburro– dije.

–Bueno, no sé, piensa en algo o no importa y dormimos–.

–Viniste en un día aburrido–.

–Podríamos hacerlo divertido pero...–.

La interrumpí –pero ya fue, ya estoy aburrido y sé que tú también–.

–No te va a matar ser un poco más optimista– sonrió falsa y se paró para colocarse las zapatillas y peinarse.

–Lo siento, pero algo que me falta es el optimismo– respondí.

–Como digas– ______ revoleó los ojos, a continuación salió del cuarto.

Salí rápido de mi cama y bajé corriendo las escaleras, porque al parecer ella se iba a ir en serio.

La abracé por detrás –perdón– susurré en su oído. Escuché cómo resopló sin decir palabra alguna –perdón, _______– le besé el cuello.

Ella volteó –bien–.

Le di un pico –ahora nos sentemos en el sillón–.

–De acuerdo– viró sus ojos.

Estuve como diez minutos convenciéndola de que se quedara, además de darle besos y mimos porque con cada broma que le hacía me amenazaba con irse y dejarme solito. Nos pusimos a hablar de la natación, le pregunté por qué ya no iba a nadar y cuidar a los chicos, me contó que por ahora el clima no favorece mucho por las tormentas seguidas que hay y es peligroso.

– ¿Cuándo hablaremos con tus padres? – pregunté en un momento de silencio.

–No lo sé– respondió en voz baja.

– ¿Hasta ahora no le comentaste nada? –.

–No...–.

– ¿Estás segura de esto? – pregunté con miedo.

– ¿De hablar con mis padres? – preguntó con miedo al igual que yo.

–Sí, pero... de esto, de nosotros–.

Me miró seria – ¿por qué preguntas eso? –.

–No lo sé, capaz que no estás segura de lo nuestro, por eso no quieres hablar con tus padres... no quieres que hablemos–.

–Zayn– dijo.

–_______–.

– ¿Entonces...?–.

–Hoy estás muy idiota, ¿no? –.

–Pero te estoy preguntando bien– chillé.

–Me parece que no– frunció su ceño –me parece que estás tonteando nada más–.

–_______ te estoy hablando en serio ahora– respondí un poco molesto.

– ¿No te parece obvio? Si sólo quisiera jugar o joder, no estaría aquí, no me preocuparía por ti, no me importarías, no molestaría en venir las veces que quiero verte o que quieres verme aquí a tu casa porque no podemos salir al centro– soltó rápido –y te puedo decir muchas cosas más– agregó.

Me quedé en silencio por unos segundos pensando en lo que me había dicho –tienes razón–.

–Lo sé y...– suspiró –está todo bien, ya no importa–.

–No molesto más con ese tema– dije despacio mirando hacia otro lado.

Ella sonrió y se tiró para abrazarme –descuida, ya lo hablaremos y– me besó –será en cualquier momento–.

–Genial– besé su mejilla.

–Te quiero, _______– la besé despacio.

–Te quiero más, Zayn– respondió algo sonrojada.

–Lo sé, ambos nos queremos y lo que sentimos es de verdad– me dije a mí mismo, espero que así sea.

She Will Awaken © | zm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora