Capítulo 4 - Verdades

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Mark seguía recostado sobre mi cama

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Mark seguía recostado sobre mi cama.

Ese día no tenía clase y mis padres se encontraban trabajando por lo que no habría problema de tener a Mark en mi espacio personal por unas horas.

Decidí levantarme para ir a prepararme una aromática, pero cuando me senté en el borde de la cama me salió un leve gruñido de dolor, pero lo suficientemente alto para que Mark se levantara de un brinco.

—Yulian —abrió los ojos como platos—. ¿Estás bien?

Asentí.

—Simplemente me dolió un poco, pero supongo que es normal.

—Lo que pasó anoche... —se mordió el labio inferior—, desearía que volviera a pasar.

—Después lo veremos —me burlé y salí de la habitación.

Ya en la cocina llené la tetera y la coloqué a fuego lento para subir a darme una ducha mientras el agua se calentaba.

Subí nuevamente a mi habitación.

Mark estaba sentado junto a la ventana, miraba hacia fuera, pero estaba pendiente de cada uno de mis movimientos tras él.

Entré al baño, me quité la ropa y me quedé unos segundos en el espejo mirando mi reflejo. Tenía varios chupetones en el cuello y bajo el busto.
Cerré los ojos, pasé la yema de los dedos por encima de ellos y comencé a recordar la noche anterior; todos y cada uno de los besos que Mark me había dejado marcado incluso en el alma, y la delicadeza de sus roses en mi piel.

Saqué de mi cabeza esos pensamientos y me adentré a la ducha.

No me había fijado en el que no había colocado el agua caliente, y en cuanto sentí gotas de agua helada cayendo por mi piel pegué un brinco.

Cerré la llave, me giré, y para mi sorpresa, Mark había llegado a la ducha en segundos y sin hacer ninguna clase de ruido.

—¿Qué carajos pasa contigo? —pregunté sobresaltada.

—¿Puedo bañarme contigo? —acercó su cuerpo desnudo al mío.

—Al menos hubieras avisado.

—Lo tomaré como un sí —sonrió victorioso—. Déjame lavarte.

Tomó el jabón y me hizo una seña con la mano para que me colocara de espaldas a él.

—Eres muy hermosa —suspiró junto a mi oído—. Nunca te olvides de ello.

Cuando terminó de enjabonarme la espalda abrió la llave de la ducha y me metió junto con él. Con sus manos comenzó a lavarme todo el jabón.
Bajó de mis hombros hasta mi cadera. Apretó mis nalgas y luego empezó a mover su mano hasta la cara interna de mis muslos.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

Sentí como uno de sus dedos se introducía dentro de mí, y me mordí el dedo índice para tragarme el grito.

Amarrada [Libro 1] (COMPLETA Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora