Capítulo 5 - Desconfianza

915 138 57
                                    

—Hola preciosa —me saludó Martin, desde el marco de la ventana—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Hola preciosa —me saludó Martin, desde el marco de la ventana—. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes luego de tu ruptura Mark?

—¿Qué haces aquí, Martin? —pregunté tratando que no se me notara el miedo en la voz.

—¿No puedo venir a saludar a mi querida futura amiga y ahora cuñada? —preguntó con sarcasmo.

—¿Qué necesitas? —inquirí, mientras las lágrimas terminaban de caer por mis mejillas.

Martin caminó hasta mi cama y se sentó junto a mí.

—Lo que Mark te comentó en el parque era verdad. Él se enamoró de ti... —suspiró—. Lastimosamente. Cuando me di cuenta de ello le pedí que te matara.

—¡¿Qué?! —pregunté aterrada—. ¡¿Por qué?!

—Él no podía enamorarse de nadie y menos de un ser humano. Él lo sabía antes de entrar a la secta.

—¿Y si se sale? —pregunté inquieta.

Me paré de la cama y me recosté en la pared lejos de él.

Martin se rio y negó con la cabeza.

—Él no puede, y si lo hiciera... estaría muerto. Tiene más de 100 años, es lógico.

—Entonces... —sentí como las lágrimas volvían a amenazar con salir—. ¿Él va a matarme? —tartamudeé.

—Él no quiere hacerlo... así que me tocará a mí

Se levantó y se colocó frente a mí.

Me miró a los ojos, y el ardor que había sentido la última vez que lo vi apareció nuevamente.

—¿Sientes eso? —sonrió, mostrándome todos y cada uno de sus blancos dientes.

—Aléjate de mí —musité.

Él negó con la cabeza así que lo empujé.

Martin me tomó de las manos y me empujó contra la pared.

—Eres una joven hermosa e inteligente —me corrió un mechón de cabello que tenía sobre los ojos.

—Y tú eres una persona asquerosa y despreciable —confirmé—. No le tengo miedo ni a ti, ni a tu maldita secta.

—Ay preciosa... —musitó muy cerca de mi rostro—. Cuida tu boquita.

Martin comenzó a acariciarme la barbilla con el pulgar.

—Kristin hace el amor muy delicioso... —acercó su boca a la mía, pero yo giré el rostro—. ¿Tú lo haces igual o mejor?

—¡Eres un maldito hijo de puta! —grité—. ¿La tocaste? ¿Cómo se te ocurre? —le escupí el rostro.

Martin me dio una cachetada, luego no dudó en tomarme por el cuello y me besó bruscamente. Traté de zafarme de él, pero era mucho más fuerte. Le di una patada en la entrepierna y salí corriendo de la habitación.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora